Envío a Usted un patriótico saludo, acompañado de la esperanza en que el sueño maravilloso de la paz para nuestro país, logre finalmente anidar y extenderse en toda Colombia.
Comenzaré por referirme a sus palabras en la noche del pasado 14 de noviembre. Antes de su llamado vehemente al Congreso de la República, dijo algo completamente cierto, “Cuidar la paz, construir la paz, consolidar la paz, es la mejor herencia que podemos dejarle a nuestros hijos y a las futuras generaciones”. En eso coincidimos plenamente.
Incluso podría decirle que estas otras también consiguieron impresionarnos, “Como le dije a Timochenko la primera vez que lo vi: posiblemente nunca estaré de acuerdo con su manera de pensar pero –si dejan las armas y se comprometen con la verdad y con las víctimas– me haría matar para que puedan expresar sus opiniones libremente en los foros de la democracia”.
No vamos a pedirle que ofrende su vida en garantía del cumplimiento de lo pactado en La Habana y firmado finalmente en Bogotá, no se trata de eso, señor Presidente. Pero sí queremos pedirle que dedique su atención a atender nuestras alarmas por lo presentado con el fallo de la Corte Constitucional y lo aprobado en la noche del 15 por el Senado de la República.
Más que preocupaciones, los integrantes del nuevo partido nacido a la vida política como consecuencia del cumplimiento de todo lo pactado en La Habana, estamos alarmados en máximo grado, ya no solo por los incumplimientos por parte del Estado en múltiples materias acordadas, sino sobre todo por la osadía con que distintas instituciones vienen actuando en contradicción abierta con el Acuerdo Final, hasta el punto de modificarlo en aspectos esenciales.
Muestra de ello son el reciente fallo de la Corte Constitucional y la votación efectuada en el senado la noche del pasado 15, que demuestran una voluntad abierta de imponer sus criterios, en una especie de renegociación extemporánea y unilateral de lo que tanto esfuerzo nos ocasionó acordar en cinco años de intensos debates en la Mesa de Conversaciones.
Más que alborotar públicamente en una carta, nos interesa sobremanera hablar con usted, señor Presidente, personalmente, en el menor plazo posible, a efecto de tratar los temas que tan hondamente nos afectan a nosotros y a la consolidación efectiva de la paz en el país. Alguien decía que el cincuenta por ciento de lo que se haga en la Mesa de Quito es el cumplimiento de lo pactado con las FARC por parte del Estado colombiano. No creo que esté muy errado.
Me permito por ello pedirle, del modo más respetuoso, pero sincero, la realización de una reunión urgente que nos permita hallar la fórmula para cuidar, construir y consolidar la paz que con tantas dificultades sellamos en los Acuerdos de La Habana. Vientos de temporal soplan sobre el proceso de paz colombiano y consideramos urgente hallarles salidas razonables.
Sobra decirle que cuenta con mi disposición total para viajar a donde usted lo considere necesario.
Cordialmente,
RODRIGO LONDOÑO ECHEVERRY
Presidente de la FUERZA ALTERNATIVA REVOLUCIONARIA DEL COMÚN (FARC)