Las actuales elecciones presidenciales tienen la particularidad histórica de darse en un momento de inflexión política y militar que marca el futuro de varias generaciones de colombianos y de la Nación. Son muchos y muy complejos factores que hacen crucial el momento político. Algunos de ellos son en nuestra consideración los siguientes:
• Fracaso del proceso de paz con las FARC-EP
Desde el punto de vista de los presupuestos generales del acuerdo de La Habana, contrastados con la condición actual del proceso y de dichos acuerdos, se advierten serias inconsistencias en puntos principales:
Política Agraria (1): Lo fundamental de este punto incluía aspectos del “Programa Agrario de las FARC” manifestados, entre otras cosas, en la implementación del Catastro Rural, la adjudicación de baldíos, la restitución de tierras despojadas por el paramilitarismo, el apoyo a las zonas de reserva campesinas y su coexistencia regulada con las Zidres y con las zonas estratégicas de explotación minero-energéticas; sustitución programada de cultivos ilícitos, fin de las fumigaciones con glifosato, etc.
Estos temas siendo reivindicaciones centrales de una guerrilla campesina como las FARC-EP, fueron escamoteadas, convenientemente peluqueados y terminaron lánguidos en el acuerdo del Teatro Colón.
Sin duda alguna eso fue posible gracias al resultado –previsible- del “plebiscito por la paz”, que se tradujo en victoria política para el Bloque de Poder Contrainsurgente, pues en últimas fueron Santos y Uribe los que terminaron definiendo el alcance de los acuerdos con las FARC.-EP, quitándoles la iniciativa política y de paso consolidando la fábula del enfrentamiento gobierno vs. Oposición, amigos de la paz vs. Enemigos del proceso, Santos vs. Uribe. Fábula que dio grandes méritos políticos a Santos, quien se proporcionó el apoyo de sectores “progres” y de la misma izquierda que a la postre terminó siendo muy santista y contribuyó a crear un ambiente político en el que sólo cabe el falso dilema Santos-Uribe.
Desde el punto de vista de las soberbias clases dominantes colombianas el acuerdo es un éxito como sometimiento y victoria militar, lo propagandizan de esa forma en los balances y pronunciamientos sobre el gobierno de Santos.
Así el nobel de paz genocida y tramposo resultó el abanderado de la paz, la democracia y la justicia social, y así mismo puso a su cola amplios sectores que apostaron sus esperanzas políticas en el acuerdo de paz. Se configura un cerramiento del discurso político que pretende sacar del escenario político cualquier postura contraria al Bloque de Poder Contrainsurgente. Lo que nos conduce a otro aspecto de la situación política.
¿Dulce quimera o “nueva época política”
La apertura de espacios políticos o “Nueva época” de la política colombiana repetida como un rosario ha tenido manifestaciones muy contrarias a las consignas, y al tiempo, enmarcadas en la visión del régimen frente a la negociación política.
El nuevo partido político de la FARC –a pesar de su valentía y compromiso en el cumplimiento de los acuerdos- es presentado como partido culpable de la violencia, el atraso, el desorden y todos los males de la Nación (como si hubieran sido las insurgencias las que hubieran estado gobernando el país por los últimos doscientos años). Además de ser el “partido culpable”, de ser silenciado por los medios de comunicación y de sus propias divergencias internas; está la andanada del Bloque de Poder Contrainsurgente con su discurso unanimista y hegemónico que convierte al partido convierte FARC en una fuerza política “inofensiva” para los intereses de las clases en el poder. Hasta sus pobres resultados electorales son demostración –según el establecimiento- de que el proyecto neoliberal no tiene alternativa y de que las FARC, políticamente marginales, han sido derrotadas y apenas aparecen en la escena política nacional.
Para terminar de ajustar, el operativo de la DEA contra Jesús Santrich, que para cualquier observador sensato tiene todas las características de un montaje (agente a sueldo de la DEA, inducción a la trampa, pruebas “contundentes” pero desconocidas, etc.) que cuenta con la consuetudinaria postración del Estado colombiano ante los pedidos de Estados Unidos – en este caso de extradición-. No podemos olvidar que nuestro flamante vicepresidente Oscar Naranjo es agente especial de la DEA desde octubre de 2010. (2)
Como era de esperarse este episodio sirvió para quitarle funciones a la JEP –que ya no tiene voz en materia de extradición- muy desprestigiada por escándalos de corrupción y por ser eficaz solo a la hora de absolver militares condenados por crímenes de lesa humanidad. (3) Con el eventual triunfo de Iván Duque en las elecciones se augura la extradición de otros dirigentes incómodos de la FARC, lo que complica aún más el estado de los acuerdos.
