Para pasar la página del conflicto armado

PARA PASAR LA PÁGINA DEL CONFLICTO ARMADO

Los revolucionarios(as) se entregan por entero a la causa que defienden y son conscientes que ello les exige dar su vida, bien sea de un tajo o en la lucha constante hasta el último suspiro; quien no lo asuma de esa manera no es un verdadero revolucionario(a).

Decirlo es mucho menos complicado que asumirlo y en tal sentido el día a día se convierte en una prueba permanente, porque ser consecuentes exige una conducta de esfuerzos y sacrificios, que demuestras si se es o no coherente.

Los elenos(as) muy a pesar de las tormentas política y sociales que vivimos como revolucionarios colombianos(as), no hemos vacilado en reafirmar, la vigencia del derecho a ser rebeldes y por ello nos mantendremos alzados en armas hasta cuando estas, por la fuerza de las vías democráticas -cerradas desde hace más de medio siglo en nuestro país-, dejen de ser necesarias para que el pueblo luche por el poder.

La vigencia actual del derecho a la rebeldía en Colombia, suscita fuertes debates y contradicciones y no es para menos, luego de más de medio siglo, en que los esfuerzos de la insurgencia junto a amplios contingentes de luchadores(as) populares y de los más variados sectores sociales, han hecho importantes esfuerzos por alcanzar la solución política del conflicto, sin lograrlo en los niveles que todos(as) hemos querido, y hasta ahora tal empeño deja incalculables costos.

Nosotros, los elenos(as) no tenemos dudas en lo acertado del camino que tomamos, porque en cada tramo del camino guerrillero que hemos recorrido, hemos sido capaces de incorporar el análisis de la realidad y en ello actuamos con el sentir interno y tomando el pulso del sentir político de las mayorías nacionales, con la complejidad que ello ha tenido, debido a que defender la causa guerrillera y revolucionaria es un delito que los señores del poder lo cobran con la vida.

En este esfuerzo por analizar con realismo la validez y justeza del alzamiento armado, hemos contado con muchos(as) militantes, pero entre ellos resaltamos al sacerdote y sociólogo Camilo Torres, a los dirigentes estudiantiles y comandantes guerrilleros Manuel y Antonio Vázques Castaño, el comandante José Manuel Martínez Quiróz, a Armando Correa Valencia, a Omaira Montoya Henao, a Marta Elena Varón, a los sacerdotes internacionalistas, comandante Manuel Pérez Martínez, a Domingo Laín y José Antonio Jiménez Comín, a los médicos comandantes a Hermidas Ruíz, Edgar Amilcar Grimaldos Varón y Antonio Galviz, al comandante Luís José Sepúlveda, a Lino Merceditos Ballestas y tantos otros de quienes la actual comandancia del Ejército de Liberación Nacional aprendió de sus enseñanzas, y estudia de manera constante la realidad actual de Colombia, Latinoamérica y el mundo para seguir el camino revolucionario.

Hemos respetado a quienes, a lo largo de estos 54 años de nuestra existencia como organización levantada en armas, han emprendido su accionar político por las vías legales y así nos distanciemos en las maneras de luchar, consideramos que todo esfuerzo por cambiar a Colombia, suma para la causa de la justicia, la democracia, la liberación nacional y el socialismo.

Nuestros esfuerzos por encontrar una Salida política al conflicto social y armado que padece Colombia, los iniciamos desde hace 28 años en diálogos con el gobierno de Cesar Gaviria Trujillo, y ni en esa oportunidad ni con los siguientes gobiernos, hemos encontrado despejado el camino por tal objetivo y por el contrario, hemos encontrado unas clases dominantes, soberbias, arrogantes intransigentes, interesadas solamente en la desmovilización y entrega de armas de la insurgencia, para que esta se someta a su sistema político, a su régimen de exclusión y violencia, sin que se abra el camino de los cambios sustanciales que requiere Colombia, para superar las causas que originan el conflicto.

La clase en el poder está preparada para la guerra y no para la paz, los anuncios de paz de la oligarquía colombiana son una estrategia guerrerista, en la que se busca someter a la guerrilla en una mesa de diálogo, concebido para quebrar su moral de lucha y cercenar sus convicciones e ideales.

La dramática situación que viven hoy quienes desde la FARC cumplieron los Acuerdos de la Habana, no dejan ninguna duda de que no es suficiente con que la guerrilla cumpla, pues si alguien hizo lo acordado y más, fueron los hombres y mujeres que, desde las FARC le apostaron al dicho proceso y, ese es el fiel retrato de la paz que impone el régimen.

El ELN ha logrado construir y acordar una Agenda con el gobierno y diseñar un proceso, que no cabe en el modelo de paz que el presidente Santos aplicó a las FARC, ya lo hemos dicho antes y hoy lo reiteramos. Si un proceso de paz en Colombia no es para sentar las bases que superen las causas que originaron el conflicto social y armado que hoy vivimos, y donde la insurgencia sea un sujeto político activo y transformador, este no será un verdadero proceso de paz.

El ELN seguirá dialogando en dicha perspectiva y no renuncia a la paz, como objetivo en el que es indispensable la participación de la sociedad y el decidido apoyo de la comunidad internacional con respeto a la soberanía nacional; porque la paz no es un asunto exclusivo de la insurgencia y el gobierno.

Comandante Nicolás Rodríguez Bautista