Cuca Montenegro: Ejemplo de mujer proletaria

CUCA MONTENEGRO: EJEMPLO DE MUJER PROLETARIA

El lunes 2 de diciembre fue brutalmente asesinada por un comando de la siniestra triple A, una aguerrida y extraordinaria mujer tucumana, nuestra compañera Berta Molina de Montenegro. Solo a tres días de su fusilamiento, los diarios del día 6 publicaron el asesinato de uno de sus hijos, Luis Manuel. Semejante muestra de salvajismo del enemigo es la más clara expresión de la irracionalidad fascista y sanguinaria del gobierno peronista de Isabel y López Rega en su ofensiva represiva contra las fuerzas del pueblo.

La compañera Cuca era la esposa de un viejo militante de nuestro Partido, dirigente del gremio vitivinícola tucumano que se destacó después de su salida de la cárcel el 25 de mayo en las tareas de construcción y dirección del Frente Antiimperialista por el Socialismo. Su esposa se había transformado con el correr de los años en su compañera de lucha. Madre de cinco hijos varones había sabido combinar su educación con la creciente participación en las luchas populares del pueblo tucumano.

Cuando su compañero fue recluido en las prisiones de la Dictadura Militar en el tiempo del tucumanazo (1969), Cuca inició lo que durante años sería el eje principal de su militancia revolucionaria: la lucha por la libertad y la defensa incondicional de todos los presos políticos. La detención de uno de sus hijos, Oscar, en marzo de 1970 no hizo más que fortalecer su decisión inquebrantable de participar activamente en las luchas y movilizaciones del pueblo tucumano por la libertad de sus mejores hijos.

Su preocupación superó los límites de sus familiares directos y desde el día en que se fundó la Comisión de Solidaridad con los Presos Políticos, su energía y característica audacia se pusieron al servicio de las luchas del pueblo.

Todos los miércoles había reunión de la Comisión de Solidaridad, todos los miércoles Cuca era una de las primeras en llegar a las reuniones. No hubo acto, marcha callejera, movilización, conferencia de prensa en que no la viéramos allí, en primera fila, siempre a la cabeza librando la batalla contra el enemigo por el que tanto odio sentía. Portando cartelones, repartiendo volantes, hablando en los actos, explicando a todos el porqué estaban presos los guerrilleros. Cuca en la cárcel, Cuca en San José, Cuca en la puerta de los ingenios tucumanos y las fábricas. Cuca en el Come dor Universitario, Cuca en Gráficos, Cuca viendo a los abogados.

Muy pronto su rostro valiente de mujer obrera se ganó el cariño y el respeto de trabajadores y estudiantes que en cuanto la veían llegar la rodeaban para saludarla, expresarle su apoyo, charlar con ella, preguntarle por los presos.

Pero mientras el pueblo la quería, comenzó a ser profundamente odiada por la policía y todas las fuerzas represivas que se indignaban y contenían su rabia cuando se les presentaba en las comisarías o en el departamento de policía exigiendo el respeto a los compañeros detenidos, llevándoles víveres, cigarrillos, frazadas, denunciando las torturas y los atropellos. Su casa, albergue de revolucionarios a cualquier hora y en cualquier momento, fue sucesivamente allanada y Cuca y sus hijos detenidos en diversas oportunidades.

Después del Combate de Villa Urquiza los compañeros que no pudieron fugar fueron trasladados a lejanas y oscuras cárceles, Resistencia, Devoto, Rawson.
Y a esos lugares marchó la valerosa Cuca, su hijo en el sur, su compañero en Chaco o Devoto, recorrió al país de una punta a la otra para poder verlos aunque solo fuera por unas horas.

Pero su lucha nunca fue solo la lucha por la libertad de su marido y su hijo, era la lucha por la libertad de todos, la lucha contra el régimen de explotación de su clase. Paralelamente a su actividad en la Comisión de Solidaridad se interesaba por estudiar y conocer a fondo la línea de nuestro Partido, iniciarse en el conocimiento del marxismo-leninismo consciente que eso le proporcionaría las herramientas para desplegar con más firmeza sus energías revolucionarias.

Siempre presta a colaborar en lo que se le pidiera, llegar a su casa y decirle: “Cuca tenemos que ir a tal lugar”- y ya estaba saliendo. Cuantas banderas de nuestro ERP surgidas de sus manos hábiles y sufridas envolvieron los cuerpos de los compañeros caídos.

El 25 de mayo fue para Cuca el día más feliz de su vida. Su incontenible alegría estuvo en cada marcha o acto del pueblo tucumano celebrando el regreso de los combatientes de la libertad. Cuan feliz se la veía, albergando a todos en su casa.

Después de la liberación de los presos, la libertad de su compañero y su hijo no impidió que siempre se la viera, firme en pie de lucha, en cada Congreso del FAS, en cada movilización del pueblo tucumano, en el entierro de los compañeros fusilados en Catamarca.

Tal vez por su exagerada audacia, por su absoluto desprecio por el enemigo, por su decisión de enfrentarlo una y mil veces fue que continuó viviendo en su querida casa de Uruguay al 1500 a pesar que todos le aconsejaban que la dejara. Finalmente se había decidido, estaba a punto de partir de su querido Tucumán para pasar a la vida clandestina.

Hoy la sonrisa ancha de esta formidable compañera tucumana ha sido truncada por las balas enemigas. El pueblo tucumano llora la pérdida de la querida Cuca, pero su ejemplo se ha hecho carne en cada rancho, en cada ingenio, en cada surco. De Tucumán a Concepción, el nombre de Cuca Montenegro es bandera de lucha y estará inscripto en la imborrable memoria de las masas tucumanas.
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Fuente: El Combatiente Nº 147, 11 de diciembre de 1974, p. 8.