Sumando: la transformación del campo colombiano, la apertura democrática, la justicia transicional, son entelequias publicitarias que suenan a engaño y trampa sobre lo originalmente acordado por las FARC-EP y el Estado en La Habana.
Sin mencionar los incumplimientos a los guerrilleros desmovilizados (muchos aún presos, otros con proyectos productivos empantanados o inocuos, otros tantos a la deriva en sus perspectivas de vida al dejar la guerrilla) los asesinatos a líderes sociales y a exguerrilleros, la ocupación militar sobre las comunidades y demandas campesinas en las llamadas zonas de consolidación, la erradicación forzada, las fumigaciones con glifosato, el ataque permanente sobre los campesinos: Cosas que dan lugar a nuevas resistencias y demuestran la idea que el mal gobierno tiene de paz.
Al tiempo son un espejo para las otras insurgencias –particularmente el ELN que adelanta negociaciones en el Estado colombianos- y para los sectores sociales que se han movilizado en defensa de sus demandas y sus derechos: El modelo de negociación de las clases dominantes colombianas aplicado a todo nivel es negociar –prometer, incumplir, matar o neutralizar-. Baste ver los ejemplos de Choco, Buenaventura, Urabá, comunidades indígenas y campesinas, etc. (4)
Consolidación del Proyecto Neoliberal ¿un nuevo Frente Nacional?
No deja de sorprender que el Bloque de Poder Contrainsurgente se oriente hacia la victoria de Iván Duque en las elecciones. Claramente hay factores de coalición burocrático-mafiosa que inclinan la balanza en ese sentido (los caciques de la costa atlántica, palmeros, narcos, paramilitares –toda pelambre de popeyes- le cobran a Vargas Lleras los favores recibidos por parte del fiscal general Néstor Humberto Martínez.
No parecía fácil que se dejara de lado un cuadro político preparado, curtido en los “retos de la democracia colombiana” (corrupción, clientelismo, nepotismo). Un personaje proveniente de la aristocracia bogotana que por su prosapia y su hoja de vida predestinado a la presidencia, ¡pero ya no fue! Y en su lugar se proyecta el simpático teatrino de títere y marioneta para presidencia y vicepresidencia –sólo alguien políticamente interesado o completamente imbécil se atrevería a defender la independencia política del dúo Duque- Ramírez respecto a Álvaro Uribe Vélez.
La perspectiva es la de un campo político en el que solo cabe un discurso gobierno-oposición, ya no santismo-uribismo, sino uribismo- santismo donde las demás fuerzas políticas (ya se ve al Partido Liberal y al Partido de la Alianza Verde) No tienen más opción “útil y realista” que ponerse a la cola de uno de los sectores del Bloque de Poder Contrainsurgente.
Es el mismo Bloque social dominante que ha gobernado Colombia y se ha sostenido en el poder los últimos 20 años, han alternado sus posturas de un bando a otro pero dentro del mismo bloque. Lo cierto es que el hilo conductor de sus gobiernos ha sido la contrainsurgencia como transversal al modo de gobernar y conducir política, económica, militar y socialmente el país; esto en el contexto del modelo de desarrollo forzado de acumulación por exterminio y desposesión para consolidar el proyecto neoliberal.
