La comandancia de las FARC-EP, Segunda Marquetalia, reunida en las montañas entre el 6 y el 8 de enero de 2020, ofrece al pueblo de Colombia el parte del avance exitoso de la restructuración política y militar de la guerrilla de Manuel y de Bolívar. Esta fuerza, que se levanta como el ave fénix de las cenizas seguirá creciendo llena de amor por los excluidos y los que sueñan un futuro de paz con justicia social y la instauración de un nuevo gobierno que se preocupe por el bienestar de todos.
Nunca antes las fuerzas vivas del país, el movimiento social y político, los liderazgos populares y la gente del común se habían manifestado con tanta fuerza y persistencia en las calles contra esas políticas de gobierno sin corazón que desprecian la suerte de los colombianos de a pie, para ocuparse exclusivamente de la satisfacción de ricos empresarios colmados de gabelas y privilegios.
La Colombia del 2020 ya no soporta más al monstruo de la corrupción que destroza insaciable con sus garras el futuro y el anhelo de vida digna de millones y millones de compatriotas. No más impunidad con ese flagelo criminal, clama la conciencia nacional.
Fue, precisamente, la lucha de los estudiantes contra la corrupción, el detonante sonoro de la inconformidad que nos estaba ahogando por dentro. ¡Que vivan los estudiantes, jardín de nuestra alegría; son aves que no se asustan de animal ni policía! Ellos son el motor del cambio, son la fuerza y la alegría que jalonará la lucha colectiva de todos los sectores de la sociedad, por un nuevo orden social justo, inclusivo.
Los padres de familia están de acuerdo y quieren que la educación sea gratuita y de calidad en escuelas, colegios y universidades. El bolsillo ya no soporta matrículas tan elevadas, ni esas deudas que para saldarlas, terminan esclavizando a los nuevos profesionales.
En Colombia hay muchas cosas por enderezar y corregir, y por eso las movilizaciones sociales, vendrán con todo en esta alborada del 2020, con paros, tomas de plazas y carreteras nacionales, y las cacerolas en las noches gritando su inconformidad.
Aquí nadie está contento con la traición del Estado al Acuerdo de Paz de La Habana, el más extraordinario logro de los últimos tiempos dilapidado miserablemente por un gobierno que no sabe de sentido común, ni de cumplimiento de la palabra empeñada.
¿Dónde está la reforma política que debía aclimatar la paz? Está hundida en el mar de la mezquindad del congreso y de los dos últimos gobiernos. Sólo para seguir imponiendo injusticias, niegan la participación ciudadana en la generación de políticas que tienen que ver con su futuro y estabilidad. ¿Por qué han demorado la puesta en marcha de las 16 Circunscripciones Especiales de Paz que aspiraba llevar al congreso las voces y los rostros plebeyos de los territorios azotados por el conflicto? No quieren reformar el podrido sistema político electoral, porque sin fraude no pueden seguir siendo presidentes, ni congresistas, ni gobernadores, ni alcaldes, ni nada, y así no podrán robar. Debiera escucharse a los políticos honestos, que como un milagro existen, para buscar con ellos, alternativas.
¿Por qué a Duque le ha quedado grande frenar el asesinato en creciente de líderes sociales y excombatientes guerrilleros? Por inepto y por la influencia paramilitar de su jefe político. Pero hay que decir que responsable también es Néstor Humberto Martínez, ese fiscal dañado que saboteó y no dejó funcionar la Unidad Especial de lucha contra el paramilitarismo, por el miedo de los responsables a la verdad.
Si Duque no ha titulado tierras en poder de los campesinos, es porque no quiere contrariar a los terratenientes y a los poseedores de mala fe, que despojaron con violencia a labriegos pobres. Y si no es eso, entonces que el presidente explique.
Que explique también, a qué empresas quiere favorecer al imponer el fracking que agravará la degradación del medio ambiente.
El pueblo colombiano está cansado del olvido del poder central, de que no lleguen a las regiones recursos para nada. Las carreteras están destrozadas, las regalías no regresan a favorecer a las gentes del común porque se quedan en las tulas de los malandros de la corrupción. Muchas regiones siguen aisladas, sin conectividad, sin agua potable, sin profesores ni escuelas, sin mercadeo para sus productos. El servicio de salud en todo el país está degradado. El desempleo avanza. La política tributaria del gobierno busca gravar más y más a los de abajo para alivianar los impuestos a los ricos.
Por eso el presidente Duque tiene el 70% de descrédito, y su impopularidad compite con la de su jefe y mentor, Álvaro Uribe. No lo quiere el país nacional; esa es la verdad. Tiene Colombia un presidente incompetente y sin prestigio. La derecha autoritaria y altanera está viviendo el tiempo de su agonía y del despertar de las conciencias.
La protesta social -si queremos que las cosas cambien- no puede aflojar sino arreciar. Tengamos en cuenta, que la única lucha que se pierde, es la que se abandona. Que el gobierno escuche a la gente, o que se haga a un lado. Es hora de dar el salto de la protesta y la movilización al Gran Acuerdo Político Nacional que permita convenir las reformas y ajustes institucionales necesarios para atender los retos que la paz con justicia social está reclamando, y poner en marcha un nuevo marco de convivencia política y social.
A los políticos honestos, que sienten en su corazón las angustias del soberano, hoy movilizado por sus derechos, les sugerimos dialogar con el universo del movimiento social, para ir explorando coincidencias que permitan bordar en colectivo, la gran bandera de nuestros sueños, el programa o la plataforma de la convergencia democrática que permita luchar por un gobierno que nos represente a todos, que sea del pueblo y para el pueblo. Las FARC-EP, Segunda Marquetalia, están dispuestas para del propósito de la paz completa, donde participen todos los actores armados, sin excepción, con sus matices y soluciones diferenciadas. Nadie más que Colombia merece la paz estable y duradera que le ha sido tan esquiva por la perfidia del Estado. Necesitamos un gobierno justo, que abrace a todos sus hijos con sus beneficios.