La Habana, Cuba, sede de los Diálogos de paz, junio 26 de 2016
Compañeros y compañeras:
Luis Fernando Arias Consejero Mayor de la ONIC
Miriam Chamorro Autoridades Tradicionales Gobierno Mayor
Leonor Zalabata Confederación Indígena Tayrona (CIT)
Robinson López (OPIAC)
Julio Cesar López (OZIP)
Luis Evelis Andrade (CAMIZBA)
Constituye para las FARC-EP motivo de gran satisfacción poder escuchar en la Mesa de conversaciones de La Habana a las organizaciones de los pueblos indígenas de Colombia, cuyas luchas heroicas, persistentes, los han posicionado como factor decisivo para lograr nuestra reconciliación, concitando con ello la admiración y la solidaridad del país nacional.
En el mes de febrero cuando realizamos la pedagogía de Paz en el municipio de Fonseca, Guajira, Saúl Carrillo, destacado vocero de los pueblos indígenas, dirigiéndose a la Delegación de Paz de las FARC que hizo presencia en el corregimiento de Conejo, expresó con resolución y vehemencia “que los pueblos indígenas de Colombia respaldan irrestrictamente el proceso de paz”.
“Les manifestamos-aseguró en aquel memorable encuentro- que compartimos, que aceptamos, que añoramos y que deseamos la paz en todos los territorios indígenas de los pueblos que hoy ocupan la territorialidad en nuestra madre tierra, y sobre todo en este país, Colombia. Pero también les decimos, y les pedimos a ustedes, como miembros del Secretariado de las FARC, y a los delegados del Gobierno Nacional, que nosotros como pueblo indígena requerimos y solicitamos hacer parte de este proceso de paz, para que se nos consulte, se no atienda y se nos defina de qué manera se va a respetar nuestra autonomía como territorios indígenas”.
“Queremos sentarnos con ustedes, para que dé la mejor manera -reiteraba el líder-, con nuestros aportes, con nuestras sanas intenciones, hagamos un proceso de paz transparente y de frente a la nación. Es una gran petición que hacemos en nombre del pueblo indígena de Colombia”.
En esa ocasión, en medio de la multitud, anunció la determinación de venir a Cuba con una comisión de los pueblos indígena para hablar de paz, definir criterios y posiciones de administración y respeto a sus territorios.
Nada que desconozca esta aspiración legítima ha sido desatendida por la Mesa de La Habana. Las propuestas de las FARC han sido precisas respecto a los intereses étnicos. Así lo testimonian las propuestas que hemos traído a Mesa: Todo el Capítulo Cuarto de las 100 Propuestas Mínimas para la Reforma Rural Integral presentadas por las FARC-EP, está dedicado a la reivindicación de exigencias del movimiento indígena como el reconocimiento del derecho a la tierra y el territorio de los pueblos originarios, la titulación colectiva de tierras, la validación y apoyo extraordinario a los planes de vida.
Reiteramos nuestra plena disposición no solo a escucharlos, sino a exigir que queden plasmados sus anhelos como compromiso cierto en los papeles de la paz.
En este sentido pedimos a los plenipotenciarios del Gobierno revisar lo que sea necesario para asegurar en el contenido de lo acordado hasta hoy, la plena satisfacción de las justas demandas de los hermanos indígenas de Colombia.
El pasado 14 de junio, el Gobernador Nasa Kwe´sxKiwe, Fernando Fabio Muñoz Palta, escribió desde el Putumayo una carta dirigida al Presidente Juan Manuel Santos y al comandante máximo de las FARC, Timoleón Jiménez, en la que pide atención a las demandas de su comunidad, que en asamblea general del 21 de mayo, reclama que sus territorios adquieran categoría jurídica, y ofrecen sus espacios ancestrales como Territorios de Paz, como muestra de un aporte concreto al momento histórico por el que atraviesa el país.
