UN ANUNCIO ESPERANZADOR QUE SUMA A UNA PAZ VERDADERA*
Con profunda satisfacción el Ejército de Liberación Nacional, le decimos a Colombia y a la Comunidad Internacional, que luego de superadas las pretensiones gubernamentales, de tratar de imponer condiciones a los acuerdos publicados el pasado 30 de marzo, anunciamos la instalación en Quito el día 27 de este mes, de la Fase Pública de conversaciones con el gobierno.
Este logro fue posible por la presión de todas y todos los amantes de la paz, desde el pueblo y la nación en Colombia y el exterior, que plantearon de diversa forma sus exigencias, para que se abriera esta Fase Pública; presión incrementada luego de la adversa votación resultada del plebiscito del 2 de octubre.
Convocamos a todo el pueblo y la nación colombiana, a continuar movilizándose, organizándose y uniéndose, para ser protagonistas del proceso de paz; proceso que toma nuevos bríos con esta Mesa de diálogo, ahora que las partes discutimos como sería la participación de toda la sociedad en las conversaciones de paz. Al respecto, nosotros enfatizamos que la prioridad es buscar que participe la gran mayoría de la sociedad excluida del poder y de sus decisiones trascendentales.
Ha llegado entonces la hora, de fortalecer la lucha por una paz con reales cambios, que sigan abriendo el camino hacia superar las causas que originaron el actual conflicto que padecemos en Colombia. Porque si no es de esta manera y con estos alcances, el proceso de paz que quieren las mayorías, no será exitoso.
El sentimiento que hoy expresan millones de colombianos y colombianas sobre los 4 años de búsquedas de la paz, entre la insurgencia y el gobierno de Santos, demuestra que este proceso de paz exige la inclusión de la sociedad y que las Partes diseñen junto a ella la hoja de ruta, para una paz que nos satisfaga a todas y todos; si esto no se logra, la paz fracasa y no saldremos del doloroso conflicto que arrastramos, desde cuando la oligarquía cerró las puertas de la democracia a las mayorías y la reemplazó por el uso de las armas, para acallar sus derechos
Ante esta realidad de exclusión violenta, el sacerdote, dirigente popular y guerrillero Camilo Torres, dijo hace 50 años, que en Colombia estaban cerradas las vías democráticas para que el pueblo accediera al poder y fue en ese contexto, que surgieron las guerrillas, quienes acudimos a la rebelión como único recurso para resistir y luchar, contra la violencia incitada desde la clase en el poder.
Es la minoría dominante quien debe definir si permite ahora el tránsito a la paz, protagonizada por el bloque popular y de nación, que hoy se ha empezado a constituir, o si por el contrario, pretende torcer de nuevo el rumbo a la democracia y continuar la guerra. No hay salidas intermedias, estos son momentos de trascendencia histórica.
Nuestro compromiso es con un proceso de paz que no produzca frustraciones a las mayorías, porque la realidad no aguanta otro medio siglo de espera o resignación.
Son necesarios nuevos y renovados liderazgos, que emulen con los actuales, en un gran esfuerzo por sintetizar una plataforma común de lucha por la paz. Se hace urgente hoy que los verdaderos dirigentes, con convicciones unitarias asuman la conducción del proceso de paz, impulsando sus organizaciones a la participación en él, mediante claras propuestas y definiciones de lo que las comunidades consideran, que son sus aspiraciones y los logros de una paz con cambios.
Estamos profundamente convencidos que la paz es la más poderosa fuerza que puede unir a esta Colombia plural y diversa, que no cabe en este sistema de exclusión y desigualdad. Dentro del amplio movimiento de masas, nacen iniciativas para continuar convocando a quienes aún no participan en el proceso de paz, que son la amplia mayoría de la población.
Expresamos nuestro total desacuerdo con las pretensiones de un proceso de paz exprés, porque este no se puede adelantar con límites estrechos en el tiempo, cuando se trata de superar un conflicto de más de medio siglo. La paz no son paños de agua tibia para amainar la agonía de un pueblo y una nación que no aguantan más; reiteramos, señores de la clase en el poder, ustedes tienen la palabra.
No queremos “el oro y el moro”, ni nada para nosotros, sencillamente solicitamos que la elite gobernante permita la amplia y protagónica participación de las grandes mayorías excluidas, que facilite forjar un proceso de paz, para que nunca más la guerra de resistencia sea la opción a la que tengan que recurrir los colombianos. No hay duda señores de las oligarquía colombiana, que esto implica cambiar las reglas del juego, abrir las vías de la democracia y crear una sociedad que supere los extremos entre la pobreza y la riqueza.
Tenemos toda la disposición a seguir aportando esfuerzos, para que las mayorías abran los caminos de una paz que los redima, les devuelva sus sueños y esperanzas de vivir con justicia social, en democracia y soberanía, porque sólo así habrá vida digna y podremos en Colombia reconciliarnos, no sólo entre los seres humanos sino con nuestra madre tierra.
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