Por una cultura de paz basada en la resistencia

POR UNA CULTURA DE PAZ BASADA EN LA RESISTENCIA*

La semana anterior, el vice presidente Vargas Lleras con energía dijo que “las tarifas ni el costo de los peajes estaban en negociación”, con los trabajadores camioneros, que se encuentran en un paro nacional, que ya pasa del mes; movilizados en más de 100 sitios de toda Colombia.

Por otro lado, el presidente Santos envió al Ministro de transporte, dizque a negociar con los voceros de los camioneros, en largas jornadas de debate estéril; que ya el vice presidente anunció, en qué van a concluir.

Para cualquier observador, esta contradicción visible entre altos burócratas del gobierno, estaría demostrando que el uno desautoriza al otro... pero no, no es así. Esta es una maniobra típica de este régimen, quien por un lado anuncia diálogo y promesas de cambio; mientras por el otro, traza “líneas rojas”, intocables, para señalar los asuntos inamovibles, que no son objeto de debate ni de cambio.

Si tener voluntad de paz es demostrar voluntad de cambio, la costumbre de marcar territorio con numerosas “líneas rojas”, dentro de las cuales se atrinchera la minoría dominante; es una expresión contraria a la paz, que tanto cacarea la retórica del gobierno de Santos.

En la realidad de la vida de cada colombiano, pesa más la costumbre de no cambiar que tiene la elite gobernante, así la camufle con convocatorias al diálogo, la concertación y la reconciliación. Los que son acompañados por llamados a la “tolerancia”, dirigidos a que las mayoría de empobrecidos y excluidos no se resistan al despojo, ni se indignen por la vida miserable a que son sometidos.

Dentro de estas maniobras del régimen, el diálogo está dirigido a ser un medio de desgaste, dilación y desmovilización; con el que no se resuelven los problemas, sino que por el contrario, apenas los congela por un tiempo, mientras siguen creciendo, hasta que más adelante les estallan en las manos.

En los inicios del Frente nacional (1958-1974) -el pacto para repartirse el gobierno entre los dos partidos tradicionales-, un gobernante estadounidense elogió a la minoría dominante en Colombia, porque “sabía ceder el anillo, para no perder el dedo”; esta supuesta voluntad de ceder privilegios, sólo ocurre cuando se trata de redistribuir poder, al interior de la misma oligarquía; pero nunca funciona cuando hay que reconocer y otorgarle los derechos a las mayorías, porque ahí es cuando aparecen las “líneas rojas”.

Un gobierno en favor de la minoría súper millonaria, lo llaman plutocracia, que constituye la expresión más viva de la anti democracia; la cual para sostenerse requiere de altas dosis de represión legal e ilegal; que los pueblos confrontamos con la resistencia legítima, haciendo uso del derecho de rebelión.

Las fuerza populares en Colombia, llevamos muchas décadas confrontando la alianza siniestra de la oligarquía con el imperialismo norteamericano, que nos ha permitido desarrollar una “Cultura de paz basada en la resistencia”. Si la alianza que nos oprime y explota desea pactar una solución política, tendrá una respuesta positiva, pero si quiere mantener el despojo y la indignidad del pueblo, la respuesta popular siempre será la resistencia.
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* Editorial de la Revista Insurrección Nº 537.