Tras la aparición de las cartillas que “promueven el respeto a la diversidad sexual y la convivencia armónica en los colegios del país” las expresiones más conservadoras de la clase gobernante encabezadas por el Senador Uribe y el procurador Ordoñes, se fueron lanza en ristre contra el Gobierno, usando la mentira y la manipulación; logrando movilizar, principalmente a estudiantes de colegios y padres de familia, en una jugada perversa que puede calificarse de una acción política sin reglas del juego.
En este episodio vemos claro que la mentira, la manipulación y el uso de parte de los Medios de Comunicación, son tomados por una fracción de la clase gobernante contra la otra. Acá cabe preguntarse, si entre ellos se da ese trato, cuando las diferencias están en asuntos de la táctica, ¿qué puede seguirse esperando del manejo de la clase en el poder contra la verdadera oposición política?
Es absolutamente normal que la humanidad viva en medio de las diferencias, pero lo que demuestra este episodio donde sin dudas hay diferencias de por dónde encaminar la educación, es que Uribe capitaneando las diferencias, manipula, dice mentiras y va más allá de lo referido a la educación y ataca el proceso de paz, ese es su verdadero propósito.
La política al servicio de intereses de grupos económicos y de poder, pasa por encima de la sensatez, la honradez y la objetividad; pues no está al servicio de la sociedad, ni del país, sino de elites que pisotean a quienes no sean de su agrupación, de sus intereses y es esto lo que está presente en el mencionado episodio. Ese es parte del drama donde está entrampada la paz.
La paz son cambios han dicho las multitudes movilizadas y esa visión identifica a millones de humildes y sectores medios del país, pero el gobierno ha dicho que en el proceso de paz no está en discusión el modelo económico. Y si el modelo es intocable no habrá cambios.
Es decir la paz también es de clase. Defender que la paz son cambios y exigirlos, motiva la acción política de fuerza, mediática y de violencia por parte de quienes están en el poder porque la entienden como amenaza de sus privilegios.
Ratificamos la urgencia de una paz construida por las mayorías donde al centro esté la superación de aquello que motivó el levantamiento armado, ello implica sin disimulos cambios en el modelo económico y político en los que las mayorías excluidas jueguen un rol protagónico de nuevas construcciones de país; una paz con objetivos comunes donde las mayorías recojan la diversidad del país, sin unanimismos, en debates amplios y serenos que no excluyan por la diferencia sino que en dichas construcciones, quepa la Colombia mayoritaria, diversa y excluida. Esa diversidad aglutinada abrirá los caminos de la paz auténtica.
La agenda construida en estos cuatro años de difíciles discusiones entre el ELN y el gobierno, tiene como elemento esencial la participación de la sociedad.
Encontrar un punto medio que haga posible el camino de la paz hace indispensable lo bilateral y multilateral. En ese espíritu el ELN contribuyó a la construcción de la agenda con la delegación del gobierno, que fue anunciada al país y la Comunidad Internacional el pasado 30 de Marzo, la que el ELN acata, respeta y se siente en el derecho de exigirle al gobierno que la cumpla sin otros condicionantes. Solo así se camina en la dirección acertada porque la paz requiere de claras reglas del juego.
Nada bien se le hace al proceso de paz, si las partes por las razones que sea, se saltan el marco de lo acordado y le imponen condiciones a la otra, por ese camino se va en contra de lo pactado, de lo bilateral y se termina yendo en contra de la paz.
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