La Asamblea del Comité Central del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) Ampliado con Dirigentes Regionales y Responsables de Frentes de Trabajo, luego de analizar, discutir y precisar el Informe presentado por el Comité Central que incluye: análisis de la realidad económica, social y política del país; desarrollo de las luchas sociales en los últimos años; surgimiento y desarrollo del MIR; sus tesis fundamentales; aplicación práctica de las mismas; inicio y desarrollo de la lucha armada con la sistematización de las experiencias obtenidas; y, finalmente, la situación actual, nacional y partidaria, ACUERDA RESUMIR SU CONTENIDO EN LAS SIGUIENTES:
I.- Conclusiones generales
1.- En un país como el Perú, semicolonial, con una economía capitalista deformada que coexiste con relaciones de producción semifeudales, todo esto producto de la explotación y dependencia del imperialismo norteamericano, el único camino a seguir para lograr la liberación nacional y social es la toma del poder político por las clases explotadas, dirigidas por su vanguardia revolucionaria, a través de la violencia revolucionaria que se opone a la violencia reaccionaria.
2.- La Revolución Peruana en su actual etapa es Nacional, Democrática, Antiimperialista y Popular y ha de sentar las bases para la construcción del socialismo en nuestra patria.
3.- La clase obrera peruana mediante su partido revolucionario marxista leninista, que se forja en el curso de la lucha revolucionaria y del cual el MIR es factor formativo, es la única clase históricamente capacitada para dirigir el proceso revolucionario hasta el fin.
4.- Considerando específicamente las circunstancias propias de la dinámica interna de la sociedad peruana actual, la contradicción más aguda es campesinado-latifundio, de ahí que la estrategia general de nuestra Revolución sea del campo a al ciudad.
5.- La violencia revolucionaria es la toma fundamental que adopta la Revolución Peruana, que utiliza principalmente la guerra de guerrillas para transformarse progresivamente en guerra popular revolucionaria. En todo este proceso el partido marxista leninista es un factor dirigente.
6.- Para lograr la victoria revolucionaria se requiere la unidad del pueblo peruano, que incluye a estudiantes, intelectuales progresistas, artesanos, maestros, empleados, profesionales, pequeños industriales, oficialidad patriótica, es decir, las capas diversas de la pequeña burguesía y aún sectores patrióticos de la burguesía media, agrupados dentro del Frente Único antiimperialista y antioligárquico, en el que la hegemonía esté en manos de la clase obrera en alianza con el campesinado.
7.- La Revolución Peruana es un proceso prolongado, duro y difícil.
8.- La Revolución Peruana está ligada estrechamente en todos los aspectos y etapas a la lucha de los pueblos contra el imperialismo norteamericano, dentro del proceso de la revolución latinoamericana y mundial que se encamina hacia el socialismo.
Sin embargo, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que a fuerza de heroísmo y decisión se ha puesto a la cabeza de la lucha por la liberación nacional y social de nuestra patria, es un movimiento profundamente nacional que corresponde estrictamente a la realidad peruana. Sus coincidencias ideológicas, estratégicas y tácticas con los de otros pueblos del mundo, no significan que acepte someterse a la dirección de ningún Partido o Estado del mundo.
Al mismo tiempo reclama el apoyo incondicional de todos los revolucionarios del mundo a la histórica lucha del pueblo peruano, que se lleva a cabo en la misma retaguardia del monstruoso imperialismo norteamericano. Esta lucha constituye una valiosa contribución a la causa revolucionaria de los demás pueblos del mundo. El apoyo que demandamos se inscribe dentro de los principios de internacionalismo proletario y de la solidaridad revolucionaria, arma fundamental de los pueblos del mundo para lograr la definitiva liberación de la Humanidad.
II.- Conclusiones particulares
A partir de nuestras experiencias señalamos:
1.- la lucha armada iniciada por el MIR en distintos frentes guerrilleros, a la que se unió el Ejército de Liberación Nacional (ELN), constituye un hecho irreversible en la historia de nuestra patria.
