Desde la zona de Operaciones de la Columna Uno, nuestro Comandante-Jefe nos envía las siguientes declaraciones:
Para saber la desesperada situación militar de la Tiranía, bastaba escuchar los partes emitidos ayer por el Estado Mayor del Ejército.
Tan tremendo fue el impacto del gesto patriótico de los militares que se han unido al pueblo, y las victorias rebeldes que se están produciendo, unas tras otras con asombrosa rapidez, que el Estado Mayor de la Dictadura en el día de ayer se dió a la tarea de anunciar una serie de partes cuyo contenido peregrino y falso no se le escapa ni al más ingenuo.
Todo el mundo sabe en primer lugar, que los partes de guerra del Estado Mayor de la Dictadura jamás han dicho la verdad. Al revés del mando Rebelde que ha tenido como política de guerra, anunciar la situación militar con absoluta veracidad, no puede decirse que la dictadura haya dicho la verdad una sola vez. No se explica uno, cómo no se cansan, ni se aburren de los mismos partes rutinarios y de las mismas mentiras repetidas con inalterable cinismo. Hablan de muertos rebeldes y no dicen cuándo ni cómo; hablan de armas ocupadas y nunca dicen de qué marca y calibre.
En cualquier combate victorioso, siempre el vencedor recoge en el campo de batalla numerosos heridos. A un número de cifras como dá el Estado Mayor de cientos de rebeldes muertos, correspondería un número similar de prisioneros heridos cuya fotografía, una sola vez, [bastarían bastaría] para dar algún crédito a las noticias de la tiranía. La explicación es clara: la dictadura no ha sufrido más que derrota tras derrota. Sólo en una ocasión, al Sur de Camagüey, recogieron 11 prisioneros rebeldes heridos, y en vez de aprovechar la oportunidad de sacar fotografías y producir aunque fuese una sola vez alguna prueba de sus partes de guerra, los asesinaron estúpida y cobardemente.
El mando rebelde dá siempre el número exacto de bajas enemigas, cantidad y clase de armas ocupadas, número preciso de balas, el nombre de los prisioneros, unidad a que pertenecen, lugar de su residencia, fecha de su nacimiento y cuanto pueda servir para autentificar de manera indubitable nuestros partes de guerra.
Jamás ocultamos nuestras bajas, y damos los nombres de los compañeros caídos siempre que cada Jefe de Unidad incluya ese dato. Nadie absolutamente en Cuba duda por eso de cuanta noticia sobre la situación militar brinda la Comandancia General. Ha sido norma severa y rigurosa, que desde un principio se estableció. Eso nos ha dado ante el pueblo un crédito ABSOLUTO.
Ayer la dictadura habló de más de 200 muertos rebeldes en diversos combates en Oriente. Pues bien: en numerosos combates efectuados sobre todo en la zona Norte de Oriente, que ha costado al enemigo la rendición de numerosos cuarteles y más de 200 prisioneros cuyas generales completas hemos ido dando por Radio Rebelde, no se ha reportado un sólo rebelde muerto, lo que constituye no solo una prueba de superioridad táctica, sino que las tropas de la dictadura están ofreciendo una resistencia muy débil en estos instantes. Por lo que se puede añadir aquello de que: “Los muertos que vos matáis gozan de buena salud”.
Otra noticia de la dictadura, es que un avión de la marina, por motivos de un desperfecto, se vió obligado a aterrizar en territorio rebelde y que éstos, violando la tregua concertada para la devolución de los pasajeros del avión, lo habían ocupado. ¡Qué casualidad tan grande y qué mala suerte la de la dictadura! En primer lugar, si había tregua ¿qué hacía un avión volando sobre territorio rebelde con una ametralladora y miles de balas? ¿Quién en ese caso violaba la tregua? En segundo lugar ¿qué pretenden? ¿que si un avión se vé forzado a aterrizar en territorio libre se lo vamos a devolver lindamente a la dictadura?
Nosotros todavía no hemos recibido detalles pormenorizados sobre el caso de dicho avión: si se vió forzado a aterrizar o se incorporó voluntariamente lo cual no tendría nada de extraño en este momento pero cualquiera que haya sido la causa no puede ser más lastimosa, ridícula y plañidera la versión del Estado Mayor.
