El ERPI y la conquista del poder popular: Una auténtica tercera vía

EL ERPI Y LA CONQUISTA DEL PODER POPULAR:
UNA AUTÉNTICA TERCERA VÍA


Pareciera estar de moda comentar la noción de la tercera vía. La Tercera Vía se es el nombre que se le da al nuevo 'proyecto de sociedad' de la nueva socialdemocracia europea, proyecto político y de desarrollo socioeconómico que impulsan los gobiernos de 'centro-izquierda' europeos, ejemplificado sobre todo por Tony Blair en Inglaterra y Gerard Schroeder en Alemania (y también por Clinton en EEUU). Según el máximo ideólogo de la Tercera Vía, Anthony Giddens, ésta consiste en un nuevo camino que no es ni socialista ni capitalista. Sin embargo, la ideología de la Tercera Vía, en rigor, acepta plenamente lel dominio del sistema capitalista. De hecho, defiende la idea de que no hay alternativa al sistema global capitalista. Aunque se habla de construir una sociedad más solidaria y responsable socialmente, la verdad es que la tercera vía ya ni contempla un estado regulador e intervencionista en asuntos económicos y sociales. Habiendo concluido que el marxismo/socialismo fracasó (y que también fracasó el estado de bienestar social), los que propugnan la Tercera Vía aceptan que el libre mercado y la iniciativa privada son sagrados y sólo buscan ponerle una 'cara humana' al neoliberalismo salvaje, cuyos parámetros aceptan plenamente.

La fascinación reciente con el concepto de la Tercera Vía es un fenómeno irónico dado que los hechos en EEUU y Europa ya han demostrado que no existe. Las políticas neoliberales y antipopulares de los nuevos socialdemócratas y su apoyo demasiado enérgico del bombardeo de lo que queda de Yugoslavia, lo que equivale a una nueva penetración imperialista de EU, directamente en contra de la UE, son pruebas más que suficientes. Las reflexiones siguientes examinan la validez del concepto de la tercera vía y su posible viabilidad en América Latina. Finalmente, tras demostrar que no existe tal opción como estrategia política y desarrollo económico, se harán algunas reflexiones sobre el ERPI como una verdadera tercera vía.

El término tercera vía es a la vez prometedor y decepcionante. Si la tercera vía es un proyecto que se sitúa en algún punto ambiguo entre el capitalismo y el socialismo, entonces ha de ser rechazado. Tal concepción, la de Anthony Giddens en Gran Bretaña y otros socialdemócratas europeos, por ejemplo, demuestra su falacia al no retar el sistema capitalista voraz, promoviendo el mercado como principal institución del reparto de la riqueza y los factores de producción, y al no contemplar ninguna reforma profunda del estado, sustituyendo el estado de bienestar por una serie de programas pigmeos de asistencia social y una ideología de responsabilidad social individualista. Sin embargo, si se trata la tercera vía de una alternativa entre el capitalismo y el (mal llamado) 'socialismo real', entonces vale la pena definir el concepto como un camino democrático y plural hacia una sociedad verdaderamente socialista.

La posibilidad de la tercera vía (tipo Clinton-Blair-Giddens) en América Latina puede descalificarse convincentemente. Por alguna razón, algunos analistas son generosos al evaluar las posibilidades de una tercera vía en Europa donde los movimientos obreros todavía conservan una fuerza política importante y por tanto pueden presionar a la centro-izquierda para que implemente un programa relativamente popular, es decir que conserve el estado de bienestar social. Si es cierto que la opción de una tercera vía existe en Europa1 valdría la pena examinar sus posibilidades sociales y políticas en América Latina.

El principal argumento que defiende la tercera vía en nuestros países es en realidad bastante antiguo (y aquí no nos referimos a la idiotez anacrónica de Gurría que dice que en México ha existido la tercera vía desde los Aztecas). La tercera vía se promueve actualmente como un proyecto político que pueda frenar la nueva derecha neoautoritaria y neoliberal. (Antes era para implantar una burguesía nacional progresista que sustituyera la oligarquía semi-feudal y exportadora2.) Se defiende en El Salvador y Nicaragua (y hasta acá en México con el PRD) donde el FMLN y el FSLN, respectivamente, buscan ampliar su base, para incluir ahora a sectores profesionales y burgueses, y hacerle frente a la derecha represiva. En sus comentarios a la serie de Petras ("La Izquierda Devuelve el Golpe", ver http://www.eurosur.org/rebelion/internacional), Iosu Perales comenta que para Petras la victoria electoral del FMLN ha sido posible gracias al apoyo de las clases medias y profesionales, lo que supongo que dicho por él no es un elogio. Pues bien, me parece algo positivo. Y me lo parece porque aun existiendo un riesgo de desnaturalización de la izquierda, tengo muy claro que la izquierda sola con un programa puro y duro no tiene posibilidad de vencer a una derecha cavernícola capaz de recurrir siempre a los escuadrones de la muerte. Es por ello que la alianza del FMLN para las elecciones municipales en la capital salvadoreña es un acierto.

