LA CONSULTA ANTICORRUPCIÓN: OTRA OPORTUNIDAD PARA LA POST-DEMOCRACIA
La post-democracia (propia del posconflicto) es la definición de un panorama político en el que las opiniones, discursos, acciones políticas, el ejercicio mismo del poder político son monopolio y privilegio de especialistas profesionales de la política que asumen los “ritos de la democracia” y con ellos el discurso del neoliberalismo armado que niega las demandas, los clamores, las luchas del pueblo, sus organizaciones y proyectos político; pretendiendo que los colombianos seamos una masa apática e ignorante cuyo único papel es hacer lo que ordenen esos especialistas de la política.
El proyecto económico y político antinacional, antipueblo, que se afianza en el poder del Estado con Uribe-Duque y que ellos consideran triunfante, a un paso de considerarse totalmente en Colombia y convertirse en referente obligatorio para toda la América Latina. O es ese el referente, o la OTAN con su flamante miembro nuevo miembro “implantará la libertad” en cualquier sitio de nuestra Latinoamérica.
El mal gobierno concentra el poder político, alinea los medios de comunicación poderosos para que lo alaben y le hagan propaganda; toma medidas que consisten en el asesinato sistemático de cientos de líderes sociales; el aumento de impuestos con sus correspondientes secuelas de hambre para los pobres y necesidades para la clase media (reforma tributaria que favorece a los ricos, “SISBEN para los ricos”, salario mínimo diferencial y reducido, etc.). Consecuente con lo anterior proyectan normas para “regular la protesta social”. Mejor dicho: asesinan y hambrean al pueblo colombiano y le quieren prohibir que se queje y encima convencerlo de que esta situación se llama “democracia”.
¡Cómo no! Cooptan o convierten en inocuos e insípidos a los sectores políticos que se definen oposición y/o se autodenominan “sociedad civil”. Les quitan su demagógico pero inofensivo discurso anticorrupción y todos los políticos corruptos amigos del mal gobierno terminan apoyando la famosa consulta. En tanto ese sector de la “sociedad civil” de la oposición parlamentaria se auto ridiculiza patética y vergonzosamente al ritmo espasmódico de “la música que le gusta a los jóvenes” (¿?), eso sí, usaron los vestidos más apropiados para ser los reyes de las burlas de los grandes medios y sus asalariados analistas.
¿Buscan una nueva ley anticorrupción? Como si la ley, la Constitución, miles de decretos y denuncias, prohibiendo y sancionando la corrupción hubieran impedido alguna vez que los políticos tradicionales roben, mientan, asesinen para despojar a los colombianos del patrimonio público. Es más; incluso legalmente despojan al pueblo de los bienes públicos (ISAGEN, ETB, empresas de servicios públicos, hospitales, contratos de la fuerza pública, entrega de recursos naturales a empresas extranjeras).
Pero cuando los mismos ladrones y asesinos del mal gobierno se adhieren a la cándida propuesta de un sector de la oposición envían el mensaje de que existe democracia y que el pueblo colombiano participa en una consulta con la cual o sin la cual, todo queda, tal cual.
La corrupción es inherente al funcionamiento del Estado colombiano, sin ella este Estado mafioso y contrainsurgente no puede hacer andar su proyecto. La corrupción es tan fundamental para el Estado colombiano como la superstición chamánica con las leyes. En Colombia todo atropello contra el pueblo tiene un precepto legal que lo justifica y cuando el abuso es abierta y descaradamente criminal, tiene un precepto legal que lo prohíbe, pero de ninguna manera lo impide (aquí está prohibido el paramilitarismo ¿?).
Muy lejos estamos del gobierno del pueblo y para el pueblo en Colombia. Del ejercicio del poder con la participación de todos los sectores políticos que creemos en la soberanía, la democracia, el trabajo y el pensamiento del pueblo como baluartes de la paz verdadera.
No creemos que la democracia sea repetir la propaganda del gobierno, ni protestar pidiendo permiso. En Colombia la lucha del pueblo por construir paz y democracia es vigente y urgente. La organización para oponerse con acción a los planes de las clases dominantes y para defenderse de las agresiones políticas, militares, económicas, judiciales, es necesaria e ineludible para todo el que crea en la dignidad nacional, en la democracia, en la independencia.
Solo una democracia abierta que recoja las diferentes visiones de país que subyacen en las luchas del pueblo, puede dar lugar a una verdadera paz.
¡LA PAZ DE LOS RICOS NO ES LA PAZ DEL PUEBLO!
¡PAZ ES DEMOCRACIA PARA EL PUEBLO!