Una noticia terrible, llenó de estupor primero, de dudas después y por último de inconsolable dolor el corazón de millares de hombres y mujeres de nuestra Patria; la desaparición física, muertos en desigual combate, de nuestro querido Comandante Mario Roberto Santucho junto a los compañeros del buró Político del PRT Domingo Menna y el Capitán Jorge Benito Urteaga.
Esta desgracia que enluta al pueblo argentino, tuvo lugar en momentos en que los compañeros se hallaban transitoriamente en un departamento de Villa Martelli, siendo sorprendidos por las fuerzas contrarrevolucionarias estableciéndose el desigual combate cuyo fin fue el asesinato de los tres camaradas al acabárseles las municiones.
Así un 19 de julio de 1976, nuestro Partido nuestro Ejército guerrillero, la clase obrera y el pueblo argentino, pierden al más grande dirigente que haya producido el proceso revolucionario en nuestra Patria. Un genial jefe del proletariado llamado ha ubicarse entre los grandes jefes de las revoluciones obreras triunfales.
CÓMO ERA NUESTRO COMANDANTE
Mario Roberto Santucho, Robi, como le decían cariñosamente los amigos, Comandante Carlos, su nombre de guerra, es hijo de la provincia de Santiago del Estero, iniciado en la vida política siendo estudiante en Tucumán, junto al vigoroso proletariado azucarero. Allí en ese magnífico yunque formado por el formidable impacto de la expresión de la lucha de clases se forja una voluntad de acero, una vocación revolucionaria, un espíritu proletario, una personalidad humilde y una determinación de vencer.
En una larga recorrida por los países de América, recibió el impacto de la realidad latinoamericana, de la brutal explotación del imperialismo, aprendió a amar a este pueblo y comprenderlo y comprendió en toda su magnitud las características comunes de la lucha en América, continental por su contenido y nacional por su forma. Como corolario conoció la Revolución Cubana y su maravillosa realidad y comprometió el resto de su vida a realizar una obra igual.
Pero lo determinante en su formación, como él mismo nos señalaba son las irreemplazables experiencias junto a las masas que dejan un indeleble sello de clase que no abandonará jamás y que se ponen en evidencia permanentemente al encarar los complejos problemas de la construcción del Partido, donde la óptica de clase era el punto de vista insoslayable de nuestro Comandante y su constante prédica en la formación de los cuadros.
Celoso del estudio de los clásicos del marxismo, con Lenin y los vietnamitas como cabeceras, atento a la opinión de las masas, aplicando la objetividad leninista, analizando en profundidad cada experiencia, yendo al fondo de los problemas, a sus raíces, profundizando el corazón de los hombres, centrando en el intelectual colectivo del Partido, con un estilo de trabajo proletario y una singular modestia, tal es la forma como llegó a formar el pensamiento revolucionario en nuestra Patria, expresado en la línea de nuestro Partido, ideología del proletariado que al ser tomada por las masas se transforma en poderosa fuerza material, principal arma en la guerra del pueblo.
LA CONSTRUCCIÓN DEL PARTIDO
En la mente y el corazón del Comandante Carlos había un solo norte: la toma del poder para el pueblo, y comprendía en toda su profundidad que la herramienta principal es el Partido de la Clase obrera, dirección político-militar del Ejército del Pueblo. De allí que sus esfuerzos principales se centraban en esa tarea estratégica; cómo debía ser ese partido, cómo construirlo.
Así es que ya en el IV Congreso del PRT su papel es muy destacable en la formulación de la estrategia revolucionaria, pero sin duda es en el V Congreso cuando la agudeza de análisis de Mario Roberto Santucho se expresa en toda su magnitud y su papel se torna determinante en las discusiones precongreso con su profundo análisis del carácter de clase de la lucha interna en el Partido donde desnuda al mejor estilo leninista las lacras pequeño burguesas enquistadas en el Partido que se oponían a la guerra.