Esta conclusión resulta de la verdad incontrolable de que las condiciones objetivas de nuestro país –es decir, de miseria y explotación crecientes de las grandes masas– no pueden cambiarse dentro de los marcos del actual sistema político, económico y social, y mientras subsista la dependencia y explotación imperialista. Por otra parte, las masas explotadas, especialmente el campesinado, ya no quieren seguir viviendo como antes y comprenden que su liberación no puede ser obra sino de ellas mismas, con la orientación de la auténtica vanguardia revolucionaria que se funde con ellas.
2.- Con la represión, la demagogia y otros recursos falaces, el actual régimen ha logrado contener momentáneamente ciertos aspectos de la lucha del campesinado por la tierra; esto de ningún modo significa que las masas campesinas perciban que hay otra vía para alcanzar su liberación que no sea la de la violencia armada revolucionaria; por ello le ha sido posible a nuestro Movimiento construir grupos armados en el campo; los que amparados, protegidos, apoyados por amplios sectores del campesinado han iniciado acciones guerrilleras que significan el nivel más alto alcanzado por las luchas sociales en nuestro país.
3.- El enemigo reaccionario cuenta con poderosas fuerzas represivas, altamente preparadas para la lucha antiguerrillera, con potentes armas e ingentes medios económicos; además, la asesoría y dirección técnica norteamericanas. No obstante esto, ha quedado plenamente confirmado que es posible iniciar la lucha armada, enfrentársele, subsistir y aun derrotarlo. De todos modos es necesario tenerlo muy en cuenta tácticamente y no subestimar su poder.
4.- Los contrastes sufridos por las fuerzas guerrilleras del pueblo no detienen el proceso revolucionario sino que forman parte, en realidad, del desarrollo prolongado, difícil, con avances y retrocesos que es la Revolución Peruana.
5.- Es indispensable desarrollar la lucha armada dentro de una estrategia de guerra prolongada en todas las facetas de la actividad revolucionaria; este concepto, que es fundamental, es preciso aplicarlo flexible y creadoramente en cada situación y en cada momento del proceso revolucionario.
6.- El desarrollo desigual en el campo peruano, determina particularidades en cada región, aun en cada zona, y condiciona la aplicación específica de las tesis generales de la estrategia y táctica revolucionarias.
7.- La lucha armada, de acuerdo con la estrategia y táctica guerrilleras, constituye la principal modalidad revolucionaria en las actuales circunstancias históricas de nuestro país; a partir de ella es que se acelera la conciencialización, organización y movilización de las masas populares, tanto en el campo como en la ciudad, se construye firmemente el partido revolucionario y se profundiza el proceso de la Revolución Peruana.
8.- No es necesario que exista una situación revolucionaria en el país en su conjunto para iniciar la lucha armada en el campo, dado el desarrollo desigual de la sociedad peruana.
9.- Las acciones armadas en las ciudades tienen una importancia secundaria con respecto a la lucha armada en el campo y constituyen, en todo caso, una forma táctica auxiliar para el desarrollo de la guerra revolucionaria.
10.- La lucha armada se complementa con otras formas de lucha de las masas en el campo y en la ciudad. Sólo a partir de una correcta línea que plantee consecuentemente la toma del poder político por medio de la violencia revolucionaria cobran validez plena todas las otras formas de lucha del pueblo, en las condiciones de nuestro país, integrando y complementando su línea principal, sin desnaturalizarla ni desviarla. Cuanto más profundas sean las raíces del partido revolucionario en las masas de la ciudad y el campo, mayores serán las perspectivas de vinculación y coordinación de todas las formas de acción revolucionaria.
11.- En el curso de la lucha guerrillera se han producido pases de personal de los cuerpos represivos reaccionarios a las filas revolucionarias y muchos más casos de deserción, lo que evidencia la vulnerabilidad, desde el punto de vista clasista, de la fuerza represiva enemiga.