Además, se plantea la necesidad de la tercera vía por otras razones. Como bien describe Perales, en nuestros países existen problemas concretos que hay que resolver en el ámbito de la salud, la vivienda, la educación, los derechos laborales, etc., que la izquierda tiene que solucionar, o si no, como han dicho algunos, nuestros hijos "se nos mueren en el camino" de la revolución. Está claro que a las grandes mayorías golpeadas por el neoliberalismo no se les puede ofrecer como solución simplemente la ¡revolución ya!, que no podrán, ni física ni ideológicamente, aguantar la larga acumulación de fuerzas. Según estos análisis (correctos en este punto) los programas 'duros y puros' tampoco solucionan estos problemas urgentes.

En fin, estas propuestas de articular la centro-izquierda se basan en la idea de la lucha por la democratización política, necesaria para hacerle frente a los dos problemas mencionados ya que "en la mayor parte de países latinoamericanos, como en El Salvador o Guatemala, la democracia es un reducto privativo del juego de los partidos políticos; la democracia no existe para la gente". Argumentan que no se trata de yuxtaponer las luchas de masas y las luchas electo-partidistas. Explica Perales que "en cierto sentido la razón de ser de la izquierda organizada en partidos debe ser la de poner en primer plano el protagonismo de esos movimientos y su fortalecimiento independiente.

No cabe duda que el diagnóstico de Perales es correcto: es necesario ir resolviendo los problemas inmediatos de los sectores populares, hay que reducir a la derecha (sea esta cavernícola o neoliberal, como si los neoliberales no fueran todos dinosaurios retrógradas), urge democratizar las relaciones políticas y en esto los partidos políticos pueden jugar un papel importante. Nadie (y mucho menos Petras, como sugiere Perales3) rechazaría esta evaluación de la realidad. Lo que sí es más problemático, es el remedio que ofrece: las alianzas del centro y la izquierda y la 'centrización' de la izquierda. Como se verá, esta estrategia, la tercera vía latinoamericana no es capaz de resolver los problemas inmediatos de la gente, ni frena a la derecha (ya que la nueva derecha es la neoliberal), ni democratiza el sistema. Además, le impone a los partidos políticos un carácter antipopular y desactivador, distanciándolos cada vez más de los movimientos de masas, al aliarse con un centro (bastante derechista por cierto) y sectores burgueses que naturalmente no aceptan movimientos sociales autónomos y movilizados. En vez de ofrecer una alternativa al modelo autoritario neoliberal, estas alianzas cómplices lo implementan y fortalecen. Los analistas como Perales que defienden las posibilidades de una tercera vía latina son demasiados generosos y se fijan más de la lucha nominal contra la reacción que en el sometimiento a las órdenes del FMI y el BM.

Además de ser muy generoso, el análisis de los 'terceristas' (queda claro que no hablamos de los terceristas de la estrategia del FSLN) es ingenuo y optimista. Al aliarse con sectores amplios en contra de la derecha 'cavernícola' lo que hacen en realidad es comprometerse con los sectores 'modernos' de la burguesía que son en realidad los neoliberales. Lo que distingue a estos de los neoliberales más fundamentalistas (los que imponen los famosos tratamientos de choque) y los modernos no es mucho. Los terceristas se justifican diciendo que a diferencia de aquellos, intentan establecer una economía de mercado 'justa', extirpando la corrupción, la represión, los cárteles, las mafias, etc. Buscan mejorar el modelo eliminando sus aspectos más nocivos, como los capitales financieros especulativos (tipo golondrina). Lo que es innegable, sin embargo, es que aceptan las reglas del juego, es decir no desafían el sistema capitalista neoliberal. No entienden que todo lo indeseable son aspectos sine qua non del modelo. El neoliberalismo es inherentemente represivo, corrupto y corruptivo. En pocas palabras, al aliarse con el centro (es decir los neoliberales 'modernos' o sociales--¡vaya la contradicción!), se hacen cómplices y defensores de un sistema antidemocrático e injusto. Al final, al querer promover un sistema con las reglas claras y 'justas' y no atacar el neoliberalismo como la última expresión del desarrollo capitalista, terminan justificando la explotación, la flexibilización del mercado de trabajo, la supresión de los sindicatos, etc.