Pastrana entró a “solucionar” la crisis en el Estado que le heredó a Samper. Adelantó la reingeniería del ejército y la policía con el apoyo y orientación norteamericana; puso a punto los ejércitos paramilitares; fue eficaz en la propaganda falaz ara desprestigiar a las insurgencias y dejó todo dispuesto para la guerra sangrienta de Álvaro Uribe Vélez (con Santos como Ministro de Defensa): masacres, ejecuciones extrajudiciales, desplazamientos, asesinatos brutales y todas las formas de operación psicológica de los manuales contrainsurgentes (un enemigo y objetivo común como propósito nacional, el miedo como instrumento de la política, acostumbrar a la sociedad a la muerte, el odio a los pobres, la mentira como justicia, llamarle “ayuda” a la intervención criminal de Estados Unidos en Colombia). El fascismo social como tendencia se instaura en Colombia y contribuye a impedir posiciones alternativas, imponiendo un discurso unanimista y dogmático. Es que el paramilitarismo no es un accidente, no es un error, ni una desviación de “manzanas podridas” ene l ejército y la policía. Es un elemento central en la aplicación de la estrategia contrainsurgente y de la política militar del Estado colombiano. Cosa que hoy se complementa con el uso de mercenarios de compañías privadas dedicados a la violencia.
Para completar, se aseguró la impunidad a beneficiarios económicos y políticos de la contrainsurgencia ilegal o paramilitar legalizando tierras y fortunas, lavando la cara del régimen al extraditar antiguo aliados. Las clases dominantes quedaron libres de cado y duelas del oro.
Uribe le dejó a Santos la herencia de la “confianza inversionista”: todo listo para la firma del TLC, la Alianza del Pacífico y los negocios de la Cumbre de las Américas. “Seguridad democrática”: miles de líderes sociales presos o asesinados, miedo y terror sobre las comunidades, propaganda a gran escala para evitarle iniciativa política a la insurgencia. “cohesión social” a partir de una sociedad maniqueísta, dividida en buenos (gobiernistas fanáticos) y malos (cualquier opositor de su régimen).
Sin embargo, la ultraderecha obscura se desprestigió por sus brutales hazañas y hubo de darle lugar a la ultraderecha en urna de cristal. Santos es ahora el referente de comportamiento y sumisión para presidentes latinoamericanos (con esa idea de democracia se alinean los gobiernos de Brasil, Perú, Ecuador, Paraguay, Chile, Argentina, México) obedientes a los que demanda Estados Unidos, déspotas y arrogantes con sus pueblos.
Santos le hizo la tarea a Uribe-Duque; TLC, OTAN, OCDE, TISA, (5) unas FARC desmovilizadas, arrinconadas políticamente, desprestigiadas e inofensivas para el proyecto extractivista de inversión extranjera, entrega de nuestros recursos naturales y movilidad del capital financiero especulativo.
Más aún, Santos ha logrado nuevos niveles de refinamiento en la propaganda estatal de la mano de académicos e “intelectuales” al servicio de las billeteras y “tanques de pensamiento” que han impuesto a las academias. Al periodismo y a la sociedad, términos y matrices de análisis funcionales a la revisión histórica y alineadas con el establecimiento. Cantidad de “analistas” sin voluntad ni sentido crítico, que ya entradas en gastos no pueden más que defender una institucionalidad mafiosa, asesina, legalizadora del Estado de Excepción, pero que justifican como “la única que tenemos y no podemos debilitarla”. Ahora con la presidencia Uribe-Duque ¿seguirán defendiendo la “modernidad” del triunfo neoliberal? ¿Seguirán defendiendo esa modernidad donde NO predomina la razón sino la violencia estatal y el abuso de autoridad? No tendrán más que acomodarse para congraciar aconsejando al príncipe y seguir defendiendo el discurso neoliberal con fanatismo religioso.
De forma tal se configura un espacio político copado por un discurso hegemónico propio de la “post-democracia”, en el que unos especialistas de la política altamente ideologizados retienen y concentran el poder, legitimándose a sí mismos con un único discurso aceptable y posible. Una dictadura de castas que se representa a sí misma y a sus negocios, defendiendo unas instituciones corrompidas con una legalidad violenta y tramposa. Todo es como debe ser pues la corrupción es fundamento para que funcione el estado. ¡Figúrese! Santos y Uribe-Zuluaga fueron ambos financiados por Odebrech. Empresa que indirectamente trabajaba con una de las firmas de representación legal del fiscal Néstor Humberto Martínez que asesoraba los contratos de Odebrech con los bancos de Sarmiento Angulo. Es normal que las investigaciones al respecto adelantadas por el comerciante de prebendas, contratos e inversiones que funge de Fiscal General, no lleguen a ningún lado.