12.- Otros sectores de la izquierda revolucionaria han entendido, igual que el MIR, que la única vía para llevar adelante la Revolución Peruana es la lucha armada; que ésta tiene su más firme base en el campo y que ya iniciada es necesario perseguirla. La comprensión de esta realidad ha robustecido a la izquierda revolucionaria y ha abierto firmes perspectivas para lograr la unidad en un nivel superior.
Al mismo tiempo, las tendencias revisionistas, oportunistas, conciliadoras, reformistas y desviacionistas van quedando plenamente desenmascaradas.
13.- La constitución de un amplio frente único antiimperialista y antioligárquico, se hace posible en la medida en que el proceso de la lucha revolucionaria cobra mayor amplitud, se acrecienta el poder real del partido revolucionario y se desenmascara definitivamente la naturaleza reaccionaria y entreguista del actual régimen.
14.- La experiencia del último año de lucha ha permitido precisar con exactitud la forma de manifestarse de la doble naturaleza de la burguesía media en nuestro país. Ante el impacto de la profundización del proceso revolucionario un sector de ella hace frente común con la burguesía intermediaria monopolista, el latifundismo y el imperialismo; otro sector adopta una actitud vacilante mientras no varíe sensiblemente la correlación de fuerzas entre el pueblo explotado y sus enemigos; un tercer sector, con acendrada conciencia nacional y patriótica, puede dar su apoyo a la lucha revolucionaria. Estas posiciones son fases de un proceso dialéctico rico en alternativas, que el partido revolucionario debe encarar en cada momento.
III.- Experiencias
1.- Los Acuerdos y el Esquema de Marzo de 1964, elaborados en la ciudad de Lima, complementados y enriquecidos por los Acuerdos del CC de diciembre de ese mismo año, reunido en la base guerrillera del Illarec Ch´asca, resultado de la constatación de las tesis de marzo con la realidad del trabajo en el campo; las Resoluciones del Ejecutivo del CC, reunido en mayo de 1965, también en el campo; el análisis crítico de las experiencias de un año de lucha guerrillera en los distintos frentes abiertos por el MIR en el campo, y en los distintos planos de la acción revolucionaria, realizado en al presente Reunión del CC ampliado con Dirigentes Regionales y Responsables de Frentes de Trabajo constituyen nuestro Planteamiento Estratégico y Táctico, para la presente etapa del proceso de la Revolución Peruana.
2.- Del análisis de los antecedentes y del desarrollo de la lucha armada en los tres frentes guerrilleros del MIR, iniciada en junio de 1964, en que la actividad fundamental del Movimiento se vuelca hacia el campo, podemos concluir:
A) En el norte se comprueba que nuestra actividad revolucionaria no alcanzó los niveles políticos y militares exigidos para el comienzo y la continuación de la lucha armada. Poco antes del inicio de las acciones militares se llevó a cabo la unificación de 2 grupos armados, lo que significó un retraso en el trabajo general en esta zona. Por otra parte, no se consideraba en nuestro planteamiento estratégico y táctico la simultaneidad en el inicio de las acciones como una exigencia ineludible. No obstante esto nuestra organización, tanto política como militarmente, se ha mantenido en la zona y ha logrado la cohesión y el grado de enraizamiento y consolidación suficientes para superar exitosamente los continuos intentos de las fuerzas armadas represivas para eliminarla. En una sola de estas campañas de cerco y aniquilamiento, la tercera, intervinieron en el mes de diciembre alrededor de 10 mil hombres, contando con el apoyo de poderosas fuerzas del Ejército Ecuatoriano. Posteriormente, nuestra organización militar no ha empeñado combate frontal con el enemigo, siguiendo directivas de la Dirección Nacional.
B) En el Centro se comprueba que la guerrilla “Túpac Amaru”, desarrolló intenso trabajo de vinculación con las masas campesinas de la zona, vigorosa y efectiva capacidad militar guerrillera, pero adoleció de déficit en cuanto a la construcción del Partido, lo que no le permitió canalizar más organizada y eficazmente el apoyo y extraordinaria simpatía que despertó en el campesinado.
