Para quienes luchamos por un mundo nuevo, en el que reine la justicia social, la solidaridad, la soberanía de los pueblos, la dignidad de las grandes mayorías del común; un mundo en el cual los pueblos no tengan que temer el saqueo de sus territorios y la destrucción de la naturaleza, que es, en últimas, la vida misma; para quienes soñamos y luchamos por esta utopía posible, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, es siempre oportunidad de reflexión y conmemoración de un hito de carácter trascendental.
Para nosotras y nosotros el 8 de marzo es símbolo de todas las luchas de las mujeres a través de la historia, y es un testimonio del carácter férreo e imprescindible de las batallas, que se han librado precisamente por la construcción de un mundo nuevo, ya que un mundo de justicia y solidaridad, y libre de explotación y de saqueo, no es posible sin la liberación de las mujeres históricamente sometidas a la opresión patriarcal, a la explotación sin tregua del capitalismo, a las guerras coloniales e imperiales, y hoy al voraz pillaje del neoliberalismo. Sin la liberación de las pesadas y específicas cadenas que oprimen a las mujeres, no habrá liberación de la sociedad.
Hoy en especial queremos rendir el más sentido homenaje a las mujeres que integraron el histórico proyecto de las FARC-EP. Sin nuestras combatientes y su resistencia, sin la valentía y el sigilo de nuestras milicianas e integrantes del PCCC, sin la actividad incansable de las mujeres en tareas como la comunicación radial, la enfermería, la formación política y militar, la dirección de la tropa, las labores del campo y la alimentación, la construcción de los campamentos y toda su infraestructura, y un largo etcétera que comprende todas las actividades que implica el mantener en pie y con la frente en alto una organización político militar, un partido comunista alzado en rebeldía guerrillera… sin todas ellas y su compromiso y trabajo, no hubiera sido posible construir el inmenso legado que hoy significan las FARC-EP, legado colmado de experiencia, historia y heroísmo. Las saludamos y abrazamos con afecto y gratitud, en su día.
No es posible este 8 de marzo rendir homenaje a las mujeres de las FARC-EP sin extender el mismo a todas las mujeres trabajadoras y combativas del pueblo colombiano que siempre han resistido y que hoy, en la primera línea de la protesta social, se vuelven a levantar contra la opresión. Por ello queremos saludar a todas las madres y mujeres colombianas que no solo venden su fuerza de trabajo y mantienen con ésta a sus familias, sino que asumen también el trabajo del hogar; de manera formal e informal, en las peores condiciones, consumiendo en ello sus vidas, las mujeres han asumido en la práctica real el timón de la sociedad. Y sea el momento preciso para englobar en este saludo a las mujeres del mundo en su día. ¡Honor a las cuidadoras de la humanidad!
Queremos saludar hoy a las mujeres campesinas que históricamente han sido víctima del cruel despojo de la tierra a sangre y fuego a manos del terrorismo de Estado. Enviamos nuestro abrazo a las mujeres de los pueblos originarios, a la resistencia de las mujeres indígenas y la rebeldía de las mujeres de las comunidades negras, todas ellas víctimas del saqueo de sus territorios ancestrales, de la discriminación y el abandono, ya que el Estado sólo se hace presente a través de la militarización para proteger el capital de unos pocos y de las transnacionales.
Expresamos nuestro saludo a las mujeres jóvenes y estudiantes que exigen que se democratice la educación, que sea gratuita y pertinente, y no un negocio más del neoliberalismo. Expresamos nuestra solidaridad con todas las mujeres que luchan en contra de la violencia de género, y denunciamos y rechazamos el dramático fenómeno del feminicidio que amenaza la vida de las mujeres y niñas en nuestro país y en el mundo. Igualmente somos una cuando se trata de exigir el derecho a la salud pública accesible y de calidad, la protección de la salud sexual y reproductiva, y nos sumamos a la consigna “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.
