La Habana, Cuba, sede de los Diálogos de paz, agosto 5 de 2016
La firma de los protocolos para hacer efectivo los acuerdos de cese al fuego y hostilidades bilateral y definitivo, y los relacionados con el proceso de Dejación de armas, es una nueva y contundente señal, de que el proceso de paz de Colombia sigue su marcha ineluctable hacia el Acuerdo Final, pese al fuego enloquecido de los enemigos de la paz, que quieren hacerlo fracasar por razones políticas caprichosas, desprovistas de sentido común y todo sentimiento de humanidad.
No podrán contra la voluntad nacional. No podrán. La reconciliación enarbolada por millones de compatriotas, ondea más alto que las escazas banderas negras que hoy evocan al fascismo.
La reconciliación exige de todos los involucrados en el conflicto, verdad y reconocimiento de responsabilidades para acceder a la justicia restaurativa, pero por lo visto hay algunos protagonistas que prefieren silenciar con el ruido de la guerra, la verdad sobre las causas y los responsables del conflicto.
Qué duro resulta finiquitar un acuerdo para construir la paz. Unos la quieren gratis; otros intentan montar trampas jurídicas para impedir que los comandantes de la guerrilla participen en política; más allá otros quieren, a través de artimañas, acaparar, ellos solos, los recursos de la implementación y su destino; el presupuesto de 2017, por ejemplo, reduce la inversión social y pareciera no tener en cuenta los requerimientos de la paz; y también hay otros que apremian con los tiempos, pero niegan un gesto mínimo como aporte a la reconciliación de Colombia.
Cerrados los acuerdos, la clave está en la implementación, y ella debe darse con la máxima participación de la ciudadanía, porque su protagonismo no puede limitarse a la refrendación. Estos mecanismos tendrán capacidad y poder de ejecución y estarán conformados por representantes de las partes y de la sociedad según el caso”, como dice la Agenda.
Todo esto es posible, pero se requiere la seguridad jurídica y el desarrollo normativo de los acuerdos para que no queden como letra muerta o una vana ilusión, que desemboque en el desengaño, como ha ocurrido con otros compromisos y en otros procesos. Porque de lo que se trata es de dejar sentadas las bases para darle paso a la acción del constituyente primario que es el pueblo.
Hay que poner en marcha las garantías y mecanismos de seguridad que se han pactado sobre el punto de fin de conflicto.
Los protocolos que hoy se firman, en tanto implican bilateralidad, aplican para ambas partes.
Empieza, entonces, el planeamiento y ejecución necesarios para el despliegue del mecanismo de monitoreo y verificación en todos los niveles, la adopción de los mecanismos en el terreno, el funcionamiento de zonas y puntos, y los lineamientos para el proceso de la dejación de las armas. Se debe tomar en cuenta, eso sí, que los pasos sustanciales en lo que respecta al desplazamiento de la insurgencia hacia las zonas y puntos veredales transitorios de normalización, y la dejación de armas, están supeditados a la puesta en vigor de las normas que garanticen la seguridad jurídica, social y política de la insurgencia. Deberá en consecuencia estar refrendado y en efectivo desarrollo el Acuerdo Final.
Haciendo una síntesis de lo firmado podemos decir que los Protocolos definen con precisión los compromisos bilaterales para la materialización en el terreno del CFHBD y del proceso de dejación de armas, incluyendo las funciones del Mecanismo de Monitoreo y Verificación y de la Misión Política No Armada de NNUU que conforma su Componente Internacional, así como los aspectos relacionados con logística, abastecimiento, comunicaciones, transporte, etc., determinando en detalle el ámbito de actuación y el alcance del mencionado mecanismo, las responsabilidades de su componente internacional, como los criterios de transparencia, credibilidad y confianza para la ejecución del procedimiento.
Considerando la importancia fundamental que debe tener la población en la implementación del Acuerdo Logrado, el mecanismo en las zonas tendrá contacto directo con cada comunidad implicada, con las organizaciones sociales y políticas, y con la institucionalidad del Estado a nivel local, regional y nacional, para que de conjunto contribuyan en las actividades que se desplieguen, aportando información, ayudando en la difusión de los informes a la opinión pública y presentando propuestas y sugerencias.
Con esta misma visión, debemos precisar, que dentro de las Zonas y puntos Transitorios de Normalización, se garantiza el funcionamiento de las autoridades civiles y el libre acceso de cualquier ciudadano y de los medios de comunicación, sin ninguna limitación, excepción hecha de los campamentos donde se encuentra el grueso de las unidades guerrilleras armadas. Y a propósito de los medios, importante sería su vinculación propositiva apoyando y alentando la conquista de la paz.
Según los protocolos, se capacitará y certificará en una primera fase a los integrantes de las FARC y del Gobierno seleccionados por las partes para integrar el mecanismo de monitoreo y verificación, que dispondrá de un tiempo para acoplarse previo a su despliegue. El componente internacional recibirá de las partes los nombres de sus elegidos para esta misión.
Llegado el momento, FARC y Gobierno ordenaran a sus propias tropas el Cese al Fuego y de Hostilidades bilateral y definitivo.
Esperanzados en un pronto avance sobre los importantes temas que restan por acordar en la Mesa de Diálogos, e impulsados por la fuerza vinculante de lo pactado, nos preparamos desde ya para poder dar inicio al tan anhelado Cese al Fuego y de Hostilidades Bilateral y Definitivo, bandera que enarbolamos las FARC-EP desde el mismo inicio del proceso de paz, pensando en el favorecimiento de quienes padecen los dolores de la guerra. En consecuencia, se encuentran listos los guerrilleros y guerrilleras que deben hacer parte del Mecanismo de Monitoreo y Verificación, se ha conformado el Componente Internacional del mecanismo mandatado por Resolución 2261 del Consejo de Seguridad de NNUU, y estamos prestos para el despliegue de las instancias locales y regionales definidas, todo lo cual configura, gracias al esfuerzo denodado de millones de colombianos y colombianas, una perspectiva de avance que permite decir que cada día la meta del acuerdo final se acerca más y más.
Cerramos estas reflexiones haciendo un reconocimiento a la intensa actividad de construcción de este acuerdo realizado en el marco de la subcomisión técnica, tanto por el equipo de altos oficiales de las Fuerzas Armadas designados por el Gobierno, en cabeza del General Javier Flórez, como por el equipo de comandantes guerrilleros designados por las FARC-EP para esta misión, liderados por Carlos Antonio Losada.
La labor conjunta en la que ambas partes han mostrado el deseo franco por alcanzar la paz, muestra que sí es posible una Colombia nueva en la que las armas, la voluntad y la conciencia de la Fuerza Pública, pueden tomar el rumbo de la defensa de los intereses ciudadanos y de la justicia social, por la que tanto clamó y luchó nuestro Padre Libertador.