EL PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ EXPRESA FIRME APOYO SOLIDARIO AL PUEBLO VENEZOLANO CONTRA EL GOLPE DE ESTADO, INJERENCIA POLÍTICA Y AMENAZA DE AGRESIÓN ARMADA MAQUINADOS Y COMANDADOS POR EL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO Y SUS LACAYOS EN EL HERMANO PAÍS LATINOAMERICANO DE VENEZUELA
Una vez más, la muy cuestionada y debilitada potencia hegemónica imperialista norteamericana aplica su política intervencionista arrasando la soberanía de las naciones y los principios de no injerencia y libre determinación de los pueblos. Y esta vez, como ayer en Medio Oriente, en América Latina, concebida de antiguo como “su patio trasero” y retomando el monroísmo de 1823: “América para los americanos”, donde en la coyuntura actual busca consolidar su área de influencia reconquistando lo perdido.
Venezuela es su blanco de ataque, después del golpe contra Dilma Rousseff y el apresamiento de Lula; luego de las negociaciones en Cuba por neutralizarla ya desgastada; y, paralelamente a la descomposición de Nicaragua, la militarización de Colombia usando la OTAN y el cierre de su gobierno en forcejeo para la construcción del Muro en la frontera con Méjico que impediría la migración de miles de empobrecidos centroamericanos que con todo derecho buscan mejores condiciones de vida, pero que los persigue con sus fuerzas represivas secuestrando niños.
Conocido es que Venezuela se cuenta entre los más grandes emporios petroleros del mundo, que posee oro y el Caribe es rico en plantas y animales poco explorados. Que hace veinte años ahí se aplicó un llamado “Socialismo del siglo XXI”, teorizado por un sociólogo alemán y que Hugo Chávez enarboló como bandera; que así como sus colegas progresistas en el área pudo beneficiarse del “boom” del precio de los minerales y el alza del petróleo para subsidiar algunos servicios o presupuestar los programas sociales. Y que a la pronta desaparición del Comandante del Ejército, sus compañeros de armas manejaban PDVSA y varios ministerios e instituciones cuando su fiel seguidor, camionero y sindicalista Nicolás Maduro lo heredó en el poder hace cinco años, durante los cuales mostró resistencia a las ofensivas imperialistas para derrocarlo, sostenido por el Ejército su columna vertebral y las milicias urbanas de los beneficiados por su programa particular.
No obstante, hay un elemento que se pretende encubrir que queremos resaltar, y es que China, otra gran potencia económica imperialista del momento se ha convertido en el principal socio comercial de América Latina: construyó la planta de energía atómica en Argentina, invierte en minería en el Perú, tiene un plan de 4,200 millones de dólares invertidos en Litio en Bolivia con acuerdos con Chile y Argentina, y es un importante demandante mundial de cobre (48%). En Venezuela, entre el 2007 y 2016, ha entregado 62,000 millones de dólares americanos en créditos; empresas privadas chinas han invertido aproximadamente unos 20 mil millones de dólares, siendo que entre 2016-2018 invirtió casi 2 mil millones de dólares y tiene un proyecto energético de 10,000 millones de dólares. Sus negocios abarcan desde el ámbito militar hasta transporte público, pasando por telecomunicaciones, así la compra de dos satélites por Venezuela. Por lo que necesita asegurar sus inversiones y sus planes económicos se enmarcan en un ámbito interno (su país y región) y externo: Occidente, el área del Pacífico obviamente; así como en un periodo de 30 años para adelante, dentro del cual disputará la hegemonía mundial a los Estados Unidos, en tanto grandes potencias imperialistas.
Rusia, con menor capacidad económica es también potencia imperialista, pero sobre todo por su poderío atómico, cibernético y militar aspira a ocupar el área de influencia de la antigua URSS, habiendo extendido sus lazos hacia la Venezuela de Chávez con préstamos por 18 mil millones de dólares a la actualidad y vendiéndole aviones Sukhoi, helicópteros de combate, tanques y fusiles Kalashnikov.