Naturalmente el contexto de toda esta situación es el de un conflicto integrado a la economía de mercado neoliberal. La “recuperación” para el redil norteamericano de Ecuador, Brasil, Argentina y Uruguay; el permanente ataque contra Venezuela y Bolivia, con Colombia como referente político y militar para Latinoamérica (adecuado a la OCDE, miembro de la OTAN, con la mayor cantidad de bases militares u contratistas norteamericanos) cabeza de playa de los Estados Unidos en la región, esencial para el control de un espacio valioso geopolíticamente –cerca de Venezuela, cercano a la gran Amazonía, al acuífero guaraní- con grandes recursos estratégicos de biodiversidad, hidrocarburos, minerales y agua dulce. Sin ir más lejos, el mal gobierno colombiano ofrece el Chocó, la Amazonía, la Orinoquía, los llanos y Santander a la inversión y el saqueo extranjeros.
• El pueblo existe, la democracia es una necesidad.
Es innegable la profunda crisis política, de ideas y de partidos en nuestro país. Muchos políticos cambian de bandera y de ideas como cambian de calzones y se acomodan en cada bandazo de acuerdo a conveniencias burocráticas. Las sectas políticas más fanáticas como Cambio Radical, el Partido Conservador o el Centro Democrático se muestran como movimientos ciudadanos de opinión cuando en realidad los mueve la misma maquinaria corrupta de las mismas castas de apellidos “ilustres”.
Los verdaderos movimientos de tendencia ciudadana son olvidados a propósito por los analistas y neo historiadores: el paro de campesinos de 2013, el movimiento contra la destitución de Petro alcalde, los paros de Buenaventura, Chocó Urabá y Tumaco, las consultas contra la mega minería en Cundinamarca, Meta y Tolima. Todos, fenómenos que merecen análisis aparte. Hoy la candidatura de Petro en la presidencia es una real tendencia política movilizadora independiente que recoge los anhelos de paz y democracia de amplios sectores de la sociedad colombiana.
Las elecciones de 2018 se dan en condiciones históricas singulares:
- Las FARC desmovilizadas pugnando por abrirse espacio en la política pero usadas por la derecha como catalizador para neutralizar cualquier otra expresión insurgente con el absurdo maniqueo de que por estar en “posconflicto” todas son bandolerismo o criminalidad.
- La “victoria” de las clases dominantes en su proyecto neoliberal los pone ante la necesidad de apuntalarlo y para ello necesitan la concentración absoluta del poder.
- La ubicación de Colombia como cabeza de playa. Miembro de la OTAN que aún tiene la complicación de insurgencias en zonas de frontera que entraban la venta de territorios a las multinacionales y la intervención del ejército colombiano en una posible agresión contra Venezuela, conflicto internacional que se abre paso.
- La agudización de condiciones de miseria, ignorancia, falta de servicios y bienes sociales; las políticas tributarias y salariales del Estado colombiano que hambrea al pueblo y profundiza la crisis social.
- El surgimiento de tendencias políticas democráticas como la como la de Gustavo Petro –con quien no contaban- ajena a los partidos políticos tradicionales de todas las tendencias.
En la primera vuelta electoral, luego de las denuncias de la posibilidad de fraude, ante el evidente apoyo masivo en varias ciudades, que superaba al de varios candidatos, resultó imposible trampear la primera vuelta presidencial. Sin duda (aún con los coqueteos interesados de Petro con la institucionalidad burocrática, a pesar de sus intentos por no parecerle agresivo o radical a empresarios y sectores conservadores) Colombia se encuentra en la encrucijada –una vez más-:
O profundizar el modelo de desarrollo forzado en pleno triunfismo de lo más reaccionario del neoliberalismo armado que quiere grabar en piedra su dictadura mafiosa, limpiándose la sangre que salpica su democracia de fosa común y ganancias millonarias;
O la de romper el ciclo de exclusiones, autoritarismos, unanimismos, concentración del poder y abrir espacios de lucha política y posibilidades de participación de las mayorías en las decisiones del gobierno.