Con la justa convicción de que el eje de construcción del Partido pasa por el proletariado industrial y que todo otro eje conlleva inevitables desviaciones, dirige directamente la primera gran experiencia en el frente de Fíat en Córdoba en los meses siguientes al V Congreso. Y es de esa formidable dinámica del proletariado cordobés de donde extrae las mejores experiencias en los aspectos concretos de la construcción del Partido en las fábricas, las cuales llevadas a los Comités Centrales, analizadas en profundidad a la luz del marxismo, devienen en línea concreta de construcción.
Con la idea clara de que los problemas de organización del Partido, no son problemas administrativos, sino política de formación de cuadros, siempre escuchando al hombre de trabajo, al obrero, al campesino, al artesano, con su notable modestia, siempre desde el punto de vista de las masas, supo formarse como jefe de la Revolución y formar los cuadros del PRT como los compañeros Antonio Fernández, Domingo Menna, Comandantes Juan Eliseo Ledezma, Juan Manuel Carrizo, Capitán Benito Urteaga y todos los compañeros que han dado generosamente su sangre en pos de la felicidad del pueblo.
LA ORGANIZACIÓN DEL ERP
Es así como se llega a las condiciones adecuadas para llevar a la práctica uno de los lineamientos más claros del V Congreso. La organización de un Ejército revolucionario con unidades regulares capaz de enfrentar con éxito y quebrar la espina dorsal del ejército contrarrevolucionario. Se aboca a la gigantesca tarea de organizar ese ejército, tarea compleja y difícil teniendo en cuenta que se contaba con muy poca experiencia directa en tan grande empresa. Se da, entonces, al estudio concienzudo de las experiencia de nuestro Partido, desde el primer desarme, que tantas veces enseñó directamente a hacerlo, hasta las primeras acciones de toma de cuarteles.
Estudia profundamente las experiencias internacionales, la gloriosa gesta del Ejército Rojo, del Ejército Popular en China, de la heroica Revolución Cubana, todas las experiencias del proletariado internacional y en especial la insoslayable experiencia vietnamita.
Con todo ese material, desarrollado a conciencia, concibe la formación de las unidades regulares del ERP: la Escuadra, el Pelotón, la Compañía, el Batallón y ya está pensando en los futuros Regimientos.
Así también se presentan las condiciones de iniciar la apertura del primer frente rural en Tucumán. Allí está el Comandante, al frente de la Comandancia de la Compañía de Monte, llevando a la práctica una concepción de Guerra Popular tomada de la experiencia internacional, pero eficazmente adaptada a las condiciones nacionales. Y allí se pone a prueba, una vez más su característica sencillez y sobretodo su gran amor y respeto por el pueblo, permanentemente consultando al hombre del lugar, al hombre que sufre directamente la brutal explotación y opresión, al hombre que sintetiza toda la experiencia de lucha y el odio de los pueblos al opresor.
SU PENSAMIENTO: EL PENSAMIENTO MARXISTA ARGENTINO
El resultado de esa conjunción de experiencia internacional con la lucha de clases en nuestra Patria, del estudio en verdadera profundidad del marxismo, es el pensamiento de nuestro Comandante, magníficamente expresado en la línea de nuestro Partido, en la justeza de su contenido, comprobada en los resultados concretos; construcción en el seno del proletariado; formación de las unidades del ERP; desarrollo de la guerra rural como la única manera de posibilitar la construcción de grandes unidades; política de unidad con todos los revolucionarios; línea de masas y alianza con las clases interesadas en la revolución; política internacional prudente pero clara y con perspectivas estratégicas; todo teñido de un sello de clase de firmeza en los principios y de flexibilidad en la táctica: tal es el pensamiento de Mario Roberto Santucho.
LA MUERTE DE UN JEFE
La noticia de su muerte batiéndose hasta el último cartucho con los enemigos del pueblo, ha llenado de estupor, de dolor y de odio el corazón de millares de argentinos, hombres y mujeres de la clase obrera y el pueblo a quienes el Comandante había sabido llegarles hasta el fondo de su alma. Nada puede consolar el dolor que sentimos por su desaparición, vemos rostros del pueblo transfigurados por la terrible noticia, corazones acongojados y proletarios puños crispados de odio. Son los millones de hombres y mujeres que ayer lloraron al Che y hoy lloran a nuestro Comandante se alinean de esta margen del río de sangre que divide las clases en Argentina, preparándose para el combate, acumulando experiencias, tensando las fuerzas para lanzarlas contra el opresor.
