Una reflexión para la JEP

De las FARC-EP

UNA REFLEXIÓN PARA LA JEP

En diversas ocasiones explicamos nuestras denuncias a los incumplimientos al Acuerdo de La Habana, en que desde los inicios de la etapa de la llamada "implementación" incurrió el Establecimiento tanto durante el cierre del Gobierno de Santos como durante lo que va de este Gobierno Uribe-Duque. Especialmente hemos indicado el papel obstructivo de la Fiscalía General de la Nación, de las Cortes y del Parlamento, por solo mencionar lo de mayor calibre, en la desfiguración de la Jurisdicción Especial para la Paz, a la cual habíamos decidido acogemos pese a las primeras modificaciones, quizás todavía admisibles en función de la armonía, que unilateralmente propinó el Gobierno en las vísperas de la firma del Colón.

Eso no les bastó en el proceso de configuración de la traición; de tal suerte que tuvimos que soportar las citaciones "obligadas" a las llamadas "versiones voluntarias'' a las que arbitrariamente y violando su misma Constitución Política, y normas superiores como el Acto Legislativo No. 1 de 2017, les dieron el carácter de confesión. Todo de cuenta de las presiones que arrinconaron al Sistema Integral de Verdad Justicia Reparación y No Repetición, colocando particularmente a la JEP ya la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, evidentemente, en situación de parias de la institucionalidad, y bajo el manoseo de un Partido de Gobierno al que no le merecían ningún respeto. Las descaradas presiones indebidas, anti-FARC y anti-proceso de paz, incluso se ejercían desde los "más altos dignatarios de Estado", como ocurría con la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez, quien en intervenciones públicas arrogantes daba órdenes a la JEP sobre el sentido en que debía tomar sus decisiones. El sub-presidente Duque no se quedaba muy atrás, protagonizando el sainete de abierto y pertinaz ataque contra el mencionado Sistema Integral

Se dice que en toda guerra la primera víctima es la verdad; pero resulta que, en este intento de paz frustrada, también fue esta la primera víctima, porque tomada la determinación de "hacer trizas" los Acuerdos, entre las ocurrencias se hizo cotidiana la labor del aparataje del Bloque de Poder Dominante de colocar a las FARC como victimarias mientras se escondía al Estado como principal generador de la violencia y la victimización. Así, entonces, la reconstrucción de la pretendida "verdad histórica y humana'", con tanto falseamiento puesto en marcha para aniquilar moralmente a la contra parte, se hacía horno junto al propósito mayor de la reconciliación.

Cada vez que pudimos, ante la JEP y ante la Comisión de Esclarecimiento, subrayamos en que el proceso de reconstrucción de b verdad no podía dejar en segundo plano el mandato generoso de la RECONCILIACIÓN y la NO REPETICIÓN, que también estaba consignado en el Acuerdo. Pero, en contrato sentido, lo que acontecía era que se venía utilizando los conceptos "víctimas y verdad" -por cuenta de los medios de comunicación y sectores de extrema derecha- para demonizar, estigmatizar y crear sentimientos de más odio y de vindicta. Y E destrucción del Acuerdo que por parte del Gobierno iba en escalada, de por si se constituyó en truculenta negación de esa prioritaria NO REPETICIÓN. Grave asunto de reincidencia por parte de un Estado que es el genitor de la violencia política, de las desigualdades y patologías propias del conflicto.

Un nuevo país en condiciones de justicia social y dignidad, implicaba profundas reformas en el campo social y político sin las cuales el fin del conflicto es una falacia, porque sin duda el statu quo es la peor conjura contra la paz. De ahí que la permanencia de los obstáculos a la reforma política, por ejemplo, que le diera paso a la apertura democrática, fue una de las tantas violaciones aleves a la NO REPETICIÓN, y por ende a b posibilidad de la RECONCILIACIÓN, en b misma dimensión en que lo es el escamoteo que sufrió b Reforma Rural Sin resolver estos problemas, seguirá habiendo violencia de trasfondo político, b VIOLENCIA POLÍTICA que ha sido la mayor degradación victimizante de nuestra historia, y a la que siguen empujándonos, cuando la vía de la solución dialogada se desacredita en la forma que lo han hecho con el pisoteo a los compromisos adquiridos.

Reconociendo la paciencia y el valor con que sin duda han actuado gran parte de sus magistrados y magistradas, soportando irrespetos y vejámenes incluso, hoy decimos a la JEP cuando ha comenzado a excluirnos de su ámbito de competencia -con el que, de paso sea dicho, ya hablamos hecho ruptura-, que la violación del Estado a los principios de BUENA FE y PACTA SUNT SERVANDA, respecto al Acuerdo de Paz, aparte de constituir el CRIMEN DE LA PERFIDIA, es temprana violación del pacto y deber de la NO REPETICIÓN, pues está reincidiendo en sus acciones y omisiones generadoras de la violencia y repitiéndose como responsable principal de la misma. Entonces les preguntamos, ¿Qué van a hacer al respecto?

Seguramente, a pesar de su buena voluntad, NADA, por la sencilla razón de que ya el Sistema, quiéranlo o no, entró en el alinderamiento con la necrosada institucionalidad que se pretendía superar y, por ende, en la ruta sesgada de las políticas contrainsurgentes de todos los tiempos.

Ya expondremos en próximos días y con detalle, nuestras observaciones a la JEP, que son las razones de su descrédito.

Ahora, solo cerramos expresando que recuperar los tesoros de la confianza y buena fe, destruidos con infamia, puede costar mucho tiempo, muchas vidas, mucho futuro y zozobra. Pero deberemos empeñarnos en continuar la búsqueda de la solución dialogada.

Dirección FARC-EP

Selvas insurgentes de Colombia, septiembre 14 de 2019