En este nuevo año que comienza les doy mi saludo, deseando que para Ustedes y toda Colombia, los esfuerzos por la paz digna y de justicia social, se acrecienten y den muchos frutos.
Ha terminado un año difícil para los pueblos del mundo y sin duda para el pueblo de Colombia; las clases poderosas que gobiernan la casi totalidad de los países, sobre todo las que se agrupan en el imperialismo mundial, aplican el perverso principio de que “no importa qué medios se apliquen, con tal de conseguir los fines”; así, intensifican el saqueo, desarrollan las guerras y modernizan el sistema de explotación y violencia contra los trabajadores del mundo y los seres humanos humildes, que lo habitan.
Se sigue demostrando que solamente la lucha directa de los pueblos, es el antídoto a toda esta debacle que vivimos y hacer conciencia plena de ello es indispensable.
Dolorosamente las mujeres y hombres que componen las Fuerzas Armadas de los Estados capitalistas, son la maquinaria humana lanzada a la confrontación, la represión y la violencia, que impone por la fuerza el dominio de las clases poderosas, a quienes protestan, luchan o se rebelan, contra todo ese abominable estado de cosas.
No tengo dudas que muchas y muchos de Ustedes, no comparten conmigo esta lectura de la realidad, debido al trabajo sistemático y metódico, que realiza esa clase poderosa, sobre la sociedad y en particular sobre las FFAA; para convencerlas de la justeza de lo que hacen, así ese quehacer sea dar muerte, encarcelar, desaparecer, desplazar u obligar al exilio a millones de compatriotas.
Pero además a esas FFAA, la elite gobernante las dota de una Doctrina y una disciplina, con fuerza de Ley, para obligar a sus miembros a obedecerlas, sin derecho a disentir.
No tengo duda, que entre Ustedes los miembros de las FFAA colombianas, en particular en los niveles medios de la oficialidad y suboficialidad, hay posturas críticas, que son aplastadas cuando disienten. No me refiero a los soldados y policías rasos, porque ellos sí que son la carne de cañón en la batalla y sólo tienen que obedecer.
Si alguien desea examinar la historia de las FFAA colombianas, en su acción violenta contra sus mismos hermanos de la clase popular, hay que ir al siglo pasado, sólo para tomar el último pedazo de la historia, y estudiar lo ocurrido en la Masacre de Las Bananeras de 1928, pasando luego por los años que antecedieron al asesinato de Gaitán, lo ocurrido después de ella en particular hasta 1957 y lo que sobrevino comenzando la década de los 60, hasta el presente.
Es evidente que las luchas populares en estos 88 años, recibieron una respuesta violenta desde el Estado, ejecutada por las FFAA.
La responsable es la clase dominante colombiana, quien debe asumir su responsabilidad con las víctimas. El solo hecho de reconocer públicamente su responsabilidad en la conducción de la vida de la sociedad colombiana, sería un paso importante para esa paz, que hoy seguimos anhelando las y los colombianos.
Lo que ensombrece el panorama en todo esto, es que esa oligarquía cuando se trata de responderle a las víctimas del conflicto, en vez de tener talante y poner la cara, recurre a leguleyadas, en lo cual es experta, para bajarle perfil a su responsabilidad y buscar culpables sin inmutarse; por esto es tan difícil lograr la paz en Colombia, por la persistencia del “borrón y cuenta nueva”, que perpetua la impunidad, y acrecienta los daños políticos, sociales y humanos hacia el futuro.
Si las estructuras del Estado, sus gobiernos y sin duda alguna, quienes los hemos adversado, no asumimos con altura un análisis a fondo de las causas de la violencia y nuestra conducta en ello, la paz que tanto se pregona, no será la que nos de tranquilidad, fraternidad y plenitud en los años venideros.
Desde dentro de las FFAA colombianas debe surgir una expresión critica, valiente y patriótica, que sea capaz de reivindicar ante las mayorías de la sociedad, sus identidades con ella y renunciar a ser el instrumento que vea en ellas a su enemigo interno; casi un siglo de violencia es suficiente para mirar la realidad de una manera distinta a como lo hacen los instructores estadounidenses, ingleses e israelíes; cuyos jefes bastante tienen que enmendar en su conducta frente a los pueblos del mundo.
Reciban con espíritu abierto estas reflexiones, las cuales aspiro a compartir personalmente con muchos de Ustedes, cuando haya terminado la oscura noche de este amargo conflicto, que nos ha colocado, siendo hermanos, en orillas opuestas.
Les desea un próspero año nuevo,
Nicolás Rodríguez Bautista.
Primer comandante del ELN