Y es esta inversión de capitales en Venezuela y en América Latina en general la que ha motivado el apoyo de ambas potencias a Venezuela votando en contra de la propuesta mayoritaria del Consejo de Seguridad de la ONU para reconocer al Presidente del parlamento venezolano como Presidente del país. Para ambos, Venezuela no representa un peligro para la seguridad y la paz internacional, por lo que la crisis venezolana no debería ser tratada en ese organismo. El representante ruso definió la reunión como “un quebrantamiento del Derecho Internacional e intento de orquestar un golpe de Estado”.
Los Estados Unidos, por su parte, creen que ha llegado el momento para arrojar a los disidentes venezolanos y garantizar su influencia en toda el área latinoamericana. Desde comienzos del 2018 difundió su nueva estrategia internacional declarando que su prioridad ya no era Medio Oriente y que el yihadismo dejaba de ser su preocupación, pasando a ser China y el Pacífico su centro principal. Sobrevinieron entonces una serie de replanteamientos abandonando viejas alianzas y construyendo nuevas. Vimos el candente asunto del Mar de China y sus islas fabricadas, la militarización de la península coreana y luego la guerra comercial. Estudios económicos políticos prevén que en el 2020 China tendrá varios puntos más altos en su PBI que los Estados Unidos, lo que repercutirá en la condición de éste, todavía hegemónica aunque debilitándose y muy cuestionada.
En el 2018 Estados Unidos declaró la guerra comercial a China y aunque recientemente conversan para llegar a acuerdos quizás, la agudización de las contradicciones entre ambas potencias es una realidad. Esto aparte de que sus dificultades económicas internas y los cuestionamientos de los demócratas lo desestabilizan.
Razón por la cual necesita asegurar su zona de influencia, de ahí el replanteamiento de sus relaciones con América Latina. El 2018 militarizó Colombia, tiene un acuerdo militar con Brasil y ha elaborado un plan político militar para sacar a Maduro de la presidencia del país caribeño.
Un contexto real de guerra dentro del cual habría que enmarcar la crisis de Venezuela, sin desligarlo del interés económico, pero que tiene principalía y repercusión en toda América Latina, fuente de riquísimas materias primas. Además, asegurado el petróleo de Medio Oriente con su aliada Arabia Saudita, el de Venezuela con más reservas petroleras aún, sería más beneficioso por la cercanía de su ubicación y lo necesitaría como la energía para la guerra que promueve.
Un tercer factor, luego de haber tratado el interés económico del imperialismo por los beneficios que le podría dar el sojuzgamiento de Venezuela por su petróleo, oro y riquezas naturales; el interés político por consolidar su área de influencia, en un contexto de disputa entre las grandes potencias imperialistas, sobre todo Estados Unidos-China por la hegemonía y la nueva guerra de rapiña por nuevo reparto del mundo de aquella disputa derivada. Conveniente es reparar en la nueva crisis mundial que predicen algunos como Roubini o Krugmann, mientras aún no se superan los daños de la última iniciada el 2008, de características peores y en el nuevo proceso de desarrollo de la economía mundial ligado a la IV revolución industrial.
Esta situación impulsa a que el imperialismo norteamericano pretenda someter totalmente a América Latina, hacerla más dependiente a su dominio y reducirla a simple proveedora de materias primas: minerales, hidrocarburos, gas y la riqueza biológica de la flora, fauna y pesca, negándole absolutamente la posibilidad de industrializarse. Necesidad que tienen para específicamente afrontar el retraso tecnológico frente a China, que moderniza aceleradamente su nuevo sistema productivo.
A estos factores habría que sumarle la crisis de la democracia, que algunos optan por llamar el colapso de la democracia por registrar un crecimiento de la desigualdad, alcanzando escandalosas cifras de acumulación mayor en muchísimas menos manos y el empobrecimiento mayor en el que permanecerán los muchos durante cuatro generaciones (120 años) por una movilidad social estancada.
