FARC-EP, 53 años de lucha por la paz

FARC-EP, 53 AÑOS DE LUCHA POR LA PAZ

Compañeras y compañeros:

Como resultado de los Diálogos de paz de La Habana y del respaldo mayoritario de la nación que nunca ha dejado de soñar con una patria en paz y dignidad, se inicia un nuevo ciclo de la historia de resistencia y lucha armada de las FARC, que se originó con el ataque militar a Marquetalia en 1964, mayo 27.

Antes del bombardeo y de los desembarcos, Manuel Marulanda Vélez, Jacobo Arenas y sus compañeros tocaron todas las puertas del diálogo para evitar el comienzo de una nueva etapa de guerra en Colombia, pero pudo más la intransigencia local y la intriga del Norte que temía para la América continental la reedición de la experiencia de la Revolución Cubana.

Remontándonos en el tiempo podemos observar la persistencia consecuente de las FARC en la búsqueda de una solución política a aquella confrontación generada por quienes desde la muerte del Libertador impusieron la injusticia y la exclusión política en Colombia.

Siempre consecuentes con el elemento esencial de su estrategia, que es la paz, las FARC abanderaron 5 intentos de solución política al conflicto interno de Colombia.

Lo intentamos en los Diálogos de La Uribe durante el Gobierno de Betancur, convirtiendo a las FARC en la plataforma de lanzamiento de un nuevo movimiento político, la Unión Patriótica, que fue destrozada por la obcecación y la intolerancia de sectores militaristas régimen. Fueron más de 5 mil los asesinados y masacrados. Honor y gloria a los que ofrendaron su vida soñando en la Colombia Nueva.

Luego buscamos la reconciliación en las conversaciones de Caracas y Tlaxcala, esfuerzo que fue ahogado por la apertura democrática, el miserable neoliberalismo que nos arrebató esa esperanza.

San Vicente del Caguán fue la persistencia del sueño de paz de las FARC frustrado una vez más por la perfidia de un mandatario conservador que solo buscaba ganar tiempo pensando en la reingeniería de ejército que le permitiera continuar y ganar la guerra.

Pero a pesar de las vicisitudes y tocados por el dolor de patria que ha producido esta prolongada confrontación, logramos nuevamente encender la llama de la esperanza con los Diálogos de La Habana donde pudimos por fin rubricar un tratado para la construcción de la paz estable y duradera.

Pensamos, cuánto hubiesen deseado nuestros padres fundadores Manuel Marulanda Vélez y Jacobo Arenas, Alfonso, Raúl, Jorge, Efraín y otros compañeros, protagonizar la realización de este momento histórico de sus sueños. Ellos, y todos lo que ofrendaron su vida por la causa de los pobres, seguirán vivos en los sentimientos de concordia de las generaciones venideras.

Las FARC no olvidan y evocan agradecidas el papel de Hugo Chávez Frías, comandante de la Revolución Bolivariana de Venezuela, quien guio los primeros pasos de las partes contendientes hacia la Mesa de Diálogo. Gracias, muchas gracias a nombre de Colombia, Presidente Raúl Castro por el aporte de Cuba a nuestra reconciliación. Noruega, Reino de Noruega reciba nuestro reconocimiento a su importante rol en la búsqueda de paz. Presidenta Bachelet, presidente Maduro: a ustedes que a nombre de sus pueblos nos acompañaron como ángeles de la guarda a lo largo del proceso, los llevamos en el corazón.

Asistimos hoy como abismados al tránsito de la lucha armada, a la conversión de las FARC en partido político legal. La decisión ha sido tomada y refrendada unánimemente por la más elevada autoridad: la Conferencia Guerrillera. Ahora necesitamos unirnos todos los que queremos patria y humanidad para que la implementación de los acuerdos cambie para bien, la vida de los colombianos.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, reconocida autoridad mundial, verificará los compromisos de reincorporación y de respeto a los Derechos Humanos. Nos acompañarán también en esta ardua tarea de consolidación de la paz, el querido Pepe Mujica y el expresidente Felipe González y una constelación de organizaciones internacionales. No estamos solos. El mundo de los sensatos está con nosotros.