HACER REALIDAD SUS IDEAS: RECOGER SU FUSIL
En el número anterior de El Combatiente editorializa “Persistir y Vencer”. “La locura asesina del enemigo causa profundas heridas en nuestras filas, caen compañeros muy valiosos, caen familiares que nada tienen que ver, caen activistas o simples sospechosos. Ante ello, alguno que otro compañero vacila y teme. Pero la absoluta mayoría unida como un solo hombre, se yergue decidida a persistir y vencer cualquiera sean los obstáculos y sufrimientos. Esa elevada moral es nuestra principal arma, ella conmueve y moverá millones de argentinos por el camino de la guerra revolucionaria”.
Hoy, esa locura asesina nos ha infligido la más profunda que haya soportado nuestra revolución la muerte de nuestro jefe y los compañeros del Buró Político Domingo Mena y el Capitán Benito Urteaga. El Combatiente anterior no estaba aún distribuido cuando ocurrió la desgracia, no se conocía aún la frase que citamos; sin embargo, el Partido como si hubiese escuchado esas palabras, estrechó filas, seca sus lágrimas y se yergue decidido a persistir y vencer. De todos los rincones, de todas las actividades, especialmente desde los frentes de masas nos llegan los mensajes de los compañeros, y todos en medio del dolor, se cuadran ante los compañeros caídos y se presentan “A la orden camarada Comandante, Venceremos”.
Esta formidable y emocionante actitud del conjunto del Partido, es el resultado de su obra y es la obra que debemos continuar con tenacidad, con trabajo, con disciplina, con espíritu revolucionario, manteniendo centrado el eje de construcción del Partido en el proletariado fabril, con una correcta política de formación de cuadros, en un eficiente funcionamiento de los organismos partidarios a fin de obtener los máximos resultados del intelectual colectivo.
Si grande es la pérdida, también grande es la herencia, rica su producción escrita, clara su escuela, simple y eficiente su estilo de trabajo. Fuerte como nunca el Partido, decidido a “luchar, fracasar, volver a luchar”, y así en línea ascendente hasta el triunfo de la revolución. Muy grande es nuestra seguridad de que sabremos ser merecedores de la confianza que nos dejó el Comandante porque tendremos dos columnas en donde apoyar este edificio: el cúmulo de enseñanzas del jefe caído y las masas, estas formidables masas argentinas que llorando en silencio a su líder “tascando el freno” en las fábricas, preparan tenaz resistencia a la dictadura, acumulando experiencias para tensar al máximo las fuerzas en el próximo auge, seguras que tendrán a su frente un sólido Partido digno heredero de su Secretario General, Comandante Mario Roberto Santucho, capaz de conducirlas por el difícil pero seguro camino de la victoria.
La burguesía y el imperialismo, los militares asesinos, los odiados explotadores del pueblo festejan el duro golpe aventado a la guerrilla y lanzan campañas propagandísticas en el sentido de que muertos los jefes, se terminó la guerrilla, en un vano intento de desanimar nuestras filas, las filas del pueblo. Pero si duro fue el golpe y eufórico el festejo de su triunfo, por parte de los criminales contrarrevolucionarios, más amarga y aplastante será su derrota porque Mario Roberto Santucho, nuestro Comandante, nuestro compañero, no ha muerto, está presente en el corazón del pueblo, en sus escritos, en su escuela, en su ejemplo de voluntad revolucionaria, en el Partido Revolucionario de los Trabajadores, que hoy más firme que nunca, de pie presenta armas:
COMPAÑERO COMANDANTE JEFE:
¡A LA ORDEN HASTA LA VICTORIA!
Luis Mattini
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Fuente: El Combatiente N° 226. Miércoles, 28 de julio de 1976.