La Habana, Cuba, Sede de los diálogos de paz, abril 14 de 2016
Hemos estado pensando noche y día, sin cesar, en cómo lograr la paz para Colombia. Y también nos hemos preguntado cuál es la paz que queremos.
Cada colombiano tiene un sueño de paz, y se la imagina desde su propia realidad. Por ejemplo: algunos empresarios y ricos -no todos-, conciben la paz como el paraíso de los negocios donde obtendrán más y más ganancias, más y más poder; pero no saben o poco les importa el sufrimiento de la gente humilde.
Y también nos hemos preguntado cuál es la paz que sueñan los campesinos en el surco bajo la lluvia o bajo el sol; cómo conciben la paz los seis millones de desplazados por la violencia, los pueblos indígenas, las comunidades negras, los desempleados y los pobres en las ciudades, cómo se imaginan la paz los jóvenes, las mujeres y tanta gente que deambula por ahí sin esperanza… y entonces pensamos en los 30 millones de pobres, en la desigualdad y en la miseria que debiéramos superar.
La paz que soñamos los guerrilleros es la misma que anhela la gran mayoría de la gente. Esa paz tiene contenidos comunes como agua, salud, educación, trabajo, vida digna, libertad, carreteras, puentes, mercadeo… que no se mate a nadie por sus ideas políticas, que se tenga en cuenta la opinión de la gente, que haya tolerancia… y que protejamos el medio ambiente… Y a propósito, salvemos a Caño Cristales; no permitamos que HUPECOL destruya esa maravilla natural que pertenece a todos los que nacimos en este suelo y pertenece al mundo.
Y a propósito de los temas que estamos discutiendo por estos días en la Mesa, buscando presentar al país un paquete de acuerdo en torno al Cese al fuego y las hostilidades, Dejación de armas, paramilitarismo y garantías de seguridad, queremos decir unas pocas palabras:
Algunos se molestan porque hemos dicho que no habrá entrega de armas, pero no escuchan bien o no quieren escuchar, que lo que las FARC están diciendo es que habrá Dejación de las armas. Nuestro compromiso es hacer política sin armas, esperando que las que la sociedad ha confiado a los agentes del Estado no se vuelvan a utilizar contra su propio pueblo. Solo pedimos un Nunca más.
Pero queremos saber quiénes están impulsando el paramilitarismo. Las autoridades tienen la obligación de darle esta respuesta al país. Hay un ministro que no se cansa de repetir que el paramilitarismo es un fantasma, que no existe, pero entonces ¿quiénes están matando a los defensores de derechos humanos, a reclamantes de tierras y a líderes opositores? Muchos de estos asesinatos han tenido lugar en escenarios fuera del alcance del Clan Úsuga. No estamos contra los paramilitares como seres humanos… lo que queremos es que se acabe el paramilitarismo.
La inseguridad en las ciudades nada tiene que ver con la guerrilla; pero lo que sí es seguro es que en lo fundamental tiene que ver con la inequidad social. No puede haber paz con corrupción. Juego limpio, por favor. No más negocios escondidos, ni “Panamá papers” para evadir impuestos en nuestro país. No mas saqueo de nuestras riquezas naturales. No mas robos impunes del erario público.
La paz no se construye con la mirada fija en las encuestas; queremos la paz, y la alcanzaremos con la participación de todos, pero no nos movemos por encuestas.
Finalmente, queremos garantizarle al pueblo colombiano, que queremos dejar las armas, pero no nuestras vidas.