Luchamos por un cambio cultural en la sociedad, que elimine las ideas machistas y estereotipos difundidos en el sistema educativo y en los medios de comunicación oprimiendo a las mujeres e imponiéndoles roles y estéticas. Rechazamos en la misma lógica expuesta, el asesinato sistemático de los líderes sociales y excombatientes, así como de sus familiares, y hoy en especial, condenamos el incesante asesinato de lideresas sociales y comunitarias y compañeras excombatientes por parte de la violencia paramilitar, expresión de la persecución política estatal, en su negativa de abandonar por fin la doctrina penal del enemigo interno que desangra a Colombia. ¡Basta ya! ¡Ni una lideresa, ni una excombatiente, ni una mujer menos! ¡Nos necesitamos vivas para transformar en vida las pavesas de un mundo que se derrumba!
Con los Diálogos de Paz de La Habana, los cuales despertaron la esperanza de una solución política al conflicto que implicara el derecho al ejercicio político crítico, la garantía de no ser asesinados y asesinadas a causa de éste, así como otras importantes transformaciones para el pueblo colombiano como Reforma Rural Integral, desmonte del paramilitarismo, un sistema de verdad, justicia, reparación y no repetición, y otras, también despertó en las mujeres de las FARC-EP, y en el conjunto de diversas organizaciones y movimientos de mujeres, la voluntad de hacer valer los derechos de las colombianas. Producto de este proceso fue la Subcomisión de Género, la cual logró como un primer y fundamental paso, que se incluyera el enfoque de género en los diversos aspectos del Acuerdo de Paz; entre otros se estableció facilitar el derecho al acceso a la tierra para mujeres campesinas e igualmente se acordó la realización de investigaciones sobre el impacto de la guerra en las mujeres y la implementación de mecanismos especiales de protección para lideresas y defensoras de derechos humanos.
Lamentablemente la perfidia estatal en contra de lo acordado se encargó de destrozar sueños y esfuerzos dirigidos a edificar una sociedad igualitaria y justa. La perfidia se mantiene y profundiza afectando no sólo los acuerdos específicos basados en el enfoque de género, sino la totalidad de lo acordado. Los ETCR fueron abandonados a su suerte y lo que se ha logrado en materia de reincorporación y proyectos productivos se debe a los esfuerzos de las y los excombatientes que a diario son asesinados llegando hoy a la escandalosa y trágica cifra de más de 180 camaradas desde la firma del acuerdo en 2016. A los integrantes de la antigua dirección de las FARC-EP se les amenaza con detenciones y extradición, especialmente a los más críticos. Y en el colmo, se les asesina para posicionar matrices en contra de los excombatientes que no se han prestado al sucio juego de la defensa de un acuerdo ya traicionado por el Gobierno colombiano y sus cómplices, nuevos “socios” entreguistas.
Afortunadamente soplan vientos de lucha: Todo lo expuesto obligó a muchos excombatientes a alzarse nuevamente en rebeldía armada en contra de la opresión, dando nacimiento a la Segunda Marquetalia, decisión histórica que plantea tanto un importante punto de ruptura frente a la perfidia estatal, como a la vez un hecho que materializa la continuidad de la lucha, donde las mujeres, con su arrojo y compromiso, han jugado un rol trascendental: La dignidad de las mujeres combativas quedó nuevamente plasmada para la historia, a través del apoyo que éstas han brindado al renacer marquetaliano.
Por nuestra parte, como hombres, nos comprometemos a profundizar nuestra posición de permanente reflexión autocrítica, y a hacer nuestro mayor esfuerzo para apoyar las batallas de las mujeres trabajadoras y rebeldes, batallas que son también nuestras. Como mujeres seguiremos luchando con la frente en alto y fortaleciendo la solidaridad entre nosotras. La Segunda Marquetalia no propone el “paraíso femenino”, sino una sociedad donde los valores y fortalezas de las mujeres conduzcan. Porque es la única posibilidad.