Queremos recordar, sin embargo, que lo importante no es solo firmar el acuerdo, sino cumplirlo. Que la paz no es asunto de leyes, sino de voluntad política. Cuánto ganaríamos los colombianos si lográramos cortar de raíz la intrincada enredadera jurídica que aun retrasa la marcha de la paz y la implementación de lo acordado.

Respaldados por los avances del acuerdo, a nombre de las FARC colocamos hoy en manos pueblo, la potencia transformadora que hemos construido a lo largo de 53 años de lucha y resistencia. El uso del derecho universal a la rebelión, al alzamiento armado contra la opresión de un pueblo fue un acierto porque ello generó una fuerza intangible, si se quiere invisible pero poderosa, para que el pueblo colombiano reclame los derechos conculcados por unas minorías privilegiadas.

Vamos para la política porque para eso son los procesos de paz. Una política no solamente derivada de la propuesta de cambiar balas por votos, sino que va más allá de lo electoral y fija su mirada en el futuro, en el buen vivir en democracia y dignidad de las nuevas generaciones.

Mientras avanzamos hacia el Congreso Constitutivo del nuevo partido, preparamos nuestra banderas que son los mismos sentimientos del pueblo queriendo tremolar. Mientras tanto, como José Arcadio en su laboratorio de alquimia preparamos el pegamento que ha de servir para unir los sueños dispersos de decoro y patria para todos. Necesitamos la unidad como el aire para respirar.

Queremos que en Colombia irrumpa el raudal sonoro de la concordia hasta que la inunde y la desborde más allá de las fronteras. No somos los incendiarios de la enemistad entre los pueblos, sino los abanderados del establecimiento de relaciones de respeto y amistad con los vecinos y naciones del continente, los propagadores de la solidaridad y el amor entre los pueblos, los soñadores de un viejo sueño de patria grande que titila en el firmamento, y que en los momentos estelares de la historia nos recuerda que unidos seremos fuertes y mereceremos respeto; divididos y aislados pereceremos.

Nadie podrá contra la esperanza si ésta está encarnada en millones de almas que reclaman humanidad y NO VIOLENCIA. La esperanza nos pertenece a todos: es del campesino y del empresario, del indio puro y del director de medios, de los jóvenes y las mujeres, del guerrillero, del militar y el policía. También del paramilitar que no quiere más sangre. Del negro y el blanco. La esperanza es del cristiano y es del opositor cegado aun por el odio, porque la paz es de todos. Nadie puede quedarse rezagado del tren de la paz que ha comenzado andar.

Definitivamente, entre todos, podemos voltear la ensangrentada página de la violencia que fue escrita con letras de exclusión y desprecio al ser humano. Para ello, se necesita la VERDAD de lo ocurrido a lo largo de este triste conflicto. Que nadie le tenga miedo a la verdad, que nadie le huya como el diablo a la cruz. Como dice Zaffaroni: hay gravísimas heridas que requieren de verdad para reconciliar, porque sino, esas heridas se infectan. Queremos reiterar los sentimientos deTimochenko en Cartagena de Indias al firmar el Acuerdo de Paz: perdón por las afectaciones que hayamos podido causar en este largo conflicto, es más dilatado de Nuestra América. El que esté sin pecado que tire la primera piedra.

Que la comisión de escogencia en su sabiduría elija a los integrantes de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad y a los magistrados de la paz de Colombia. Bienvenidos sean.

Algo nos dice que este Gobierno tiene las claves para entregarle a Colombia entera su inalienable derecho a vivir en paz y dignidad. La consolidación de la paz tiene la herramienta de la Constitución y hay que utilizarla para evitar que cualquier irresponsable cumpla su amenaza de volverla trizas. Mientras la guerra es el fracaso del derecho, la paz enaltece la vida, como dice Álvaro Leyva.

Siempre hemos planteado que el destino de Colombia no puede ser la guerra. No, no, NO! Tenemos que elevar a Colombia desde el fango de la guerra hacia la cumbre de la humanidad. En muy poco tiempo, esperamos, poder escuchar la sinfonía de voces de la inclusión, que es la verdadera democracia, proclamando que hemos ganado la más hermosa de todas las batallas: la de la paz.

Estado Mayor Central de las FARC-EP