La Habana, Cuba, sede de los diálogos de paz, julio 28 de 2015
EXPANDAMOS EL DESESCALAMIENTO
Prosigue en medio de inmensos riesgos la difícil misión de limpieza y descontaminación de artefactos explosivos de guerra en una importante zona rural del municipio de Briceño, muy cerca al megaproyecto hidroeléctrico de Ituango (Antioquia).
Lamentamos profundamente el accidente que el pasado 15 de julio, a las 15:00 horas segó la vida del desminador del BIDES Wilson Martínez Jaraba, y causó problemas auditivos a dos operadores más, en el sitio Alto Capitán.
Realmente la labor de descontaminación de territorios, constituye una actividad de vida o muerte, que exige máxima concentración, apego estricto a los protocolos de seguridad, consulta permanente entre explosivistas y desminadores de las FARC y del BIDES, respectivamente, intercambio y balance con Ayuda Popular Noruega (APN), para evitar nuevas situaciones dolorosas.
A pesar del accidente en la vereda El Orejón, las partes nos comprometemos, pensando en el bien a las comunidades campesinas, a seguir implementando el “acuerdo sobre limpieza y descontaminación de territorio de la presencia de Minas Antipersonal (MAP), Artefactos Explosivos Improvisados (AEI) y Municiones Sin Explotar (MUSE) o Restos Explosivos de Guerra (REG) en general”, firmado el 7 de marzo de 2015.
Quisiéramos convertir el experimento que tiene lugar en El Orejón en un plan piloto que señalice el camino para la atención por parte del Estado de comunidades sumidas en el abandono, olvidadas de los programas sociales.
Los habitantes de esta comarca, muchos de ellos fueron desplazados de los valles fértiles de donde derivaban su sustento trabajando la tierra, o barequeando en el río en busca del sol de oro para el sustento de sus hijos, y empujados por el megaproyecto de represa del río Cauca hacia las ásperas laderas improductivas, generando pobreza. El despojo de tierras se dio por vía violenta a través de paramilitares o por la vía administrativa de los decretos.
Estas comunidades esperan hoy que la descontaminación de su territorio de artefactos explosivos venga acompañada de programas de redención social. Que se aproveche la circunstancia para iniciar la implementación a pequeña escala de la sustitución de cultivos de hoja de coca, acordado en La Habana, con planes de desarrollo alternativo, vías carreteables, energía eléctrica, comercialización de café, conectividad, escuelas, puestos de salud, y espacios para el deporte y la recreación.
El fenómeno del paramilitarismo sigue vivo, intimidante y brutal en la martirizada región. Sus integrantes se mueven libremente en el municipio de Briceño bajo la complicidad y permisividad de las autoridades, y amenazan con extender su presencia y terror a La Vereda El Orejón, una vez se produzca la limpieza del territorio.
Ante esta circunstancia, pensamos que el gobierno debe actuar, investigar y establecer responsabilidades, y no quedarse con los brazos cruzados. Lo que los campesinos han puesto a redoblar es la campana de una alerta temprana. Las comunidades deben tener certeza de que no van a quedar vulnerables ni desprotegidas.
Descontaminar y limpiar el territorio de artefactos explosivos, eliminar la amenaza paramilitar que apunta contra campesinos inermes, es desescalar el conflicto. El cese unilateral del fuego declarado por las FARC y la inmediata correspondencia del gobierno decretando el cese de los bombardeos, debe extenderse con otros gestos recíprocos de desescalamiento por las partes, para que Colombia entera sea cubierta por la más benéfica atmósfera de tranquilidad, ahora que se transita con mayor confianza hacia el acuerdo final.
Necesitamos seguir trabajando en la vereda del Orejón, sin pausa, pero sin afanes que causen desenlaces fatales, para poder entregarle a Colombia la primera zona libre de artefactos explosivos.
Reconocemos los esfuerzos de la población, del BIDES, el DAICMA, de los guerrilleros de las FARC y de APN, su trabajo en equipo y coordinación parar sacar adelante esta importante misión humanitaria que les ha asignado el país.