Entrevista a Enrique Guatemala, representante del FMLN en México (Proceso)

EL FMLN ASEGURA QUE EL EMBAJADOR DE EU DECIDIÓ ELIMINAR A DUARTE

Por Anne Marie Mergier

El resultado de las elecciones que se efectuaron el 28 de marzo, en plena guerra civil, en El Salvador, sigue monopolizando la atención de la prensa y los medios políticos internacionales.

El virtual desplazamiento del democratacristiano Napoleón Duarte y la unificación de los cinco partidos de ultraderecha para hacer mayoría en la nueva Asamblea Constituyente plantean, al igual que “la euforia” del gobierno de Estados Unidos, nuevas y graves interrogantes sobre la evolución de la crisis salvadoreña y el equilibrio de la región centroamericana.

Lo subraya Enrique Guatemala, representante permanente del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), en México:
“Los resultados de las elecciones que la derecha y la ultraderecha salvadoreñas y la administración Reagan se empeñaron en celebrar en nuestro país son claros: Napoleón Duarte ha sido virtualmente eliminado del poder y son los sectores fascistas, civiles y militares, los que van a asumir un control mucho más directo y abierto del país”.

De acuerdo con Guatemala, el desplazamiento de Napoleón Duarte no se efectuó el 28 de marzo, sino al día siguiente de los extraños comicios, en la casa del embajador de Estados Unidos en San Salvador, Dean Hinton.

“El diplomático —asegura el joven representante del FMLN— invitó o convocó a comer a los seis líderes de los partidos que se presentaron a las elecciones. Allí, Hinton tuvo que reconocer que no se podía lograr una homogeneidad en torno de la Democracia Cristiana y, concretamente de la figura de Napoleón Duarte, y entendió que la administración Reagan tenía que cambiar de aliados”.

— El FMLN señaló repetidas veces, antes de las elecciones, que la meta del gobierno de Estados Unidos era legitimizar a Duarte a través de esos comicios ¿Consideran, entonces, que la eliminación de Duarte es un fracaso para el gobierno norteamericano?
—No. No hay que olvidar nunca que la administración Reagan maneja varias cartas a la vez, tanto en nuestro país como en la región centroamericana: mientras por un lado apoyaba abiertamente a Duarte, por otro seguía en contacto con los sectores de ultraderecha y no descartaba la posibilidad de llegar a un entendimiento. Esto se hizo más obvio en vísperas de las elecciones. La administración Reagan sabía, de antemano, que el proyecto elaborado alrededor de Duarte se le escapaba de las manos. Sabía que la Democracia Cristiana tenía muy pocas posibilidades de obtener la mayoría en el seno de la Asamblea Constituyente. Afianzó, por lo tanto, sus relaciones con los otros partidos de derecha, para poder garantizar su proyecto militar de recambio en nuestro país, un proyecto militar todavía más abierto. Es cierto que para el gobierno de Estados Unidos hubiera sido más provechoso que se legitimara a Napoleón Duarte. Pero ante la imposibilidad de lograrlo está dispuesto a pactar con la ultraderecha Eso es claro.

—¿El mayor D’Aubuisson es, entonces, en cierta forma, el ganador real de los comicios?
—Aunque lo parezca, en realidad no lo es: D’Aubuisson está demasiado desprestigiado a nivel internacional, inclusive en Estados Unidos, como para poder asumir, directamente, el poder. Será imprescindible para los intereses norteamericanos buscar una cobertura que opaque, al menos, la terrible imagen que tiene D’Aubuisson.

—No abundan, sin embargo, figuras políticas y civiles que puedan cumplir con ese papel en El Salvador.
—En realidad, los Estados Unidos han mantenido algunas cartas dentro de la Democracia Cristiana que pueden ser utilizadas muy pronto como una alternativa

—¿Podría dar nombres?
—El actual canciller salvadoreño, Fidel Chávez Mena: siempre ha logrado mantenerse al margen de las contradicciones que se han dado últimamente en la cúpula del régimen.

—¿Esta incorporación de otros sectores de la Democracia Cristiana en el nuevo gobierno no provocaría una crisis, una escisión, en ese partido?
—Es posible. Lo que también hay que tomar en cuenta es que, aunque tal vez la administración Reagan piensa que sería bueno que ciertos sectores democristianos participen en el poder, no es seguro que piensen igual los cinco partidos de ultraderecha que se acaban de unificar, precisamente en contra del Demócrata Cristiano. Esta decisión, en todo caso, será determinante para la política de Estados Unidos en las semanas que vienen.