Sin embargo, es muy probable que las esperanzas de una manera diferente de gobernar sean frustradas nuevamente y en últimas el proyecto del neoliberalismo armado se profundice en un régimen absurdo, irracional e inhumano capaz de cualquier brutalidad para sostener su poder, cobijados por una legalidad que instituye un permanente Estado de Excepción; una actitud de arrodillamiento servil del Estado y sus funcionarios hacia los mandatos norteamericanos y una guerra descarada contra los pobres: en las ciudades en nombre de la “seguridad” y en el campo reeditando la guerra contra las drogas, apoyados en un sofisticado sistema de propaganda con un enfoque fanático sobre los fenómenos sociales que se niega el análisis, la explicación y criminaliza todo lo que se opone a su dictadura, mientras se presentan a sí mismos como civilistas y respetuosos de la ley: “el orangután con saco leva”.
Ni Santos ni Uribe, ni sus títeres son opción para el pueblo. Todos representan el mismo proyecto de ultraje y explotación contra el pueblo.
¿Qué se puede hacer?
Las castas dominantes quieren pueblos sumisos, con el hábito de la obediencia, sin esperanzas, presas del miedo y la confusión para que no puedan explicar su situación ni conocer las causas de su desgracia. Un ejemplo: Colombia requiere historia propia, medicina para las mayorías, ingeniería libre y científica, pedagogía propia, y en lugar de todo esto los perversos Duque y Uribe proponen educación cívica y urbanidad como remedio para todos los males del país. ¡Delirante!
Los pobres trabajamos para que los ricos sean más ricos, cuidamos y atendemos sus grandes almacenes, arreglamos sus casas, conducimos sus vehículos. Todos con la clase media usamos sus sistemas de transporte, somos robados por sus bancos y esclavizados por sus créditos, pagamos por la salud y morimos por falta de atención en sus EPS... pero podemos cambiar esto para hacernos escuchar y hacer valer nuestra voz de protesta. La Colombia multiforme, diversa, plural, caótica y contradictoria requiere de la unidad de su gente como única posibilidad de defenderse ante la opresiva política del mal gobierno y ante la descarnada explotación que obliga a vivir para el rebusque y no da la oportunidad de trabajar para vivir.
La pobresía colombiana no puede seguirse consumiendo en pequeños infiernos o paraísos privados mientras las decisiones sobre la vida y el futuro las toman los ricos de siempre, los detentadores del poder, los mismos de toda la vida. La gente sencilla de nuestro pueblo, engañada mil veces, víctima de las clases dominantes que solo piensan en sí mismas, ha de aprender a reconocer qué intereses representan los políticos y gobernantes; aprender a identificar hacia dónde se orientan las políticas del Estado. Cuestión fundamental para no ser burlada ni engañada.
Es vital participar en la lucha política con todas las formas de acción a nuestro alcance, uniendo a los más diversos sectores en defensa de los intereses populares. Hay que participar en la contienda electoral y en todas las formas de acción posible para la defensa del pueblo, de la nación, de nuestros recursos naturales, de la vida y del agua. Es urgente abrir los espacios de participación política para pensarse otros países posibles en los que en lugar de matar a sus hijos se les haga dignos de vivir, como pedía el poeta Arango.
Paz es democracia para el pueblo y democracia es gobierno del pueblo. Es dar a la gente la capacidad de orientar el rumbo de la nación, de reconocer quién representa los intereses de las mayorías y quién no. Es la posibilidad de ejercer el poder político para mejorar y defender la vida de todo el pueblo y de toda la nación.
¡LA PAZ DE LOS RICOS NO ES LA PAZ DEL PUEBLO!
¡PAZ ES DEMOCRACIA PARA EL PUEBLO!
MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO
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(1) http://www.eltiempo.com/politica/proceso-de-paz/timochenko-felicita-a-la-fuerza-publica-por-proteger-a-exguerrilleros-167402
• Acuerdos comparados: La Habana – Teatro Colón en: https://draftable.com/compare/JjypTOknafBktqvc
• http://www.rebelion.org/noticia.php?id=241070&titular=restituci%F3n-de-tierras-no-permite-el-retorno-de-las-v%EDctimas-por-concesiones-de-proyectos-mineroenerg%E9ticos-
(2) La DEA nombra agente especial al director de la Policía Nacional: http://caracol.com.co/radio/2010/10/24/internacional/1287917460_375621.html