Al llegar a gobernar como socios secundarios de la burguesía 'moderna' se convierten, por lo tanto, en los neoautoritarios que requiere el neoliberalismo4. Esto implica muchas cosas. Además de ser los administradores económicos del sistema, se convierten en sus guardianes. Desde el gobierno, ordenan medidas represivas contra las clases populares inconformes y reforman el estado para que cada vez sea menos popular y representativo y trasladando el poder de las decisiones a espacios exclusivos y excluyentes. Sus partidos también sufren un cambio. Cambia la dinámica entre estos y los movimientos populares de masas con los que se relacionaban. Cada vez es más amplia la distancia entre estos y los partidos que ya no responden a las presiones de abajo. Aprovechan el apoyo electoral 'natural' de estos sectores, que dan por garantizado eternamente, pero una vez en el poder se olvidan de ellos, considerando que siempre recibirán este apoyo. Es más, para poder implementar sus políticas antipopulares, buscan desmovilizar y deradicalizar los movimientos. Además de olvidarse de las clases populares, intentan apropiarse de un discurso cada vez más conservador para atraer a los sectores más moderados e incluso reaccionarios y así 'ampliar su base' para enfrentar la derecha. El resultado es que pierden ese apoyo 'natural' que creían asegurado y esto muchas veces conlleva a la desilusión, la resignación y la apatía que puede expresarse en una votación para la derecha demagógica y autoritaria. En suma, la estrategia de la tercera vía, en lo político, subvierte a los movimientos populares democráticos y participativos sea por medio de la represión, las reformas antidemocráticas o la desactivación de las masas. Es decir, que la razón de ser que Perales le atribuye a los partidos de izquierda se invierte.

Finalmente, optar por la tercera vía restringe progresivamente el espacio para el debate y la lucha ideológica. Esto es en resultado natural de lo anteriormente planteado. Al implementar y defender el modelo, lógicamente promueven la idea que es lo único factible y viable y que no se pueden considerar alternativas. Al adherirse a las reglas del juego operan bajo la lógica que hay que someterse so pena de quedarse afuera. Todas las visiones de cambio son por lo tanto anacronismos que vienen a estorbar el sometimiento a los requerimientos técnicos de la 'economía globalizada' y que condenan al país a no transitar por el único camino al progreso5. Esta restricción de la arena ideológica se hace evidente en la inexistencia de críticas y desafíos del centro-izquierda a las agresiones y maniobras imperialistas manifestadas en el bombardeo a Yugoslavia.

Por lo tanto, por las mismas condiciones sociales y políticas que impone el sistema, la tercera vía, expresada en las alianzas de la izquierda con el centro en realidad no postulan una alternativa al neoliberalismo. Al contrario, se convierten en sus ejecutores y defensores. En vez de resolver las problemas que la izquierda debería solucionar (las necesidades inmediatas, la reducción de la derecha, la democratización política y el fortalecimiento de los movimientos de masas independientes), la tercera vía los profundiza.

Una auténtica tercera vía

Mientras que muchas de las organizaciones de izquierda están optando por una tercera vía estéril, castrada y servicial, el ERPI, como organización revolucionaria, democrática, plural y popular, ofrece una6 auténtica tercera vía que puede conducir a la construcción de una genuina sociedad justa y democrática. Consideramos nuestra estrategia como una verdadera tercera vía justamente porque toma en cuenta todas las consideraciones anteriores y no cae en sus trampas antidemocráticas y antipopulares.

Primero, nuestra visión conserva el socialismo como meta estratégica. Para nosotros, sí hay alternativas más humanas, alternativas que se construyen a través de la lucha política. No creemos que el sistema actual se rige por lineamientos técnicos sino por intereses de personas y clases concretas. Es decir que no renunciamos a nuestros principios políticos, ideológicos y económicos ante los neoliberales 'hegemónicos'. No caemos en la trampa de subordinarnos a una alianza de centro-izquierda en nombre de una falsa defensa del pueblo frente a la embestida de la derecha ultrareaccionaria. Sabemos que en la práctica esto sólo lleva al fortalecimiento de los fines electorales de la centro-izquierda y a la aceptación del modelo neoliberal.

