Entrevista a Fidelio Martínez, "Comandante Antonio Castellanos"

CINCHONEROS: SU LUCHA, DICE SU LÍDER, TAMBIÉN ES DEL PUEBLO MEXICANO*

Por Guillermo Zamora

A mediados de año fue muerto, un una casa clandestina de Honduras, el jefe del Movimiento de Liberación Nacional Cinchoneros, Fidel Martínez. Proceso publica hoy, por primera vez, la última entrevista que dio. En ella, el “Comandante Antonio” relata los orígenes, la ideología y las metas de esta organización.

TEGUCIGALPA- En la habitación hay tres hombres con capuchas negras Todos tienen en la cintura pistolas automáticas. Después de tres horas de viaje, vendado, molesta inclusive la luz mortecina del cuarto.

Uno de los hombres se acerca y se presenta como el primer responsable del Movimiento Popular de Liberación Cinchoneros, el comandante Antonio Castellanos. Después de su muerte me enteraría que su nombre verdadero era Fidel Martínez. Los otros dos son miembros del Estado Mayor guerrillero de la organización hondureña.

La plática introductoria comienza con referencias al viaje y algunos comentarios a la situación centroamericana. La voz juvenil del jefe cinchonero se devuelve de repente en el tiempo y empieza a relatar la historia de la organización.

“Desde el punto de vista histórico —dice—, Cinchonero es el apodo que se le dio a Serapio Romero, un líder agrario de Olancho, zona oriental del país. El sobrenombre tiene que ver con el oficio que realizaba: hacer cinchas de cuero para los animales que se utilizaban en las labores de transporte, en ese entonces, cuando la lucha por la tierra alcanzó niveles de aguda confrontación con el poder central. En la región también había por esa época una cierta lucha para lograr la independencia del resto del país, porque se ignoraban los derechos del pueblo olanchano en cuanto a la tenencia de la tierra. A principios de este siglo, en la región hubo una rebelión de la que Serapio Romero fue elegido líder por el pueblo, aunque no era un militar, sino un cuadro político La lucha fue sangrienta. Todos los jefes de la rebelión fueron decapitados y sus cabezas fueron puestas a freír en aceite y exhibidas públicamente en el departamento de Olancho. El nombre nuestro representa así, por una parte, la reivindicación de ese personaje de nuestra historia y de la rebelión que encabezó, y por otra, el levantamiento de una bandera que sigue vigente en Honduras en términos más amplios y actualizados: la lucha por la tierra, la lucha contra el poder oligárquico del país”.

La bandera de Honduras y una foto de Francisco Morazán adornan las paredes de la habitación En un ángulo descansan tres carabinas M-2 Hay un sofá, cuatro sillas y una mesa.

—¿Cuál es la base ideológica de los Cinchoneros?
—Somos una organización que surgió de la escisión dentro del Partido Comunista de Honduras, después de una larga lucha ideológica que llevó más o menos una década, con manifestaciones difusas a veces y al final no definidas, influenciadas por los acontecimientos centroamericanos. Nos llevó definitivamente a la ruptura. Eran discrepancias alrededor de la estrategia revolucionaria y también de la táctica revolucionaria. Honduras no es una isla y está inscrita en el contexto centroamericano. Las tácticas que ha practicado, en general, el movimiento popular en nuestro país, han estado ubicadas, sin embargo, en el economicismo, dentro de un reformismo que ha sido rebasado por las expectativas revolucionarias centroamericanas. El bajo nivel de movimiento de masas y de su combatividad se debe más que todo a la conducción que ha tenido. Esto fue el centro de la discrepancia. Después de diez años nosotros creímos que era imposible continuar en el partido y decidimos caminar por un sendero acorde con lo que pensábamos, para “comprobarlo en la práctica y llevar a la realidad nuestros criterios”, como decía el comandante Guevara. La vida ha demostrado que, efectivamente, hay posibilidad, condiciones en este país, para que el pueblo pueda adoptar nuevas formas de lucha y pueda conquistar niveles de combatividad similares y hasta superiores si se quiere, a la experiencia que estamos viviendo. Nosotros estamos convencidos que, dada la situación que se vive en Honduras, no es posible un proceso de democratización nacional sin que las masas rompan con el modelo económico imperialista. Y esto tiene que ser por medio de la violencia revolucionaria

—¿Cuál ha sido hasta ahora el desarrollo de los cinchoneros dentro del movimiento revolucionario hondureño?
—Creemos haber cubierto ya una base, a nivel organizativo, militar y de masas. Desde el punto de vista de masas comenzamos a implementar nuestra línea hace un año y nuestras acciones de propaganda armada hace alrededor de siete meses. Algunas de las acciones no han sido reivindicadas, por razones especiales. Poco a poco nos vamos convirtiendo en una respuesta organizativa del pueblo hondureño, dentro de una línea política y militar de masas que se cruzan, que se complementan. Tenemos en cuenta la capacidad del enemigo y nuestras propias fuerzas, en un contexto del área muy peligroso.

