La constitución cubana de 1976 fijó en su preámbulo el sueño de José Martí, “Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”. La temprana muerte del apóstol en Dos Ríos le impidió ver coronado su propósito, pero no pudo evitar que su idea fuera recogida por el otro gran hombre de Cuba, Fidel, a quien la naturaleza, la historia y la lucha le confirieron la gloria de hacer realidad esa bella consigna en su patria.
Hoy, en su cumpleaños noventa, llegan a nuestra mente las sentidas palabras del Comandante, pronunciadas en el acto con el que Cuba entera rindió homenaje a Ernesto Guevara de la Serna tras conocerse la noticia de su asesinato. Valiéndonos de su verbo, y con su misma seguridad, declaramos que si nos preguntan por el modelo del hombre nuevo, por el paradigma del revolucionario y el estadista universal, sin dudarlo responderemos Fidel, siempre Fidel.
Es que si las dimensiones de un ser humano se miden por el tamaño de los enemigos que lo odian y hubieran querido vencerlo, quizás ninguno podría sumar tantos y tan perversos como Fidel. El imperialismo norteamericano, con todo su poderío y arrogancia, los más grandes tiranos que han asolado al mundo en las últimas seis décadas, las más crueles entre las mafias, la furia del capital y el latifundio de los cinco continentes. Ni todos juntos pudieron nada nunca contra él.
Y al mismo tiempo, si la magnitud de un alma humana se midiera por los seres que la aman, la admiran y la aplauden, muy pocos podrían competir con Fidel en la enorme adoración y el singular respeto que le profesan sin excepción todos los pueblos del mundo. Niños, hombres, mujeres y ancianos de Asia, África, Nuestra América y hasta en el mismo imperio se unen emocionados para agradecer su solidaridad, el respaldo a sus causas, su voz de aliento y su desprendimiento.
Cuenta la historia que Bolívar montado en su caballo en los Andes atisbaba el horizonte soñando con llegar con su ejército libertador al Brasil, a Cuba y la Florida para llevarles la llama de la independencia y la justicia. Esa mítica figura sirvió a Fidel a su vez para soñar con llevar la misma bandera, con los nombres de revolución y socialismo, hasta el extremo sur de la América Latina, e incluso más allá del Atlántico, al África negra sojuzgada y pisoteada.
Por eso Cuba entera se halla hoy de fiesta, recibiendo mensajes de felicitación desde los más recónditos lugares del planeta. Fidel cumple noventa años y desde la memoria eterna lo acompañan los grandes revolucionarios del pasado. A ellos, a las personalidades mundiales, regionales y locales, a la inmensa multitud de voces que entonan el cumpleaños feliz en todo el orbe, unimos nuestra más sincera y apoteósica felicitación proletaria, revolucionaria y bolivariana.
Las FARC-EP, alzadas en armas en Colombia contra un régimen antidemocrático y violento, nos hallamos en La Habana, en conversaciones con el gobierno de nuestro país, con miras a conseguir el fin del conflicto y de las causas que lo originaron. Sobra recordar el papel que en esta solución política y civilizada ha desempeñado la histórica dirigencia de la revolución cubana. A Fidel, queremos ofrecerle la paz en nuestro país, como el mejor regalo de aniversario. Gracias por existir, Comandante.
Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP