REIVINDICACIÓN DE ATAQUE EXPLOSIVO A BANCOESTADO Y COPESA EN LAS CONDES, SANTIAGO
El pequeño sabotaje que realizamos la madrugada del Martes 11 de Diciembre tiene su origen en una persona: Sebastián Oversluij Seguel, el Angry como cariñosamente le decíamos nosotrxs en nuestra intimidad subversiva, fue un compañero insurreccionalista y miembro activo de esta organización.
El Angry aporto en innumerables proyecto revolucionarios, levantando instancias de discusión, bibliotecas barriales (donde el conocimiento se puso a disposición de cualquier persona interesada), opto por una dieta vegana (libre de tortura animal), apoyo tokatas donde se reunían fondos en solidaridad con lxs presxs políticxs y lxs perseguidxs, propago ideas libertarias y antiespecistas en muchísimos lugares por donde anduvo. Colaboro en jornadas de agitación, repartiendo propaganda, armando barricadas, pegando afiches, asistiendo a marchas, levantando huertos, creando canciones, pintando, dibujando, y, por supuesto, saboteando el normal funcionamiento de una que otra institución represiva. Ese era nuestro hermano.
Hoy día atacamos una sucursal bancaria de la mugrosa institución que le vio morir. Lo hicimos con pólvora negra comprimida y ANFO, fue lo que tuvimos a mano. Lo hicimos en su honor. Es un genuino gesto de lealtad hacia su memoria guerrera. Colocamos nuestra carga explosiva en Av. Apoquindo #4660, justo en la sucursal del BancoEstado que queda allí, más que por las condiciones que presenta el lugar, por el contenido político del sector que la rodea.
Y es que precisamente, a menos de una cuadra de nuestro objetivo, se encuentra la Escuela Militar, lugar destinado a fabricar a la elite de lxs sicarixs a tiempo completo, verdaderxs esbirrxs del Capital y potenciales genocidas como el perro bien muerto de Manuel Contreras Sepúlveda. En este lugar se esconden algunos de los mandos que, por orden jerárquico, serían los jefes del asesino de nuestro hermano.
Debemos recordar que William Vera, quien fuera la mano ejecutora de la muerte de nuestro querido compañero, es un reservista del Ejército, y fue esta institución la que lo capacito en el arte de matar (si es que se puede llamar así) –ya que no aprendió este “oficio” por cuenta propia-, entregándole todo el apoyo logístico, material, intelectual y económico para hacer del desclasado sin cerebro, un efectivo soldado a la orden de la burguesía.
Así, nuestro soldadito de plomo, amparado por toda la mega-estructura del Ejército, se perfecciona hasta volverse un verdadero rambo al servicio de lxs ricxs. No obstante, al ser esta institución financiada por el Estado, y al tener un fuerte lazo entre Defensa Nacional y Economía, los mandos de este insecto no hayan nada mejor que ponerlo a él, un títere sobresaliente en su carrera militar, a cuidar los intereses de la banca.
De esta manera es como la bacteria de William Vera llega a su patético puesto de vigilante de bancos (específicamente como guardia del Banco Central). Mientras nuestro hermano se jugaba la vida luchando contra las injusticias de este mundo, este pelmazo lamia botas y procuraba ser un buen chico.
El 11 de Diciembre del 2013 los caminos de ambos se cruzan. Uno, haciendo un reemplazo de extrañas circunstancias en una pequeña sucursal de Pudahuel, el otro, intentando golpear los intereses del Estado a través de una expropiación bancaria. Esa mañana, nuestro hermano muere en medio de un enfrentamiento armado contra el vigilante privado de la sucursal del BancoEstado. El guardia lo asesina con 6 tiros cuando nuestro hermano se encontraba herido y en el suelo. Fue un asesinato por donde se le mire. Allí encontró la muerte, intentando robarle a lxs ricxs y poderosxs de este país.
Recordar aquella mañana nos destroza el alma. Y es que nosotrxs no somos soldadxs incapaces de sentir, somos revolucionarixs, y perder a uno de lxs nuestrxs en esas circunstancias nos cala profundo, incluso hasta el día de hoy. Sobre todo porque sabemos que compañerxs de la talla del Angry son pocxs. Por eso nos duele, porque sabemos que la perdida fue inconmensurable.
El Angry no murió robando en cualquier lugar. No era un simple delincuente como intentaron plantearlo en su minuto. El Capital, a través de todo su aparataje mediático intento por todos los medios posibles vaciar de contenido su accionar. Sin embargo, hay algo indesmentible: El compañero murió con su mirada fijada en el enemigo histórico de lxs pobres y marginadxs de la sociedad, y eso debe sacudirnos de la pena y el dolor que pueda acarrear su muerte.
Porque si se piensa que la relación entre el BancoEstado y milicxs eufóricxs comienza y termina en vigilantes de bancos y balaceras, es que se desconoce la profunda simbiosis que hay entre ambas putrefactas instituciones.
Para comenzar, se debe saber que el Ejército de Chile es financiado, precisamente, a través del BancoEstado, por medio de cuatro cuentas corrientes identificadas con los números 9017674, 9023771, 12973 y 108024500, las que reciben sus ingresos del 10% de las ventas totales de Codelco, justificando este privilegio en la famosa Ley Reservada del Cobre, la que tiene su origen bajo la Dictadura del paco Carlos Ibáñez del Campo, quien solo 5 años después de haber fundado el “banco de todos los chilenos” (1953) promulga esta ley, con la que se le inyectan importantes sumas de dinero a la familia militar .
De allí en más se vuelve evidente su relación.
De hecho, es sabido que las fuerzas armadas ostentan importantes privilegios en pos de la defensa del Capital. Partiendo porque su sistema de seguridad social es completamente distinto que la del resto de la población civil, que cotiza bajo el régimen de las AFP; estas basuras reciben sus jubilaciones desde la Dipres, lo que aumenta considerablemente sus montos. Mientras que la mayoría de lxs trabajadorxs deben acumular importantes sumas de dinero para la vejez (las que por cierto –y a través de diversos mecanismos- les son robadas, dejando pensiones miserables), lxs ex uniformadxs reciben un aporte fiscal del 90%, mientras que apenas el ínfimo 10% lo sacan de sus propias contribuciones. Ese 90% sale desde una de las cuentas del BancoEstado .
Traduciendo estos datos a números reales, por ejemplo, para un oficial en retiro, su pensión seria de 866 mil pesos (en promedio), mientras que la de un trabajador en igualdad de condiciones seria de apenas 190 mil pesos (promedio). Una desigualdad que no se ajusta bajo ninguna lógica.
Otro beneficio que tienen estxs bastardxs es el de Montepío, el que permite que hijas no casadas de jubilados de las tres ramas de las Fuerzas Armadas, de Carabineros y de Gendarmería, hereden pensiones de por vida cuando mueren sus padres. ¿Una locura verdad? Si eso no es el Patriarcado en su más putrefacta manifestación, entonces ¿Qué es?
Y eso que aún no mencionamos otros lujos destinados a lxs “valientes soldadxs”. Canchas de futbol, tenis, piscinas, lugares de recreación y veraneo, hospitales con la más alta tecnología, vehículos, helicópteros, condominios para ellxs y sus familias, créditos de consumo con baja tasa de interés, capacitaciones gratuitas, viajes, ropa, seguridad, sistemas de comunicación, etc, etc, etc.
Todos estos privilegios (y muchos más) se financian a través de las cuentas secretas que mantiene el Ejército con el BancoEstado. Es más, una de las particularidades más llamativas de este fondo económico oculto es que son pocxs lxs que saben cuántos miles de millones de dólares contiene, en dónde se le invierte o exactamente en qué se gastan
Tanto es así, que incluso para otras instituciones estatales como la Tesorería General de la Republica o el propio Congreso se mantiene vetada esta información, no pudiendo acceder ni a la revisión de sus gastos ni a las facturas generadas por conceptos de adquisiciones.
Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que desde allí los dineros egresan a través de depósitos en cuentas corrientes o emisiones de vales vista, según corresponda. El gasto de estos recursos no tendría montos máximos ni mínimos, y su supervisión quedaría destinada exclusivamente a la Dirección de Finanzas de la institución (que es manejada por elementos propios del Ejército).
Con una política de esta naturaleza, queda poco margen para la transparencia, y con ello, una fiscalización más acuciosa, dando espacio a escenarios tremendamente corruptos, del que nuestro glorioso Ejército de Chile tiene un conocido prontuario.
Ilustrativo es el caso de los Pinocheques, cuando en 1989 el dictador Augusto Pinochet firmó tres cheques por cerca de tres millones de dólares (provenientes de los fondos del Ejercito) para comprar una empresa perteneciente a su propio hijo. Si bien el caso fue “investigado”, las presiones del Ejército -que incluyeron una suerte de boinazo a Patricio Aylwin y picnics frente a Punta Peuco- lograron que en 1995 durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle el caso se cerrara por “razones de Estado”, como arguyo el ex mandatario democratacristiano en esa época.
Pero hay más. También está el Caso Leopard, cuando algunos oficiales inflaron los valores de cada uno de los 200 tanques Leopard I-V que compraría el Ejército, sustrayendo más de 298 mil dólares para Julio de 1998.
Y como olvidar el Caso Fragatas, que involucraba la venta irregular de armas y provisiones a la Armada y al Ejército, respectivamente.
Pero definitivamente la guinda de la torta se la lleva el Milicogate, donde el fraude consistía en el uso de boletas y facturas falsas para extraer el dinero, mediante la compra de material bélico inexistente. El dinero pertenecía a saldos sobrantes de, por ejemplo, cambios de peso chileno a dólar estadounidense, donde se emitían facturas por servicios no prestados de proveedores del Ejército. Finalmente el monto del desfalco ascendía a más de 5,4 mil millones de pesos, que en palabras de uno de los involucrados “Se gastaron en casinos, propiedades, caballos y fiestas” (desentendiéndose de su responsabilidad y culpando a un subordinado –nada extraño proviniendo de lxs “valientes soldadxs”-).
Estos son solo algunos ejemplos (ya que hay muchísimos más), de la corrupción que, amparada en la horda de asesinxs a sueldo, cohabita junto al banco de “todos los chilenos”.
De esta manera, atacando al BancoEstado, estamos atacando directamente uno de los principales canales de financiamiento que utiliza el Ejército y la horda de asesinxs, corruptxs y privilegiadxs que hay en su interior. ¡Por lo tanto, más que justificado, el ataque a este antro se hace estrictamente necesario!
Por todos estos motivos es que los atacamos.
Sin embargo, y pese a que las principales razones de nuestro ataque están explicadas en los párrafos anteriores, no pudimos sino brindar al saber que, a pesar de no haberlo buscado, nuestro artefacto explosivo también golpeo (aunque sea levemente) al edificio corporativo de Copesa, cómplices y encubridores no solo de la mentira que instalaron como verdad sobre la muerte de nuestro hermano a través de su principal periódico, sino que también de la infinidad de calumnias que han levantado contra nuestrxs compañerxs, sus entornos y proyectos, siendo lxs periodistas que trabajan en este lugar simples títeres de los intereses de Álvaro Saieh y compañía.
No queremos terminar estas palabras sin antes enviar un saludo lleno de vitalidad insurreccional a dos valiosos compañeros que en su pasado reciente también supieron enfrentar a milicxs desquiciadxs. Nos referimos a Juan Aliste Vega y Marcelo Villarroel Sepúlveda, presos subversivos y revolucionarios condenados tras el mediático Caso Security, con pruebas nacidas y manipuladas bajo el estricto recelo de la jurisprudencia militar tras el asalto a un centro de acumulación de riquezas (Banco Security) para el año 2007. Tanto en el pasado como en la actualidad han enfrentado dignamente la venganza del aparato económico y militar del Estado de Chile. ¡Animo compañerxs: son ejemplo de lucha tanto dentro como fuera de los muros de las prisiones!
¡¡ A sabotear el aparato financiero y militar del Capital !!
¡¡ A multiplicar los ataques a los Centros de Poder !!
¡¡ Presxs Políticxs en Guerra a la Kalle !!
¡¡ Mientras exista Miseria, habrá Rebelión !!
¡¡ Sebastián Oversluij Presente !!
Circulo Iconoclasta Michelle Angiolillo
Núcleos Antagónicos de la Nueva Guerrilla Urbana