En recientes informes de OXFAN INTERMON se ha difundido: “la riqueza de los millonarios se incrementó en 900,000 millones de dólares en el 2018, lo cual equivale a un incremento de 2,500 millones de dólares diarios, mientras que la riqueza de la mitad más pobre de la población mundial -que equivale a 3,800 millones de personas- se redujo en un 11%”, “La riqueza está todavía más concentrada en menos manos: el año pasado 26 personas poseían la misma riqueza que 3,800 millones de personas, mientras que un año antes esa cifra era de 43 personas”.
Y en el especial de The Economist sobre la democracia del 2018 se refieren a que ni Trump, ni Xi-Jinping, ni Putin son representantes democráticos, sino todo lo contrario, dictadores que están en las más grandes potencias del mundo; dando a conocer la reaparición de “populismos” muy conservadores en diversos países europeos, como Austria por ejemplo.
De manera que cuando Trump levanta la bandera de la democracia para condenar a Maduro, carece de escrúpulos y engaña, oculta su propio autoritarismo y su verdadero propósito de someter a Venezuela a los absolutos intereses del imperialismo norteamericano, económicos, políticos y militares en defensa de su hegemonía y para debilitar a sus adversarios China y Rusia, en su contienda por el nuevo reparto del mundo.
Así las cosas, la crisis de su economía capitalista imperialista y la crisis de su democracia derivan en un contexto de guerra, cumpliéndose lo que Lenin escribiera sobre el imperialismo:
“Para el capital financiero no tiene importancia solo las fuentes de materias primas ya descubiertas sino también las posibles, pues la técnica avanza en nuestros días con un rapidez increíble y las tierras hoy inservibles pueden ser convertidas mañana en tierras útiles si se invierten grandes capitales.
De ahí la tendencia inevitable del capital financiero a ampliar su territorio económico y aún su territorio en general. Del mismo modo que los trust capitalizan sus bienes atribuyéndoles el doble o el triple de su valor, tomando en consideración los beneficios “posibles” en el futuro y teniendo en cuenta los resultados ulteriores del monopolio, el capital financiero manifiesta la tendencia general a apoderarse de las mayores extensiones posible de territorio, sea el que sea, se halle donde se halle, por cualquier medio, pensando en las fuentes posibles de materias primas y temeroso de quedarse atrás en la lucha rabiosa por alcanzar las últimas porciones del mundo todavía no repartidas o por conseguir un nuevo reparto de las ya repartidas.”
“Los cartels internacionales muestran cuáles son los objetivos de la lucha que se desarrolla entre los grupos capitalistas. Esta última es de gran importancia, solo ella nos aclara el sentido histórico económico de los acontecimientos, pues la forma de lucha puede cambiar y cambia constantemente en dependencia de diversas causas, relativamente particulares y temporales mientras que la esencia de la lucha, su contenido de clase no puede cambiar mientras subsistan las clases”.
“Los capitalistas no se reparten el mundo llevados por una particular perversidad, sino porque el grado de concentración a que se ha llegado les obliga a seguir este camino para obtener beneficios; y se lo reparten “según el capital”, “según la fuerza”; otro procedimiento de reparto es imposible… la fuerza varía… hoy pacífica, mañana no pacífica, pasado mañana otra vez no pacífica”, “La fuerza varía a su vez en consonancia con el desarrollo económico y político”.
“El capital financiero no quiere la libertad sino la dominación’ dijo con razón Hilferding”.
“En el terreno del capitalismo ¿qué otro medio podría haber que no fuera la guerra? Para eliminar la desproporción existente entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la acumulación del capital por una parte y reparto de las colonias y de las ‘esferas de influencia’ del capital financiero, por otra?”
