"Hoy hemos llegado hasta aquí, a tu morada; para rescatarte del odio y el olvido en el que querían mantenerte aquellos que pretendieron borrarte de la historia". Palabras de Jorge Suarez en acto de homenaje al camarada Jorge Briceño.
Camarada Jorge.
Comandante, amigo.
Nos presentamos sin novedad.
Bueno, la verdad si hay muchas, déjame contarte:
Hoy hemos llegado hasta aquí, a tu morada; para rescatarte del odio y el olvido en el que querían mantenerte aquellos que pretendieron borrarte de la historia.
Aquí están los hombres y mujeres, que te acompañaron por selvas, llanuras y empinados parajes de nuestra geografía.
Hemos venido a ratificar ante ti, que no habrá desmayo en el empeño por brindarle un mejor mañana a nuestro pueblo.
Han transcurrido 7 años, desde aquella madrugada en la que los mensajeros de la muerte descargaron sobre tu campamento en la selva, 70 toneladas de explosivos, queriendo sepultar para siempre tu memoria; y con ella, la gesta heroica de miles de hombres y mujeres del común, que, como tú, decidieron marchar tras los pasos de Manuel y de Jacobo, llevando su mensaje de lucha y resistencia a todos los rincones de la patria.
Tan solo 7 años; y ya te levantas hecho pueblo, hecho canción, hecho memoria. Ya no habrá un solo relato de la historia.
Silenciado el rugir de los fusiles, comienza a escucharse la voz de los humildes, y a desmoronarse la versión maniquea del conflicto.
Te querían sepultado para siempre, lejos del recuerdo de tu pueblo.
Por eso, les molesta vernos llegar hasta aquí: decenas de pétalos rojos que se juntan, para formar la más bella rosa, que jamás hubiese brotado en el fértil suelo de Colombia.
¿Recuerdas que hasta llegaron a hablar del fin del fin? Pues bien, por fin han tenido que aceptar que era necesario acabar con esta guerra, que era un sinfín de muerte para los oprimidos.
Seguramente para ti, debe parecer extraño, vernos aquí, vestidos de paisanos y paisanas, sonrientes, luminosos y optimistas.
Es que han pasado cosas en estos 7 años, camarada. Hace apenas 21 días, estuvimos cumpliendo tu cita en la Plaza de Bolívar. Allá nos pillamos, sentenciaste aquella vez, mientras las cámaras registraban tu estatura de gigante.
Cuan falta nos has hecho, Mono, en estos años, en los que la batalla de las balas fue cediendo paso, dejando solamente la batalla de ideas.
Siempre nos preguntamos: ¿Cómo hubiese sido el escenario de La Habana, con tu boina paseándose orgullosa y displicente?
Como comprenderás; ahora las selvas, ríos y montañas, que anduviste con tu paso de indómito guerreo, hoy dormitan en silencio, guardando en sus entrañas miles de historias de dolor, de sufrimiento; de amor y solidaridad; de heroísmo infinito, que supo resistir hasta arrancar el instrumento de la guerra de la mano de los poderosos.
Llegar hasta aquí no ha sido fácil; aquellos que tú sabes, se han opuesto visceralmente, porque saben que, sin el miedo y el odio, se quedan sin proyecto.
La paz los asfixia, porque su elemento vital es la sangre del pueblo.
Por eso desesperan, ahora que somos Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común; ahora que somos, Esperanza del Pueblo.
Se quedaron sin la guerra, que les servía de pretexto, para esconder sus porquerías.
Ah, olvidaba decirte que hace poco, nos reunimos en Congreso. Un poco más de mil doscientos delegados, discutiendo; definiendo, la estrategia a seguir en estos tiempos.
Si, tal parece que, a pesar de estos nuevos vientos, jamás perderemos la costumbre de convocar reuniones, hasta para definir con qué acompañamos un pedazo de queso.
Ya iremos aprendiendo de tu ejemplo: menos carreta y más acción, decías…
Pero, esta; de verdad, fue una reunión importante: Estatutos, Plataforma de Convergencia y nueva dirección, fueron los temas; y, hasta algo de candidaturas se habló; porque ahora, tendremos candidatos a cámara y senado; sin descartar, que decidamos proponer, reemplazo para Santos.
Así es; las cosas han cambiado en estos años; esta visita, hace parte de esos cambios.
Pero, vendrán más, te lo aseguro; bien sabes, que los revolucionarios jamás nos doblegamos; seguiremos luchando con más fuerza, para que se cumpla lo acordado, a pesar de los intentos por timarnos.
El pueblo nos acompañará, no lo dudamos.
Tampoco es que hayamos acordado mucha cosa, pero todo tiene su comienzo.
Un fondo de tierras y títulos para quienes no los tienen; además de un inventario, para saber cuánta y quienes son los dueños de la tierra.
Unas tímidas reformas, para ampliar un poquitín la democracia, pero que a los ojos de los que mandan, se alzan como una amenaza para su burocracia; y por eso, quieren embolatarlas.
Apoyo y asistencia para que los campesinos puedan cambiar sus cultivos de coca, por plátano, yuca, papa y remolacha…
Justicia para las víctimas, comenzando por la verdad; algo de reparación para sus dolores del alma; y que, por Dios, desistan de repetirles las dosis de bala.
¿Y, los proyectos para tus muchachos y muchachas? Bueno, hasta ahora solo promesas, engaños, nada; ¿recuerdas la canción de la casa en el aíre? Algo parecido, pero sin casa.
En fin, bien conoces la catadura de estos gobernantes; pero también sabes, que provenimos de esa estirpe de pueblo raso que se crece en las dificultades.
No somos de los que se sientan a quejarse.
Nos aprestamos a iniciar la más importante y decisiva de todas las batallas, por conquistar el corazón del pueblo, para que por fin se puedan convertir en realidad sus sueños. Por eso, hemos venido a saludarte y proponerte, que como lo hiciste en la guerra, ahora en la paz, nos guíes con acierto.
Que nos permitas, seguir viendo a molestarte; pasar de cuando en cuando por aquí, a importunar tu descanso para pedir consejo y, en silencio y con respeto, escucharte; como cuando, con sarcasmo e ironía, nos retabas a ser cada día mejores militantes.
Ahora, querido e inolvidable comandante; permítanos retirarnos, mientras te cantan los mariachis, dejando sobre tu tumba, una rosa roja, símbolo de amor y reconciliación; rosa roja; rosa, flor de la guerrilla…