Sin embargo, de los partes del día de ayer, lo que produce verdadera risa es la versión que pretendieron dar para explicar el caso de los 2 oficiales de la guarnición de Charco Redondo que con todos los hombres y armas de sus respectivas unidades se unieron a la Revolución. El parte del Estado Mayor afirma, que una patrulla de 20 soldados fue secuestrada por los rebeldes. ¿Pero no es realmente absurdo afirmar que 20 soldados perfectamente armados pueden ser secuestrados tranquilamente? Ni en Cuba ni en ninguna parte del mundo se pueden secuestrar 20 hombres armados. Se pueden matar 20 soldados en una emboscada, pero es imposible capturar una tropa de 20 hombres sin entablar combate. Eso no podría realizarlo ni el mejor ni el más entrenado cuerpo de comandos del mundo. Le hace muy poco favor el Estado Mayor de la dictadura a los soldados de la República, al afirmar que una patrulla de 20 hombres fue secuestrada por los rebeldes.
Los soldados del ejército no tienen nada de cobardes, hemos combatido con ellos muchas veces y sabemos que pueden rendirse por hambre y sed como ocurrió en el Jigüe, o cuando quedan encerrados bajo un fuego mortífero como ocurrió en Santo Domingo, Purialón, El Salto, etc., pero siempre han combatido con valor.
Cualquier militar cubano comprende estos razonamientos sin dificultad alguna.
Esos soldados secuestrados de que habla el Estado Mayor, son los que se sublevaron, y no fueron 20 sino 52 de la Guarnición de Charco Redondo, con dos Primeros Tenientes, todas sus armas, 8 000 balas 30.06 y M-1 y docenas de granadas de mano. ¿Se pueden secuestrar 52 soldados que estaban armados con automáticas y granadas de mano? Todos los datos personales de dichos militares serán publicados por Radio Rebelde tan pronto se reciban completos. Están en marcha hace varios días. La población campesina sale a recibirlos con indescriptible júbilo en todos los caminos, los abrazan y les dan vivas a la revolución y a los militares dignos. Son las primeras unidades completas del ejército que se unen a la Revolución.
El pueblo no halla cómo demostrarles su agradecimiento y sus simpatías, les brinda lo que tiene, les ayuda a cargar su equipaje y los colma de atenciones. Esos militares no vienen a matar campesinos: vienen a confraternizar con su pueblo. Nunca una tropa del ejército en operaciones recibió esa acogida; antes los campesinos huían, escondían todo, informaban a los rebeldes; ahora a esos militares los abrazan, todo se lo brindan y los colman de atenciones. Ese será el cuadro el día del triunfo. El abrazo que en la Paz unirá a los civiles y a los soldados dignos. Porque estos son solo los primeros, detrás vendrán muchos más.
Y tampoco van a combatir contra sus antiguos compañeros de armas. Esos militares vienen al territorio libre a confraternizar con el pueblo, a negarse a seguir sirviendo a la tiranía, a dar el ejemplo a sus compañeros. Ellos no dispararán sus armas contra otros soldados, sino que los invitarán a que también se unan al pueblo y abandonen la tiranía. Saben que esta guerra se puede terminar sin disparar un tiro, basta con que los demás soldados hagan lo mismo que ellos y no habría más sangre ni más lucha entre hermanos.
Pocos ejemplos tan hermosos como este se han dado, en la historia de los pueblos.
No pudieron haber adoptado una actitud más humana y honorable. Si estos militares se hubiesen reunido con otros para poner fin a la dictadura mediante un golpe de estado, al llevarse a cabo, con toda seguridad que hubiese habido choques entre soldados, sangre derramada entre soldados, y eso es lo que no quiere la revolución; por eso no invitamos a los soldados a dar golpes de estado ni a combatir contra sus compañeros de armas, sino a confraternizar con su pueblo, que es el mejor modo, el más digno y emocionante de liberar a la patria sin más sangre.
Bienvenidos al territorio libre, militares honorables, que supieron sentir el dolor de Cuba.
Para ustedes será hoy, mañana y siempre nuestro emocionado reconocimiento, porque supieron saltar el abismo que separa el bien del mal, el honor de la deshonra, la lealtad de la traición; la tiranía de la libertad.
El soldado que abandona las comodidades del cuartel por la vida dura y sufrida del rebelde merece doblemente la gratitud de la Patria.