“El capital financiero y los trusts no atenúan sino acentúan la diferencia entre el ritmo de crecimiento de los distintos elementos de la economía mundial. Y si la correlación de fuerzas ha cambiado, ¿cómo pueden resolverse las contradicciones, bajo el capitalismo, si no es por la fuerza?”
“Lo característico del imperialismo es precisamente la tendencia a la anexión… pues, en primer lugar, la división ya terminada del globo obliga a proceder a un nuevo reparto, a alargar la mano hacia toda clase de territorios; en segundo lugar, para el imperialismo es sustancial la rivalidad de varias grandes potencias en sus aspiraciones a la hegemonía, esto es, apoderarse de territorios no tanto directamente para sí como para debilitar al adversario y quebrantar su hegemonía (para Alemania, Bélgica tiene su importancia especial como punto de apoyo contra Inglaterra; para Inglaterra la tiene Bagdad como punto de apoyo contra Alemania, etc.)”
De “El imperialismo, fase superior del capitalismo”. Lenin, 1920.
Ubicada en este marco la actual crisis de Venezuela, no es cierto pues que el objetivo de la Asamblea Nacional con Guaidó a la cabeza sea “restaurar la democracia y el Estado de Derecho”, ni tampoco que el nuevo autoproclamado Presidente haya sido “democráticamente respaldado en el mundo” y “por las calles de caracas”. Porque, primero, ¿quién es Trump para llamar a que todos los Estados condenen a o apoyen a? Su arrogancia y prepotencia le viene de representar a la oligarquía financiera, clase del imperialismo y como tal lo que busca es expandir su territorio económico, consolidar su área de influencia debilitando a sus adversarios y poner a un adicto a sus intereses políticos y económicos de potencia imperialista y cuestionada hegemonía.
De los Estados Unidos, insistimos, ya no son lo que fueron el siglo XX, hay incluso desencantados que afirman que “ya no es un vector de estabilidad sino un factor de riesgo” o que “dejará de ser potencia imperialista benevolente al servicio de la democracia”, eso aparte de que “estabilidad” encierra dominio y benevolente nunca fue; lo que queda claro es que se ha convertido en un factor de riesgo.
Segundo, porque lo que se ha dado como respuesta al arrogante y prepotente llamado de Trump mas bien mostró el servilismo lacayuno de los países dependientes del imperialismo norteamericano que no dudaron en acatar la voz del amo e impunemente arrasaron los principios del Derecho Internacional mundialmente reconocidos, fomentando así una respuesta militar. El Grupo de Lima con su Declaración revela esto precisamente, además de meridiana mediocridad, y está cumpliendo un nefasto papel creando condiciones para prácticas intervencionistas y belicistas.
Tercero, porque “la calle” no es una manifestación espontánea sino creada, pagada, fabricada por los dueños de los grandes medios de comunicación al servicio de los intereses de los imperialistas y sus planes donde se difunde lo que ellos quieren, lo que ellos necesitan como en este caso en el que se usa, se manipula el descontento para conducirlo hacia el golpe de Estado disfrazado de democracia.
Y ¿cómo se ha llegado a esta situación tan dramática para el pueblo venezolano con tres millones de migrantes? Se trata, como dijimos, de un plan orquestado dentro de la estrategia imperialista norteamericana y aplicado por sus agentes de inteligencia en coordinación con elementos de la derecha de la gran burguesía venezolana. Como hicieron en otros lugares, esperaron el momento oportuno, desprestigiaron a Maduro como antes a Chávez, adjetivándolo, ridiculizándolo, burlándose de su persona en lugar de debatir sus contenidos programáticos; usaron a la oposición y le hicieron cerco político y boicot económico; apuntaron a dividir el chavismo así como aislarlo completamente en su nación, en la Región y el resto del mundo.
