Iván Ríos no alcanzó un metro sesenta de estatura y jamás perdió la sonrisa bondadosa. Sabía bien que la grandeza de los hombres no se mide por la longitud o el peso de su cuerpo, sino por su capacidad de entrega a los ideales de humanidad y justicia. De talento y corazón inmensos, dio lo mejor de su vida a la lucha revolucionaria, con una dedicación casi mística, a la que sólo la muerte pudo poner freno en su momento más brillante.
Formado en un apacible hogar antioqueño encabezado por un militar de carrera, graduado en ciencias económicas en la Universidad de Antioquia, optó por dejar atrás las mieles de un porvenir asegurado, a cambio de los sobresaltos de la vida guerrillera en las filas de las FARC. De sus primeros años como combatiente de base, gracias a su abnegación y modestia, logró encumbrarse a las posiciones más altas de la insurgencia colombiana.
Allí habría de sorprenderlo una celada de sus enemigos, en una acción repugnante que bien podría agregarse a lo que Borges denominó historia universal de la infamia. Cinco mil millones de pesos era el precio puesto a su cabeza por parte de los soberbios pregoneros de la falsa democracia colombiana, empeñados en presentar cínicamente la evidencia de su ruindad como una acción heroica de sus estrategas de la guerra y el terror.
Amante de las cosas sencillas de la vida, Iván se conmovía con la belleza de un paisaje en la montaña o el dulce trinar de un pajarillo entre la jungla. Pero sobretodo se indignaba con la injusticia, con la prepotencia del poder, con la avalancha criminal largamente aplicada por el Estado colombiano contra millones de sus más humildes hijos. Y se empeñaba en combatirla, sembrando conciencia, organización y lucha entre su pueblo.
Con la misma devoción con que asumía cualquier tarea de educación popular y guerrillera, Iván Ríos se aplicó a la solución de las más grandes dificultades. Ejerció durante varios años en condición de Ayudantía del Estado Mayor Central, hasta que por méritos propios paso a ocupar un merecido lugar en éste. Lo vimos en los diálogos del Caguán, al frente de la Comisión Temática, en ejercicio de su labor política y estremeciendo escenarios con su vibrante oratoria.
Ya en su condición de más joven integrante del Secretariado Nacional de las FARC-EP, Iván emprendería su marcha final del Caquetá al noroeste del país, tomando entre sus manos la dirección del Bloque José María Córdoba, cruzando por varios departamentos y enfrentando con éxito la gigantesca arremetida militar en su contra. Sólo la mano traidora inspirada por el ministerio de defensa truncaría su paso victorioso.
Ocho años después de su trágico final, rendimos sincero y sentido homenaje a su memoria. El comandante y camarada Iván Ríos no pereció en Aguadas, sino que desde allí emprendió el camino a la inmortalidad. Sus ideas y su ejemplo permanecen vivos y activos en la gran familia fariana, trabajando siempre por la paz para Colombia, la democracia, la soberanía y la justicia social. Vivirás para siempre, Iván, y nos acompañarás a la hora del triunfo.
SECRETARIADO DEL ESTADO MAYOR CENTRAL DE LAS FARC-EP