Desde muchos rincones de la República Mexicana, miércoles 12 de diciembre de 2001.
Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.
El Che
Muy estimados y queridos compañeros presos políticos y de conciencia en La Palma y en Loxicha que en estos momentos se encuentran en huelga de hambre:
Desde detrás de nuestro paliacate, les hacemos llegar nuestros saludos y solidaridad con ustedes, que valientemente han decidido a romper el silencio donde se creía imposible, desde las entrañas más autoritarias del gobierno.
Reciban por medio de esta carta un fraternal y firme abrazo lleno de apoyo a su lucha.
Como ustedes sabrán, no tenemos muchas noticias sobre la lucha que ahora emprenden pues, como siempre, el poder neoliberal intenta callar las voces de resistencia. Aun así, pensamos que las huelgas de hambre por el esclarecimiento del asesinato de la licenciada del pueblo Digna Ochoa y por su libertad son un ejemplo y una lucha digna (valga la redundancia) tanto para nosotros como para la sociedad en general.
Esperamos que puedan conocer estas líneas porque la verdad es que las cosas acá afuera no han cambiado mucho. Es decir, se siguen cometiendo violaciones a los derechos humanos pese a la retórica gubernamental. Como escribió alguna vez Alberto Einstein, los seres humanos todavía no hemos salido de una etapa de salvajismo. Ayer y hoy, crímenes de lesa humanidad eran y son cometidos en nuestro país; además, persisten violaciones sistemáticas a los derechos humanos. Es contra este estado de condiciones que ustedes y nosotros luchamos.
En este sentido, entendemos que una de las señales más claras de la falsedad de la transición de un régimen autoritario a uno presuntamente democrático es la existencia de presos políticos.
El gobierno foxista, detrás de las maniobras mediáticas, aplica la política de siempre e intenta aparentar que la situación respecto a los derechos humanos ha mejorado cuando no es así, pues ustedes mismos son testigos de esta hipocresía discursiva. Ahora más que nunca, el sistema neoliberal nos condena a millones de mexicanos al hambre, a la pobreza, al desempleo, a la tristeza. ¿Acaso no constituye esto una violación estructural e institucional que arremete contra los derechos humanos de la mayoría cotidianamente?
Como ustedes han vivido en carne propia, saben que quienes legítimamente se oponen a este modo de vivir (o morir) y luchan por un mundo más humano todavía son reprimidos, encarcelados, torturados y/o asesinados. Así ha sido la historia desde hace 500 años, hace 100, hace 30 pero también en nuestros tiempos. Evidentemente, la guerra sucia sigue activada, en la modalidad de una guerra de baja intensidad que va de mano en mano con una democracia, también de baja intensidad.
Aun con todo esto, no se preocupen. Por cambiar esta realidad luchan muchos actualmente. Por ejemplo, les contamos que las y los familiares y amigos de los desaparecidos de los años 70 y 80 demandan justicia y presentación de sus seres queridos –también luchadores sociales– aunque el gobierno intenta darle carpetazo al asunto.
Ustedes mismos (seis en La Palma y veintisiete en Loxicha), sumándose al clamor popular por el pleno respeto a los derechos humanos, han iniciado una huelga de hambre. En San Salvador Atenco y en otras regiones del país, los campesinos resisten las agresiones (desalojo, desempleo) que se cometen contra ellos. Estos son movimientos importantes que el poder oligárquico y muchos medios de comunicación se niegan a reconocer pero que sin embargo existen porque precisamente siguen existiendo atropellos a los derechos humanos.
Es más, pensamos que la justicia no se hace a través de informes sino a través de acciones concretas que garanticen la justicia y aseguren que no exista impunidad. Actualmente, el Estado se preocupa más por los DDBB (derechos de los banqueros) que por los DH. Nosotros creemos que la justicia se logrará por medio de la presión popular y se garantizará con el poder del pueblo.
Mientras tanto, no podemos hablar de un pleno respeto a los derechos humanos sin que haya una verdad histórica sobre crímenes de lesa humanidad, pasados y presentes, cometidos por el Estado; sin que haya una democracia política pero no sólo política sino también económica y social. Asimismo, no podemos hablar de justicia cuando quienes han cometido graves violaciones a los derechos humanos –entre ellas desapariciones, torturas, secuestros y masacres– o quienes han sido cómplices en las mismas se encargan de impartir ‘la justicia’. Tampoco podemos hablar de una sociedad libre y democrática, con la presencia de presos políticos a lo largo y ancho del país.,
Así, compas, queda mucho por hacer y construir. Desde luego, expresamos nuestro firme respaldo a su lucha y nos unimos a sus reclamos de justicia.
Alentándolos a seguir luchando y resistiendo, se despide respetuosa y afectivamente.
Las bases, las y los militantes, colaboradores y simpatizantes del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente.
PD: En los últimos momentos nos hemos enterado que los presos políticos de los Loxicha levantaron la huelga de hambre porque tuvieron problemas de salud, sin que fueran resueltas sus demandas ya que las autoridades del penal estatal y federal pusieron oídos sordos a sus más elementales demandas.