Maquinaciones, maniobras políticas, económicas y militares ya conocidas que son parte de un plan para limpiar América de discrepantes y garantizar los intereses de Estados Unidos tratando de mantener su condición de superpotencia hegemónica imperialista en la aseveración caduca de seguir siendo el gendarme de los pueblos del mundo, cuando el nuevo milenio demuestra cada vez más que es el enemigo principal de los pueblos del mundo. ¿Qué otra cosa sino eso significan sus fracasos en Afganistán, Irak, Libia y Siria, con sus millones de dólares invertidos en nuevos medios bélicos convencionales, químicos y nucleares para destruir y sojuzgar esas naciones?
Crearon así el caos y lo nominaron “Estado fallido” para sacarlo con un “golpe democrático” como el de Brasil o con una fuerza pequeña que entrara, lo apresara y saliera, estilo Panamá con Noriega, o, en el peor de los casos y menos probable, prendiendo una guerra civil desgastadora y destructiva como en Libia.
Pero América Latina no es Medio Oriente, la histórica lucha de sus pueblos contra la colonización de la España imperial feudal o la histórica lucha de la gran ola revolucionaria de los sesentas, setentas y ochentas, entre otras luchas, han forjado a estos pueblos en el rechazo a la opresión y la unidad en lengua, costumbres y aspiraciones se suma elevando la conciencia del pueblo latinoamericano que respondería ante una agresión armada imperialista. Entonces, como Lenin señala en el mismo texto.
“A consecuencia de la ruina producida por la guerra, crece pues, la crisis revolucionaria que por largas y duras que sean las vicisitudes que atraviese, no podrá terminar sino con la revolución proletaria y su victoria”.
La revolución, sí, ésta es la real solución para el pueblo venezolano, pero no una revolución burguesa que vuelva a sus bases primigenias cuando esa clase social era revolucionaria combatiendo a la aristocracia feudal, porque la burguesía ya caducó como clase revolucionaria; trescientos años en el poder han demostrado su carácter reaccionario, en tanto promueve un modo de producción capitalista que explota y oprime a las mayorías.
Hoy no es el pueblo el que gobierna, son las clases explotadoras, la oligarquía financiera y las grandes burguesías locales las que gobiernan hace mucho y han llegado a encubrirse con la palabra democracia cada vez más formal, debilitando o destruyendo las instituciones representativas de su Estado de Derecho, las elecciones las hacen y las deshacen, las leyes las crean para salvaguardar sus intereses; se arrasan los derechos y libertades democráticas y se criminaliza la protesta popular.
Infinidad de hechos expresan que hay que hacer la revolución proletaria, la revolución socialista rumbo al comunismo. Esta es la perspectiva a la cual enrumbar la lucha del pueblo venezolano. Su contradicción actual no es dictadura-democracia, su contradicción es naciónimperialismo, burguesía-proletariado, explotación capitalista-revolución socialista hacia el comunismo.
Para el PCP el llamado socialismo del siglo XXI fue una opción dentro del campo del pueblo, sin embargo ajena a la necesidad de la revolución proletaria teniendo en cuenta que mientras exista la explotación capitalista y se actúe dentro de los márgenes de la democracia burguesa el pueblo permanecerá oprimido. Y en la actualidad, la valerosa resistencia de Maduro, elegido para un nuevo periodo, no basta para solucionar la crisis, se requiere el apoyo solidario de la clase y los pueblos del mundo contra el golpe de Estado, la injerencia política y la amenaza de agresión armada del imperialismo norteamericano, sirviendo a promover una inmediata solución política que acerque a las partes opuestas de la propia Venezuela con un arbitraje neutral.
Rechazo y condena a las nuevas maquinaciones del imperialismo norteamericano que busca el pretexto de la ayuda humanitaria para invadir y agredir a Venezuela.
¡APOYO SOLIDARIO AL PUEBLO VENEZOLANO!
¡FUERA YANQUIS DE VENEZUELA!
¡POR UNA SOLUCIÓN POLÍTICA A LA CRISIS DEL PAÍS HERMANO!
¡SIN LA REVOLUCIÓN PROLETARIA
NADA TENDRÁN LOS PUEBLOS DEL MUNDO!