—En caso de que no se incluya a ciertos sectores de la Democracia Cristiana en el nuevo gobierno ¿no será difícil, acaso, que el gobierno norteamericano convenza al Congreso de aumentar la ayuda militar y económica al régimen salvadoreño?
—Es precisamente allí donde radica la debilidad de este otro proyecto norteamericano. Sabemos, sin embargo, que el gobierno de Estados Unidos está dispuesto a implementar su estrategia a toda costa: con o sin la Democracia Cristiana

—En síntesis, ¿cuál es este proyecto, según el FMLN?
—A través de las elecciones que se acaban de celebrar en El Salvador y de la propaganda que se hizo a nivel internacional alrededor de ellas, los Estados Unidos buscan ganar, en definitiva, un espacio político en nuestro país que les permita reincorporar las fuerzas militares entrenadas en los Estados Unidos, profundizar su ayuda militar y ganar algún consenso dentro de los países latinoamericanos dispuestos a prestarse a la conformación de una fuerza “interamericana de paz”, cuyo carácter antilatinoamericano estará, así, supuestamente camuflado. La administración Reagan está consciente de que cualquiera que sea la fuerza que asuma el gobierno en El Salvador, es imposible derrotar militarmente al FMLN. Esto es ya evidente. Es muy posible, así, que “el gobierno” que emerja de las elecciones invoque el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, el TIAR. Ese es el objetivo fundamental de los Estados Unidos, el único. Es eso lo que trataron de cubrir las elecciones.

—En otra palabras, el gobierno norteamericano, a juicio del FMLN, está planeando una intervención directa y masiva en El Salvador, al tiempo que parece dispuesto a platicar eventualmente con los dirigentes opositores salvadoreños, nicaragüenses y cubanos.
—Así es. Nosotros vamos, inclusive, más allá: consideramos que los Estados Unidos están manejando sin sinceridad y con fines propagandísticos la posibilidad de pláticas con Nicaragua y Cuba. Lo hacen para dar más fuerza al llamado proceso electoral salvadoreño y encubrir la solución militar que están implementando. En estos momentos, más que nunca, la posibilidad de una invasión a El Salvador es real.

—¿Es inevitable?
—Depende, en mucho, de nuestras acciones políticas y militares, de nuestra capacidad de hacer ver claramente a los pueblos y los gobiernos del mundo lo que está en juego en nuestro país Tenemos que lograr, con el apoyo internacional, que la administración Reagan cambie de actitud hacia El Salvador. Tiene que entender, de una vez por todas, que nada se solucionará en nuestro país, que bien nuestro es y no del gobierno norteamericano, mientras no se considere al FMLN-FDR como una fuerza política y militar con la cual hay que contar. De nada sirven las elecciones como las que se acaban de efectuar, ni el gobierno que se está gestando, con o sin la Democracia Cristiana: nada de eso resuelve, en absoluto, la crisis estructural que sacude a nuestro país

—Parte de la prensa internacional y sectores no hostiles al FMLN-FDR consideran, sin embargo, que las elecciones han sido un “revés propagandístico” para la oposición salvadoreña y que esto podría afectar parte de la solidaridad internacional, con la cual han contado hasta ahora.
—Lo que la prensa internacional olvida recalcar a veces es que esas elecciones se hicieron en condiciones de guerra, que los votantes estaban controlados por el ejército y que no ir a votar, o votar en blanco, significa, automáticamente, condenarse a muerte. Es cierto que la afluencia de votantes rebasó, inclusive, a la que esperaba la misma junta y que se está tratando de utilizar eso contra nosotros. Somos conscientes de eso. En este momento, y sólo en este momento, estamos un poco en una cierta desventaja de propaganda a nivel internacional. Pero no es alarmante. Pasados los primeros días de la euforia, la administración Reagan y los gobiernos que creyeron que las elecciones representaban una solución al conflicto tendrán que cambiar, forzosamente, de actitud. El mismo desarrollo de la situación en El Salvador demostrará la inviabilidad de esas elecciones, que, repito, se realizaron en medio de la guerra. En cuanto a la solidaridad internacional, no disminuirá, al contrario.

—¿Al contrario?
—Tomaré sólo a manera de ejemplo al gobierno de Venezuela. El presidente Luis Herrera Campins ha sido uno de los mayores apoyos de Napoleón Duarte, como es del conocimiento de todo el mundo. Pero no de la junta militar en sí. Al ser eliminado Duarte del gobierno, es evidente que el presidente Herrera Campins redefinirá su política hacia El Salvador. Quiero resaltar, por último, que el hecho de que la ultraderecha sea la fuerza abiertamente hegemónica en el gobierno de El Salvador, en este momento, no puede sino aumentar la solidaridad internacional hacia el FMLN-FDR. Hay algo importante: la presencia de Napoleón Duarte en el gobierno creaba confusión en ciertos países Su eliminación es elocuente: las cartas están sobre la mesa y el verdadero proyecto del gobierno de Estados Unidos en El Salvador está más claro que nunca.
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Fuente: Proceso (México, 3 de abril de 1982).