Queridos compatriotas del sur occidente colombiano, Cauca, Nariño, Chocó, Tolima, y Valle:
Va para ustedes nuestro saludo de fin de año. Como de costumbre les deseamos unas fiestas navideñas en paz y armonía, junto a sus seres más queridos. ¡Qué alegría estar en familia en fechas tan especiales!
Pero también pensamos en la tristeza que embargará a muchos hogares humildes por tanta vida promisoria truncada por la violencia. Por eso queremos extender nuestro abrazo solidario y nuestras condolencias a las familias y a las comunidades que perdieron a sus líderes y liderezas en medio de la locura de la guerra sucia.
Cómo nos duele la indolencia y la inacción del Estado frente a estos crímenes de lesa humanidad. El gobierno es responsable, porque despreció un instrumento que el Acuerdo de La Habana colocó en sus manos para combatir a los grupos criminales: la Unidad Especial de lucha contra el paramilitarismo mafioso y sus financiadores, que el ex fiscal Néstor Humberto Martínez engavetó, porque no querían las castas gobernantes que se conociera la verdad sobre los verdaderos responsables de esta violencia sin fin.
Nos arrebataron la posibilidad de celebrar estas navidades con titulaciones de tierras, con la reforma que procuraba mayor participación ciudadana en los diseños de las estrategias políticas, económicas y sociales del gobierno, como rezaba el compromiso en el Acuerdo de Paz. Pero este sigue siendo un país de corruptos y ladrones y de faltones en el gobierno que no cumplen la palabra ni la firma estampada en los papeles.
La sustitución de cultivos de uso ilícito la convirtieron en guerra contra los campesinos pobres y en impunidad para los encopetados beneficiarios del lavado de activos, producto del negocio sucio.
No le cumplen a la minga indígena, ni a los estudiantes y profesores, ni a los ex combatientes… y si la gente protesta con razón en las calles, entonces son “vándalos” a los que hay que matar, como dicen algunos congresistas del uribismo, que es el partido de gobierno. No más cinismo como aquel, que a pesar de que el país está incendiado y los índices de popularidad del presidente están por el suelo, siguen impulsando en el Congreso el nefasto paquetazo económico que favorece a poderosos empresarios, así conlleve más miseria para los de abajo. Esos insensibles no deben permanecer en el gobierno.
La inconformidad de la nación debe seguir manifestándose en las calles, en los campos y en las carreteras, donde sea y como sea, sin miedo, con movilizaciones, plantones, cierre de vías y cacerolazos, hasta que el gobierno escuche.
Que se convoque el Gran ACUERDO POLÍTICO NACIONAL del que habla el pacto de paz de La Habana, encaminado a definir las reformas y ajustes institucionales necesarios para atender los retos que la paz demande, poniendo en marcha un nuevo marco de convivencia política y social.
Requerimos un gobierno decente y decoroso, más humano, menos elitista, más incluyente, que se ocupe de la educación de los niños y la juventud para los que debemos seguir reclamando educación gratuita generalizada y de calidad, que garantice los derechos de la mujer, que implemente de una vez por todas la Reforma Agraria que han aplazado durante más de medio siglo, que construya vías para el campesino y garantice la comercialización justa de sus productos, que se preocupe por la vivienda de la gente y el empleo, y por el bienestar de toda la familia colombiana. No nos vengan a salir ahora con salarios mínimos irrisorios.
Los recursos naturales del país deben utilizarse para resolver nuestros más agudos problemas sociales. No más Judas Iscariotes corruptos en los ministerios y en el mismo Palacio de Nariño que se venden por unas monedas a las trasnacionales permitiéndoles el arrasamiento de nuestro medio ambiente. No más deforestación irracional. Exijamos que Colombia toda sea protegida contra las prácticas contaminantes del fracking y reclamemos políticas urgentes encaminadas a la recuperación de territorios degradados por la minería.
Sea esta la ocasión para llamar a la sociedad colombiana a no desfallecer en la justa lucha por la paz completa, el más importante de todos los derechos. Si no hay vida, para qué sirven los demás derechos. No más ESMAD represivo y brutal en las calles.
Las paz completa que demanda el sentido común en un país martirizado por décadas de guerra injusta, clama por el diálogo del gobierno con todos los actores armados y con la sociedad. Ese el gran ACUERDO POLÍTICO NACIONAL que necesitamos, con reformas institucionales que beneficien a todos los sectores de nuestra sociedad, y en especial, a los más vulnerables para alcanzar definitivamente la paz que hasta ahora nos ha resultado esquiva. Los medios de comunicación, como parte de la sociedad que son, debieran colocar todo su arsenal al servicio de esta noble causa: la convivencia nacional.
Solo la unidad, nos conducirá por el por el camino de la victoria de todos.
Con aprecio,
WALTER MENDOZA
Integrante de la dirección nacional de las FARC-EP