La Habana, Cuba, sede de los Diálogos de Paz, 12 de septiembre de 2015
Hemos anunciado al país nuestro optimismo por sacar adelante los diálogos de paz. Creemos firmemente en el exitoso desarrollo de la Mesa de Conversaciones y en la posibilidad cierta de un Acuerdo Final. Pero esta visión no nos puede llevar a ser ajenos a realidades que dificultan la transición a una Colombia en paz y con justicia social.
Hace solo tres días, paramilitares recluidos en la cárcel ERON Picota atentaron contra la vida de integrantes del Colectivo de Prisioneros de las FARC-EP. Nuestros camaradas se defendieron rápida y audazmente logrando salvaguardarse.
Durante esta misma semana, nuestros frentes guerrilleros en Antioquia y Chocó reportaron numerosa presencia paramilitar en nuevas áreas rurales y en caseríos, aprovechando el cese unilateral de fuegos de las FARC-EP con la complicidad abierta de las Fuerzas Militares. En Dabeiba el ejército desocupó la base militar de Tascón, en el Cañón de La Llorona, vía al mar, para que fuera ocupada por los paramilitares.
A esto hay que sumarle la campaña de guerra sucia contra la izquierda y los movimientos de oposición. Es el caso, por ejemplo, de la Unión Patriótica, cuyo candidato a la alcaldía de Los Palmitos, Sucre, Hugo Sánchez, fue víctima de un intento de homicidio por parte de paramilitares que se mueven a sus anchas por toda la región, sin que medie persecución estatal alguna.
Esta colectividad ha resultado también afectada por las detenciones de carácter político, en donde prima la estigmatización sobre la verdad. Así, el candidato al concejo de Barrancabermeja, Juan López Bautista, y el candidato a la alcaldía de Guapi, Marino Grueso, se encuentran hoy tras las rejas.
Los señalamientos cubren a todo el campo popular, incluyendo a movimientos políticos de reciente creación, como el Congreso de los Pueblos y la Marcha Patriótica, que cuentan ya con más de un centenar de militantes asesinados y cerca de seiscientos de sus integrantes en prisión.
Así mismo persisten amenazas contra activistas humanitarios y dirigentes sindicales. En lo que va de 2015, han sido asesinados 69 defensores de derechos humanos. Y ayer, en inmediaciones de Envigado, fue encontrado el cuerpo sin vida de Juliana León, joven hija de Hildebrando, dirigente nacional de la UNEB.
Ante estos hechos, solo encontramos en los principales medios de comunicación y en los voceros gubernamentales un silencio preocupante. En estas condiciones seguiremos insistiendo en que es imposible la concreción de una paz estable y duradera mientras persistan el paramilitarismo y la guerra sucia.
Los anteriores hechos ponen de manifiesto la continuidad de una estrategia de guerra sucia contra las organizaciones sociales, de derechos humanos y movimientos políticos de oposición y alternativos. La construcción de la paz solo será posible si el establecimiento desarrolla una estrategia efectiva dirigida al desmonte del paramilitarismo y aplica una política integral de respeto de los derechos humanos.