Las guerrillas del MIR en el Centro del país demostraron que pueden obtener vitorias sobre las fuerzas represivas, aun en notorias condiciones de inferioridad. Así quedó probado en Yahuarina, Pucutá y otros combates.
En Yahuarina, 17 guerrilleros con la colaboración de los campesinos, enfrentaron a una fuerza enemiga superior en casi el doble en número de combatientes, poderosamente armada con metralletas, ametralladoras livianas, pesadas y granadas. A esta fuerza opusieron los guerrilleros armas muy inferiores, granadas de fabricación propia y su coraje. Este combate estuvo dirigido por el Comandante Máximo Velando. Los guerrilleros causaron a la fuerza represiva 9 muertos, varios heridos y 12 prisioneros, entre ellos un oficial, los que fueron puestos en libertad sin haber sufrido ningún maltrato.
En Pucutá, en acción dirigida personalmente por el Primer Comandante Guillermo Lobatón, los guerrilleros derrotaron a un escogido destacamento de rangers, en su propio campamento, arrebatándoles gran cantidad de vituallas y armamentos y ocasionándoles numerosas bajas entre muertos y heridos. Se probó una vez más que el pueblo puede vencer a cualquier fuerza represiva –por poderosa que ésta sea–, que no hay enemigos invencibles, siempre y cuando la organización revolucionaria sepa ponerse al frente de las masas campesinas y las oriente por el camino justo de la lucha guerrillera. Además, no se ceba en prisioneros inermes.
Del análisis realizado en la Asamblea de la campaña guerrillera en el Centro, se concluyó, que los contrastes sufridos por nuestros compañeros, no se deben totalmente a la eficacia de las fuerzas represivas terrestres, aéreas y fluviales, poderosamente equipadas, sino principalmente a errores tácticos de las mismas guerrillas.
C) En el sur se comprueba que el trabajo de construcción del Partido, y de organización de las masas a partir de aquél, se encontraba en pleno desarrollo, en extensión y profundidad tales, que hay suficientes razones para afirmar que de haberse continuado así, la acción armada habría tenido amplio y firme respaldo de masas; sin embargo, paralelamente al trabajo correcto en los aspectos mencionados, no se robusteció adecuadamente la organización propiamente guerrillera no se alcanzó en el aspecto militar los niveles mencionados para no perder la iniciativa. Por otra parte se cometió el grave error de descubrir la presencia en ese lugar del c. Luis De la Puente, Secretario General del Movimiento. El enemigo concentró, en consecuencia, su atención en esta zona. Y lo que debía haber sido retaguardia del Comando se transformó en primera línea de combate. No obstante esto, el acondicionamiento defensivo de la zona, tales como campos minados y la actividad de los propios guerrilleros, impidieron la penetración de las fueras represivas por bastante tiempo. Habrían sufrido éstas numerosas pérdidas y su moral estaba muy quebrantada por las circunstancias anotadas y las dificultades naturales de la zona.
Un hecho fortuito vino en ayuda de las fuerzas represivas, jugando un papel importante en las graves pérdidas sufridas: fue acción criminal del Traidor a la Patria y a la Revolución, Albino Guzmán; este sujeto, incapaz de soportar las duras exigencias de la lucha guerrillera, en total quiebra moral, se entrega por propia decisión a las fuerzas represivas y descubre todos los secretos militares del grupo guerrillero, facilitando así, en alto grado, la tarea de aquellas.
El traidor Guzmán estaba en especiales condiciones para ayudar a las fuerzas represivas en el logro de sus objetivos: oriundo de la región, participante activo de las luchas campesinas durante la etapa de Hugo Blanco, por largo tiempo fue uno de los más destacados integrantes de la guerrilla, a tal punto que en vista de sus antecedentes fue promovido por sus propios cc. al Comité Regional; como tal intervino en los trabajos de acondicionamiento de la zona. Todo esto y su conocimiento personal de la organización partidaria, le permitieron constituirse en el arma más eficaz para ubicar y destruir al grupo principal que hace un año, en octubre pasado, se encontraba al mando del Comandante General, c. Luis De la Puente.