Segundo, nuestra visión del socialismo, o de la sociedad poscapitalista dista enormemente del modelo soviético, del 'socialismo real'. Nos oponemos rotundamente a todo autoritarismo y burocratismo. Decimos que el verdadero socialismo no puede construirse sin la democracia, la participación plena del pueblo y el respeto al pluralismo. Para nosotros el socialismo contiene dos componentes fundamentales: la democracia socioeconómica y la democracia política. Nuestra visión de esta nueva sociedad se basa en el concepto estratégico del poder popular, el estado y los mecanismos que permitirán llevar estos componentes a la práctica.

Finalmente, el mismo camino de la lucha que visualizamos y que ya comenzamos a emprender se caracteriza por los mismos principios que pensamos deben ser los pilares de la nueva sociedad que construyamos: la democracia, el pluralismo, el anti-centralismo y el anti-burocratismo. Pretendemos contribuir al establecimiento (y en la práctica ganarnos esta responsabilidad) de un eje que oriente todos los sectores que participen en la lucha por la democracia y la transformación social, siempre respetando su autonomía táctica y estratégica. No aspiramos a cumplir un papel hegemónico sino formar parte de una gran corriente revolucionaria plural y heterogénea. Dentro de este nuevo movimiento revolucionario, los movimientos sociales jugarán un papel fundamental, conservando su autonomía y movilizándose así, y de forma coordinada, construyendo el poder popular y haciendo avanzar el proceso de un cambio social profundo.

La nuestra por lo tanto sí es una auténtica tercera vía. Lucha contra el neoliberalismo con miras hacia una nueva sociedad poscapitalista. En el camino, vamos construyendo el poder popular que permita al pueblo solucionar sus necesidades inmediatas y básicas. No sólo se lucha por un estado democrático, popular y participativo; la lucha misma democratiza. Finalmente, nuestra lucha siempre busca garantizar el protagonismo y fortalecer la autonomía de los movimientos sociales.


Darío


NOTAS:

1. Es importante clarificar que estos analistas no son tan tontos como para aceptar que el proyecto de Blair sea una verdadera tercera vía. Argumentan que en Europa existen las condiciones políticas para sostener una tercera vía.

2. Este aspecto paralelo es interesante y refleja otro paralelismo. Además de combatir a la amenaza facista, la estrategia de los frentes populares implementaron el keynesianismo cuando el liberalismo había llevado al mundo capitalista a la orilla del abismo. Este proyecto, podría decirse, rescato al sistema capitalista mundial. Es válido por lo tanto ponderar si la estrategia de la tercera vía latinoamericana no vendría a rescatar el sistema mundial que el neoliberalismo ha conducido a la agonía.

3. Muchos de los argumentos que hace Perales no sólo son válidos, además son correctos. Hay que estudiar los acontecimientos de los procesos pos-firmas de paz en Centro América que el considera reivindicable. Lamentablemente, las críticas que le hace a Petras no les son imputables. Por ejemplo, Petras jamás afirma que el camino a la revolución pasa exclusivamente por el campesinado, como nuevo agente histórico. Tampoco rechaza categóricamente a los partidos políticos.

4. Petras, en "El Impacto Político y Social del Neoliberalismo" explica así las consecuencias políticas del modelo: "El neoliberalismo en el poder, ha transformado la naturaleza de las políticas y las propias relaciones políticas e interestatales. El hecho político fundamental es la aparición de un sistema político neoautoritario, bajo el disfraz del proceso electoral. Los regímenes recurren a un estilo autoritario de gobierno -característico de regímenes militares-, para poder implementar las políticas neoliberales antipopulares de privatización de empresas públicas, promover los intereses agro-industriales en desmedro de los campesinos y obreros rurales, e incrementar el número de desempleados para bajar los sueldos urbanos."

5. Que el modelo condene a la miseria a la mayoría del pueblo y redistribuya los recursos del país a la oligarquía y las multinacionales no importa ya que no se trata de una análisis científico de la realidad sino de la aceptación de un dogma seudo-científico de tercera clase--dogma que sin fundamentos plantea el fin de la lucha de clases, la permanencia inevitable del 'sistema globalizado' y el fin de los grandes proyectos ideológicos de transformación. En pocas palabras, se trata de una maniobra ideológica de sometimiento sin resistencia al dominio total del capital transnacional y oligárquico.

6. Decimos 'una' por una razón muy sencilla. No pretendemos ser dueños de la única estrategia de liberación humana. Aunque queda claro que hay muchos caminos que no hay que tomar (ya que defienden el sistema imperante o incluso llevan a grandes regresiones históricas), también es cierto que existen muchas visiones legitimas de cómo hacer un cambio justo y democrático.