El Ejército de Liberación Nacional, hace un llamamiento a todas y todos los colombianos amantes de la paz, a continuar con mucha decisión, a organizarse y movilizarse para participar de manera decidida en el proceso de paz y en la Mesa pública de diálogo, que a la fecha debería estar abierta, en Quito la capital de la hermana República de Ecuador.
Las organizaciones populares y sociales no deben esperar las formalidades que se establezcan entre las Partes, sino que desde ya deben unirse y organizarse en torno a los motivos y objetivos, que tienen para participar en el proceso de paz, para vincularse a la movilización ciudadana motivada por la esperanza de lograr una solución política del conflicto.
Los avances que ya existen deben seguirse desarrollando y fortaleciendo, convocando a nuevos sectores de colombianos, que aún no estén vinculados a los procesos de paz.
En este histórico momento, consideramos necesario expresar unas precisiones, sobre la paz justa y duradera, que queremos para Colombia:
No se trata solo de silenciar las armas de la insurgencia, tal como se lo ha propuesto el régimen dominante, a cambio de unas cuantas promesas, mientras reafirma el salvaje modelo capitalista neoliberal, cuando es precisamente este modelo económico social, el responsable de la tragedia que viven Colombia y los países donde lo aplican; porque es inhumano, excluyente, bárbaro y al servicio de una ínfima minoría de súper multimillonarios, que controlan y someten por la fuerza a las grandes mayorías.
Un modelo de paz que no afecte las estructuras económicas y política del régimen, es una mentira y no podemos disfrazarla. Por ello, el clamor que levantan las movilizaciones ciudadanas, de que “la paz son cambios”, es el principal objetivo de un proceso de paz para Colombia.
Cuando hacemos énfasis en que es indispensable que la sociedad, sobre todo la excluida del poder, participe en el proceso de paz, es porque los cambios se logran en un proceso de lucha por la paz, que debe comenzar desde ahora y no dejarla para un momento posterior, a los acuerdos entre el gobierno y la insurgencia.
El gobierno de Santos avanza en dirección contraria a la paz, porque al tiempo que negocia con la insurgencia, hace nuevas leyes para entregar las riquezas nacionales a la voracidad del capital foráneo; y penaliza el derecho a la protesta, cuando entrega facultades exageradas a la policía corrupta, para que de trato de guerra a las movilizaciones populares; al tiempo que sigue incumpliendo los compromisos que adquiere con el pueblo movilizado, con lo que da origen a nuevas movilizaciones y protestas; en un interminable circulo vicioso, que hunde la sociedad colombiana en el desespero y la polarización.
Buscamos aportar a lograr una paz justa y duradera, más allá de la que está ofreciendo una parte del régimen y que ni tan siquiera así le sirve, a la otra parte, la recalcitrante de la extrema derecha, que tan sólo persigue la paz de los sepulcros.
Nuestro compromiso por la paz y el diálogo es parte esencial de nuestro pensamiento y práctica política, porque estamos convencidos que es el mejor camino, para que las y los colombianos alcancemos una salida política al conflicto. Serán la vida y los hechos los que demostrarán quienes en Colombia, tienen una voluntad de paz por convicción y no, por conveniencias del momento.