La guerrilla, a pesar de conocer el proceso de descomposición moral de este individuo, días antes de su entrega, no adoptó frente a él –por consideraciones de humanidad– las medidas que el caso exigía.
Por otra parte, es necesario señalar que la zona donde se estableció la guerrilla “Pachacútec”, es una zona despoblada, de más o menos 600 kilómetros cuadrados de extensión. Al plantearse la acción represiva y cortarse los contacto con el campesinado (centenares de campesinos fueron apresados por las fuerzas represivas) la guerrillas quedó aislada. Delatada la ubicación exacta de sus campamentos y principales depósitos, sus posibilidades de acción quedaron neutralizadas.
4.- A partir de determinados niveles logrados por el Movimiento, nuestros principales dirigentes y cuadros se trasladan al campo. En las ciudades de la sierra y de la costa quedaron núcleos fundamentalmente dedicados a tareas de coordinación, enlace y abastecimiento de los frentes guerrilleros; que por la naturaleza de su trabajo son clandestinos y secretos.
Esta coordinación no alcanzó la eficiencia y nivel técnico que exigía la necesidad de una relación muy estrecha entre frentes tan distantes para lograr una mejor combinación de los heroicos esfuerzos de los compañeros guerrilleros. Esta realidad se hizo evidente con el inicio de la lucha armada y en los días que siguieron.
Esta situación se agravó al sobrevenir la represión policial en los primeros días de julio del año pasado, en que la organización urbana y rurourbana quedó seriamente afectada, para cumplir eficazmente sus tareas revolucionarias, como ser: la labor de fortalecimiento de los frentes guerrilleros, envió de cuadros, informaciones, materiales, a partir de las ciudades, y en algunos casos estas tareas fueron anuladas, por acción de los organismos de represión.
El mantenimiento de las líneas de comunicación, a pesar de su lentitud, con el frente guerrillero del norte permitió que este recibiera oportunas informaciones de la situación en su conjunto y sobre las experiencias guerrilleras de los otros frentes, las que le permitieron afrontar en mejores condiciones la abrumadora represión desencadenada.
5.- Las tareas de desarrollo político y construcción del Partido no alcanzaron en las ciudades, durante la etapa preparatoria de la lucha armada los niveles que se lograron en el campo, pero esta situación no ha constituido factor fundamental en los contrastes sufridos por los grupos armados, dadas las condiciones en que se desarrolló la lucha armada, esto es, alejada de las ciudades y, por consiguiente, dependiente mayormente de su propio desarrollo en las zonas bajo su directa influencia.
6.- Con el anuncio y, después, el inicio de la lucha armada se impulsa el desarrollo político y organizativo del Movimiento.
A pesar de las duras condiciones en que se actuaba se desarrollan vinculaciones con otros grupos revolucionarios, llegándose a constituir un Comando de Coordinación; se empieza a movilizar, con el apoyo de otra organización, un aparato de propaganda aunque limitado por los precarios medios de que se disponía. Se abren, por otra parte, perspectivas para un trabajo conjunto en diversos planos con otras fuerzas.
Al propio tiempo que esto sucede numerosos y valiosos militantes izquierdistas se integran al Movimiento enriqueciendo con su aporte nuestras filas. Vuelco que, por otra parte, ha continuado produciéndose a pesas de los contrastes sufridos en el campo militar por nuestra organización. Se prueba así que la acción armada del MIR abre una rica, amplia y firme perspectiva al desarrollo de la Revolución Peruana y del Partido lejos ya de la especulación seudoteórica, ajenos a la inoperancia que se disfraza de sabiduría política y por encima de discusiones ociosas que terminan enquistándose en una especie de diálogo de sordos.