Nos dice el Gobernador indígena que ellos creen en la reconciliación basada en la verdad y la generosidad de todos y todas, y que sus territorios con sus habitantes, están listos para la construcción de la paz en una democracia profunda de justicia social y ambiental.
Gobernador Nasa, Fernando Fabio Muñoz, las FARC acogen con beneplácito su propuesta.
Las versiones que echaron a andar ciertas personas sin consideraciones éticas, en el sentido de que estábamos en contra de Mesa Étnica están edificadas sobre terreno deleznable y mentiroso. Creen algunos, acostumbrados a engañar toda la vida, que a los pueblos indígenas se les puede embrollar por los siglos de los siglos. No, no! Nuestros hermanos originarios tienen una visión clara de nuevo país, y se juegan la vida en la movilización por sus derechos, en la minga y en la protesta para que Colombia se convierta en una patria justa, para que se acabe la demagogia, se construya una alternativa política de mayorías y se produzca la reconstrucción moral de la República.
Para las FARC, los pueblos indígenas son víctimas y sobrevivientes de una histórica exclusión y opresión, de despojo de sus tierras, de arrasamiento de sus tradiciones, de invisibilización política, la negación cultural y la agresión en el contexto del conflicto. Son indígenas los que mueren de hambre en La Guajira, son indígenas los expropiados en Vichada, son indígenas y sus hijos los que deambulan en las grandes capitales en medio de la pobreza. Pero también son indígenas los que marchan dignamente por las carreteras de la patria exigiendo justicia.
Por esto, en nuestras múltiples propuestas hemos buscado recoger las reivindicaciones fundamentales del movimiento indígena. No hay nada en lo propuesto por las FARC en la Mesa, ni en lo acordado en La Habana, que altere los derechos adquiridos de las comunidades indígenas, sino por el contrario, se ha abierto una gigantesca veta de posibilidades para avanzar en el reconocimiento y fortalecimiento de nuestros pueblos ancestrales, como actores protagónicos para la construcción de la paz.
Precisamente, porque conocemos a los pueblos indígenas, -de los que muchos de sus mejores hijos militan en nuestras filas-, sabemos que la bandera de la paz, es un anhelo colectivo de los colombianos sin distinción de razas. Los indígenas no son enemigos de la paz, ni la paz enemiga de los indígenas. Debe ser esta la oportunidad, para unir la patria bajo la bandera de la reconciliación y el fin de la guerra desde la multiculturalidad propia de Nuestra América, con la decidida y necesaria participación de los pueblos indígenas, sus autoridades tradicionales y sus múltiples expresiones de lucha y organización.
Un punto de partida debe ser profundizar la pedagogía de paz, en medio de malintencionadas tergiversaciones, que pretenden presentar los acuerdos de La Habana como una afrenta en contra de los pueblos indígenas y afros. Dos principios atraviesan todos los acuerdos firmados: En primer lugar, la universalidad de su implementación hace que los indígenas que habitan en sus territorios queden cobijados dentro de la definición de comunidades rurales, y sean beneficiarios del conjunto de los puntos acordados. Y en segunda instancia, que como se menciona expresamente en lo firmado, ninguno de los aspectos definidos pueden ir en detrimento de los derechos adquiridos de los pueblos indígenas y/o comunidades negras.
Pensamos que el movimiento indígena puede aportar decididamente a la culminación del proceso de paz y la implementación de los acuerdos. No es hora de divisiones, sino de unidad y cohesión. Como diría el Libertador Simón Bolívar: Unidos seremos fuertes y mereceremos respeto; divididos y aislados, pereceremos.
El Acuerdo Final, solo es posible con el creciente apoyo de todas las expresiones sociales; por ello los convocamos a contribuir en la construcción de los acuerdos, los invitamos a refrendar la paz, pero ante todo los invitamos a confluir con el conjunto del pueblo colombiano como poder constituyente, dando forma prontamente a una nueva Carta Magna, que desde la ampliación del reconocimiento de la diversidad étnica y cultural de nuestro país, selle definitivamente la reconciliación de los colombianos y colombianas.