Declaración política

DECLARACIÓN POLÍTICA

Es preferible morir de pie que vivir arrodillados

Desde las montañas y profundidades de la comunera tierra insurgente, con un abrazo fraternal de esperanza en la paz con justicia social, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército de Pueblo, anunciamos que damos paso a una nueva etapa de lucha para el despertar de las conciencias, con el comienzo de la Segunda Marquetalia bajo el amparo del derecho universal que asiste a todos los pueblos del mundo de levantarse en armas contra la opresión.

Comunicamos oficialmente, como nueva Dirección constituida, que entre los días 22 y 25 del mes de Agosto, en reunión extraordinaria de comandantes, se decidió dar continuidad a la lucha armada de las FARC-EP, formalizando el relanzamiento y reconstrucción de nuestra Organizaciópn y sus milicias, del Partido Comunista Clandestino y del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia y poner en marcha el Plan Estratégico Campaña Bolivariana por la Nueva Colombia, a cuyos lineamientos obedecen los Manifiestos políticos de las mencionadas estructuras.

Es la respuesta a la traición del Estado al Acuerdo de Paz de La Habana, y la marcha de la Colombia humilde, ignorada y despreciada hacia la justicia que destellan las colinas del futuro, en procura de la paz cierta, desplegando sus alas de anhelos populares sobre la perfidia del establecimiento y poniendo de presente que la rebelión no es una bandera derrotada ni vencida; y que tiene el vigor para continuar con el legado de Manuel y de Bolívar, trabajando desde abajo y con los de abajo por el cambio político y social que se merecen las mayorías. Dentro de esa ruta, buscaremos de inmediato coordinar esfuerzos con la guerrilla del ELN y con aquellos compañeros y compañeras que no han plegado las banderas que tremolan patria.

Esta insurgencia, se levanta para abrazar con la fuerza del amor, los sueños de vida digna y buen gobierno que suspiran las gentes del común, expresando claramente que su objetivo no es el soldado ni el policía, el Oficial ni el Suboficial respetuosos de los intereses populares sino la oligarquía; pero esa oligarquías excluyente y corrupta, mafiosa y violenta que cree que puede seguirle atrancando las puertas del futuro al país.

El Estado conocerá una nueva modalidad operativa que sobre todo responderá a la ofensiva, porque en nuestra decisión está no seguir matándonos entre hermanos de clase para que una oligarquía descarada continúe manipulando nuestro destino y enriqueciéndose, cada vez más, a costa de la pobreza pública y los dividendos de la guerra. De ahí nuestro llamado también a los integrantes de la Fuerzas Pública que tengan dolor de pueblo, a que caminemos juntos por sus reivindicaciones y su felicidad.

El expresidente Santos juró con impostada voz de Nobel de Paz que no cambiaría ni una sola coma de lo pactado. Pero los asuntos nodales del Acuerdo de La Habana fueron escamoteados desde el momento mismo de su firma. Y ahora Iván Duque, el sucesor del asesino del comandante Alfonso Cano en la Presidencia de la República, asegura sin inmutarse que lo que él no firmó, no lo obliga, desconociendo que el acuerdo se firmó fue con el Estado. Evidentemente el establecimiento no quiso respetar los principios que rigen las negociaciones, el pacta sunt servanda y la buena fe. El Estado que no respeta sus compromisos no merece el respeto de la Comunidad Internacional, ni de su propio pueblo.

El régimen imperante, de políticas neoliberales, de corrupción y guerra, nos ha colocado frente a dos caminos: o se abre una recomposición como resultado de un diálogo político, y de la institucionalización de los cambios resultado de un Proceso Constituyente Abierto, o esos cambios, tarde o temprano, serán conquistados mediante el estallido de la inconformidad en rebelión.

La palabra la tiene el soberano. En la introducción del Acuerdo final de La Habana, hay un compromiso que indicaba hacer la convocatoria a todos los partidos, movimientos políticos y sociales, y a todas las fuerzas vivas del país a concertar un gran ACUERDO POLÍTICO NACIONAL encaminado a definir las reformas y ajustes institucionales necesarios para atender los retos que la paz demande, poniendo en marcha un nuevo marco de convivencia política y social.

Existen las herramientas para seguir intentando una salida concertada, impulsando un proceso constituyente abierto hacia la superación de la exclusión, la miseria y las inmensas desigualdades; hacia la democratización en profundidad del Estado y la vida social, restableciendo la soberanía y garantizando el bienestar y el buen vivir de nuestro pueblo. Se trata también de potenciar nuestras aspiraciones y llevarlas a un nuevo nivel en el que entonces sí, una Asamblea Constituyente, representativa y con plenas garantías de actuación, dé un impulso definitivo a las transformaciones estructurales que requiere Colombia.

No debemos dejarnos arrinconar por los guerreristas y tiranos. Seamos un solo puño en alto, y en unidad trabajemos por un nuevo gobierno de transición, producto de una gran coalición de fuerzas de la vida, de justicia social y democracia, que convoque a un nuevo diálogo de paz que corrija y encadene la perfidia y la mala fe, que involucre a todos los actores armados para que podamos fundar una paz definitiva, estable y duradera, sin más asesinatos de lideres sociales y de ex combatientes guerrilleros. Un nuevo gobierno amoroso con sus ciudadanos, respetuoso de sus vecinos, enemigo de la guerra, soberano y solidario con los pueblos; con unas nuevas instituciones integradas con gente virtuosa, honrada, de méritos y sentimientos humanos. Un gobierno que haga la felicidad del pueblo.

La lucha sigue.

¡Con Bolívar, con Manuel, con el pueblo al poder!

FARC, Ejército del Pueblo