Reciban el más cordial y fraterno saludo de bienvenida por parte de las guerrilleras y guerrilleros de la Zona Veredal Transitoria de Normalización Georgina Ortiz.
Agradecemos a las Naciones Unidas y a la comunidad internacional su decidida participación en el proceso de paz de Colombia. Es de justicia reconocer que sin su valioso concurso no hubiese sido posible llegar hasta donde hemos llegado. La República de Cuba y el Reino de Noruega, que actuaron como garantes, y las Repúblicas de Venezuela y Chile, como acompañantes del proceso, merecen también nuestro justo reconocimiento.
Un elemento fundamental para que los guerrilleros y guerrilleras de las FARC nos hayamos sentido seguros y confiados en el desarrollo de los acuerdos, es precisamente el acompañamiento internacional. La presencia de las Naciones Unidas con sus observadores, es una garantía esencial para el mantenimiento del cese al fuego bilateral y definitivo que a lo largo de este periodo solo ha conocido un incidente grave, luego de 53 años de conflicto armado. El pueblo de Colombia y los guerrilleros de las FARC-EP agradecemos su importante e imprescindible presencia.
Queremos que ustedes escuchen directamente de nuestros labios que los integrantes de las FARC estamos comprometidos de todo corazón con el cumplimiento de lo pactado en la Habana, lo hemos procurado demostrar con cada una de nuestras acciones y lo seguiremos haciendo hasta ver satisfechos nuestros sueños de paz y concordia en la nación colombiana. Confiamos asimismo en que el Estado y los gobiernos colombianos de ahora y el futuro se esmerarán por cumplir lo pactado.
Enfrentamos hoy retos decisivos en la implementación de los acuerdos, el principal de los cuales es el tema de la seguridad. Son más de 120 los líderes populares asesinados. En este solo año suman 43, entre ellos un guerrillero y 7 familiares de compañeros de nuestra organización. Hay bandas paramilitares posicionándose en los territorios donde operaban nuestros frentes. No queremos que se repita una vez más la historia de amnistiar guerrilleros para luego asesinarlos, no queremos que se repita la historia de la Unión Patriótica, movimiento político que fue exterminado a punta de bala. Queremos que se termine definitivamente este largo ciclo de guerras y violencia que hemos padecido los colombianos a lo largo de nuestra historia republicana. Necesitamos que en Colombia nunca más se utilicen las armas en la política.
No dejan tampoco de generar incertidumbre los retrasos por parte del gobierno en buena parte de los compromisos adquiridos. Nos preocupa enormemente la dilación en materia de reforma rural integral y la preparación por el gobierno de proyectos legales que riñen abiertamente con lo pactado en materia de tierras. No despega la implementación del acuerdo sobre sustitución de cultivos de uso ilícito. Pese a contar con un marco de referencia acordado, el gobierno prefiere continuar tratando a los campesinos como delincuentes, erradicando forzosamente sus cultivos, por encima de tener con muchas de estas comunidades acuerdos firmados de sustitución voluntaria.
Esperamos el cumplimiento de lo acordado en materia de seguridad jurídica y en lo relacionado con la reincorporación política y económica de los ex combatientes. Ahora, en tiempos de paz, resulta más difícil solucionar a los guerrilleros y guerrilleras sus problemas de salud, de dotación, de alimentación adecuada, que en los tiempos de la guerra. No es tan fácil explicárselo a ellos.
Nos queda el recurso de apelar a la paciencia, diciéndoles que en apenas 150 días de haberse refrendado los acuerdos no podemos esperar que su cumplimiento sea completo. Hay que entender el curso natural de las cosas, los trámites legales y administrativos, los problemas con la burocracia. Pero es que leyes y decretos de amnistía que debían aplicarse a nuestros prisioneros en diez días, meses después no han podido cumplirse y los nuestros siguen hacinados en las prisiones. Creemos que algo puede hacerse para solucionar todo esto a la mayor brevedad. A nosotros en cambio se nos exige el cumplimiento estricto de todo lo pactado, sin consideración a las fallas del Estado.
Los guerrilleros y guerrilleras de las FARC-EP somos gente de trabajo, deseamos producir, capacitarnos para transformar estos territorios eternamente olvidados, en los que la única presencia estatal fueron los bombardeos y ametrallamientos. Deseamos que se conviertan en referentes económicos, sociales y culturales para todo el país. Que en ellos impere la democracia, la tolerancia, el respeto y sobre todo la paz y la convivencia. Nuestro único propósito consiste en trabajar porque en nuestros territorios y en general en todo el país se pueda vivir en paz, sin importar nuestras diferencias ideológicas, culturales, étnicas o religiosas. Nuestra lucha siempre fue porque todos los colombianos y colombianas tengamos oportunidades de futuro digno en este bello y amado país.