—Cuando secuestró un avión de SAHSA y logró liberar a Facundo Guardado ¿por qué Cinchoneros escogió a Nicaragua para negociar con el gobierno hondureño en un momento tan delicado para los dos países?
—Esto ocurrió incidentalmente. Los planes no tenían como punto a Nicaragua, eran Cuba, Grenada o Argelia. Tuvimos en cuenta, por supuesto, la tensión que vivía el área y el momento que vivía Nicaragua. Pero resultó que el avión, por sus condiciones mecánicas y la cantidad de combustible que tenía, no permitía hacer la ruta hacia Cuba sin peligro de estallar en el aire o quedarse sin combustible. Nicaragua fue, pues, un punto de emergencia. La operación tuvo, aun así, resultados positivos. Se logró evidenciar el papel del gobierno hondureño al retener a un compañero de lucha de liberación salvadoreño sin ningún argumento y por otra parte se desnudó la capacidad intervencionista del régimen. En esos momentos se estaba cocinando una intervención contra Nicaragua y había una campaña de provocación contra la revolución sandinista. El enemigo asimiló que aquí, en Honduras, existe una fuerza, nueva pero capaz de pelearle en la retaguardia ante una intervención en la patria de Sandino.

—¿Qué piensan ustedes del conflicto entre Honduras y Nicaragua?
—Nosotros tenemos una visión centroamericana y creemos que el imperialismo también tiene una visión regional de la defensa de sus intereses. El imperialismo cree que la revolución no se va a limitar a Nicaragua solamente y todos sus dispositivos, todas sus estructuras de defensa, están montadas en nuestro país para impedir el éxito de la revolución salvadoreña y la consolidación del proceso nicaragüense. Estamos preparados para desencadenar acciones que impidan que Honduras sea teatro de operaciones de un ejército invasor y mercenario. No contará, como quisiera, con una retaguardia tranquila y pacífica. El pueblo nicaragüense y el salvadoreño tienen garantizada una solidaridad activa y combatiente en Honduras. También el enemigo ha hecho de Honduras un puntal de defensa del sistema capitalista dependiente en Centroamérica.

Es nuestro deber, nuestra tarea, contrarrestar estos planes.

—¿Cómo ven ustedes, en términos generales, a las Fuerzas Armadas Hondureñas?
—El ejército de Honduras es un simple dispositivo local norteamericano subalterno. Lo hemos visto intervenir ya en República Dominicana; el papel que han jugado los círculos militares cuando la revolución guatemalteca. Ahora los vemos prestos a invadir a Nicaragua. Vemos cómo masacran, reprimen, hostigan y cercan a los salvadoreños. La oligarquía de Honduras es una oligarquía sin decisión propia, subalterna también de las trasnacionales, de los dictados del Departamento de Estado y del Pentágono norteamericanos. Es por eso que para nosotros el enemigo fundamental es el imperialismo y su brazo local armado, que ha llegado a convertirse en una institución profesional preparada, instrumentada ideológicamente y además insertada en la estructura económica. El ejército hondureño es socio de la oligarquía, reprime por cuenta propia y por cuenta ajena. Tiene intereses en la banca, en el resto de las ramas económicas del país. Se ha apoderado inclusive de puestos claves de la estructura gubernamental. Detenta las riendas claves del gobierno de Honduras.

—Hablemos de México ahora ¿Qué piensan ustedes de la actitud de México hacia América Central?
—Países como México juegan un papel muy significativo. México, además, ha estado ligado históricamente con Centroamérica. Y esto no sólo en la lucha revolucionaria, es también en términos más amplios, más profundos: en la lucha por la soberanía y la independencia nacionales. México tiene ascendencia sobre nuestro pueblo. Desde el punto de vista inclusive económico, el futuro de la revolución centroamericana es también parte del futuro del pueblo mexicano. También es suya la lucha contra la ignominia, contra la explotación y contra el imperialismo norteamericano. Nosotros le asignamos a México un papel importante. México es respetado inclusive por los Estados Unidos. Y no olvidemos que esta lucha se libra dentro de un marco de correlación de fuerzas. México merece todo nuestro respeto y contribuye con su política internacional al desarrollo de las luchas de nuestros pueblos, que también es suya.
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* FUENTE: PROCESO (MÉXICO), 2 DE OCTUBRE DE 1982.