Desde la firma del acuerdo de La Habana no cesa el asesinato de excombatientes de las FARC que creyeron en la paz y en la palabra del gobierno.
A 180 asciende ya la cifra de los inmolados. Así empezó el genocidio de la Unión Patriótica surgida del Acuerdo de La Uribe que culminó con 5.000 militantes y dirigentes muertos. Difícil borrar de la memoria el rosario de entierros y de tristes cortejos fúnebres hacia los cementerios con los catafalcos de candidatos presidenciales, senadores, representantes a la cámara, diputados departamentales, concejales y militantes de base asesinados.
A altos funcionarios del Estado les parecía que la tarea de muerte iba muy lenta y que había que acerelerarla. Por eso diezmaron sin tregua; y fue así como decapitaron, en medio de una impunidad espantosa, a toda una generación de revolucionarios.
Como ocurría entonces, nadie dice nada. Nadie da una orientación. La situación de hoy no se resuelve con lloriqueos vanos de unos dirigentes, a los que les parece consecuente hacerse matar. Esa es la posición de unos obnubilados.
En medio de esta situación parecida a la de la patria boba de nuestra historia, generada por una oligarquía mezquina y excluyente, agravada con el asesinato de más 700 líderes sociales, los guerrilleros de las FARC-EP, Segunda Marquetalia, retomamos la invitación de aquella época de finales de los 80 de nuestro comandante en jefe, Manuel Marulanda Vélez, diciéndoles: no se dejen matar, vénganse para acá, aquí tendrán un refugio seguro. De las montañas podrán regresar algún día a continuar la lucha por sus sueños, pero de la sepultura, nunca.
Tengan en cuenta que la bancarización es un cebo para seguir matando ingenuos selectivamente. Unilateralmente el Estado modificó asuntos sustanciales del acuerdo, sus agentes hundieron la reforma política, negaron la titulación de tierras, incumplieron los compromisos de reincorporación, convirtieron a la JEP -edificada sobre la justicia restaurativa- en una institución del derecho penal del enemigo que toda la vida ha garantizado la impunidad de los responsables de la violencia, de los que emitieron las órdenes desde los más altos cargos del Estado.
Nadie pensó en semejante traición del Estado y de una dirigencia blandengue, pero esa es la taciturna realidad que hoy nos hiere de muerte. Reflexionemos. Es hora de virar hacia la vida para continuar la lucha por los pobres y por todos los sectores de la sociedad, con los que seguiremos en las calles protestando hasta el fin de la tiranía económica de este gobierno indolente con la gente buena de este país.
VÉNGANSE PA’CÁ. Mientras haya lucha, la esperanza en una Colombia mejor, seguirá viva. ¡VENCEREMOS!
Por la dirección de las FARC-EP, Segunda Marquetalia:
Aldinever Morantes, Oscar Montero, Edinson Romaña, Walter Mendoza, Paola Ramírez, Iván Márquez, Enrique Marulanda, Jesús Santrich, Ariel Quinto, Gonzalo Chalo, Rusbel Ramírez, Iván Merchán, Gerson González, Villa Villa, Nelson Robles, Diego Gutiérrez, Daladier Cardona, Julián Suárez, Yurlenys Guerrero.