No se logró oportunamente, a pesar de los esfuerzos mutuos, la vinculación de los grupos guerrilleros “Pachacútec” del MIR y “Javier Heraud” del Ejército de Liberación Nacional, que operaban en zonas relativamente cercanas. De haberse alcanzado ésta a tiempo, se habría fortalecido la fuerza armada revolucionaria y el objetivo de las operaciones represivas seguramente se habrían frustrado.
8.- La falta de relación, a pesar de haber sido buscada por nuestro Movimiento en abril de 1965, con otro sector de izquierda revolucionaria también empeñado en organizar la lucha armada, no atribuible en lo absoluto a sectarismo de nuestro Movimiento, conspiro contra la ampliación del proceso.
9.- Es evidente que el Poder Ejecutivo, controlado por el sector conciliador de la burguesía media, ante el impacto del inicio de la lucha armada en la sierra y utilizando la confusión creada por sus actitudes demagógicas y la gran capacidad de maniobra que le permiten sus contradicciones no antagónicas con la oligarquía, orientó su actividad política a neutralizar a las direcciones de varios sectores de izquierda para que la lucha armada guerrillera no deviniera en un proceso de gran amplitud ni contara con el apoyo de todas las fuerzas de izquierda.
Producto de esta política del gobierno, ha sido el hecho indiscutible de que varias organizaciones de izquierda pudieran mantener públicamente una posición de censura a las acciones de las fuerzas represivas e incluso alentaran –salvando sus distancias– la lucha armada, especialmente en el momento de auge de ésta. Entendía el régimen que de esa forma tales organizaciones no participarían activamente en el desarrollo del proceso revolucionario ya iniciado, con lo que el MIR se debilitaría y la acción represiva seguiría su curso.
Con toda claridad y franqueza decimos a las organizaciones de izquierda que han consentido esta connivencia tácita o explícita con la oligarquía, el imperialismo y el sector conciliador de la burguesía media, es decir, con los enemigos fundamentales de las clases explotadas y de todo nuestro pueblo; que con ello han contribuido en la práctica, por acción u omisión, conciente o inconscientemente, al mantenimiento de la opresión y explotación que actualmente aherroja a nuestra patria. O, en cualquier caso, han dificultado el desarrollo revolucionario, lo que objetivamente favorece al enemigo.
10.- La falta de un análisis más detenido de las manifestaciones de la doble naturaleza de nuestras burguesía media nos impidió prever que nuestro planteamiento de disolución del Congreso no tendría mayor significado, a pesar de que recogía la posición de sectores “radicales” de la burguesía media.
Por el contrario, en el Legislativo donde están representados quienes sostenían esta tesis, se vio funcionar transparentemente la superconvivencia: odriístas y democristianos; apristas y acciopopulistas; reaccionarios convictos y confesos y “termocéfalos”, se aliaron sin distinciones en la más repugnante alianza sin principios cuando aparecieron las guerrillas. Nunca en nuestra pobre historia parlamentaria de los últimos años se vio tan impúdicamente unidos –salvo un puñado de parlamentarios ajenos a los cuatro partidos de gobierno–, a publicanos y fariseos, a reaccionarios y a quienes se llaman progresistas. Nunca las ranas croaron tan alto. Esta página innoble está profundamente grabada en la conciencia de nuestro pueblo y en la historia de nuestra patria.
11.- Es necesario señalar, también, que en nuestra política de cuadros hemos cometido algunos graves errores. El más notorio error de esta naturaleza ha sido el de confiar tareas de importancia a sujetos que anteriormente habían dado muestras de falta de firmeza. Uno de ellos, Julio Colán Castillo, al ser detenido en los primeros días de julo del año pasado, delató a numerosos compañeros y organismo partidarios, facilitando con ellos la represión policíaca. Actualmente viene pretendiendo ubicar a otros militantes, presumiblemente ya al servicio de los enemigos del pueblo.
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* Fuente: Cambio, Documentos Octubre Rojo (Lima, Perú, 19 de octubre de 1989), pp. 8-11. Digitalización: Instituto Luis de la Puente Úceda.