Los héroes de El Frontón, Lurigancho y Callao viven eternamente
¡GLORIA A LA HEROICIDAD DEL PUEBLO PERUANO!
A 40 años del inicio de la guerra popular del Perú, una vez más salimos en defensa de la más grande epopeya popular de la historia peruana, obra revolucionaria de las masas, principalmente obreras y campesinas, que socavó profundamente la feudalidad, minó al capitalismo burocrático y golpeó como nunca al imperialismo, haciendo tambalear al caduco y putrefacto Estado peruano. Guerra popular que, dirigida por el Partido Comunista del Perú, jefaturado por el Presidente Gonzalo, construyó un ejército guerrillero de decenas de miles de combatientes y un nuevo poder popular de cientos de miles de masas, principalmente campesinas. Guerra popular que enfrentó la política genocida estatal causante de decenas de miles de asesinados y desaparecidos y cientos de miles de heridos, huérfanos, viudos, desterrados, desplazados. Guerra popular que mostró la bravura y heroicidad de comunistas, combatientes y masas populares quienes tomando el destino en sus propias manos sembraron de esperanza y futuro victorioso el camino de la revolución peruana.
Una muestra de esa heroicidad ejemplar, parte de la más grande heroicidad masiva de nuestro pueblo, fue la gesta del 19 de junio de 1986 que emprendieron los prisioneros de guerra de El Frontón, Lurigancho y Callao. Hoy recordamos 34 años de esa entrega gloriosa de vidas y sangre que siguen combatiendo en las actuales luchas del proletariado y el pueblo.
Devenidos en prisioneros de guerra nunca hincaron la guerrilla y en brega sin tregua transformaron las sórdidas mazmorras carcelarias del Estado peruano en luminosas trincheras de combate donde se fue expresando la nueva vida democrática y socialista en las mismas entrañas de la reacción.
La isla El Frontón fue convertida en prisión desde 1917. San Lorenzo es otra isla donde los primeros comunistas dirigidos por Mariátegui fueron encerrados en 1926. Siniestras prisiones que en los años 80 y 90 fueron expresión de la política de reducción, aislamiento y aniquilamiento, sistemático y sofisticado, contra los presos políticos y prisioneros de guerra. Hasta 1986, El Frontón recluyó cientos de prisioneros políticos y en los 90, San Lorenzo confinó al Presidente Gonzalo y la camarada Míriam. Pero jamás lograron doblegar la moral comunista que desafiante enfrentó y venció la tortura y el genocidio.
En junio de 1986, frente al inminente genocidio en los penales, como parte del que se desenvolvía en campo y ciudad, los prisioneros de guerra se alzaron en defensa de la revolución y de sus propias vidas, desenmascarando audazmente la política genocida del Estado peruano y del aprendiz de führer Alan García que lo encabezaba. Las Fuerzas Armadas y Policiales fueron encargadas de aplicar la vil matanza a sangre y fuego. Las luminosas trincheras de combate enfrentaron con resistencia feroz la embestida contrarrevolucionaria derrochando valor y heroicidad a raudales, conquistando un gran triunfo que mostró el temple de acero de los comunistas, combatientes y masas forjados por el PCP, desenmascaró a fondo la podredumbre del decrépito Estado peruano y dio un gran impulso al desarrollo de la guerra popular.
El costo en vidas fue de 250 prisioneros asesinados. Dos compañeras en Callao fueron asesinadas en operativo a cargo de la Fuerza Aérea del Perú. En Lurigancho fueron reducidos y ejecutados 124 compañeros con tiros en la cabeza a cargo de la Guardia Republicana. De los 124 muertos en El Frontón, primero cayeron cerca de 40 compañeros, baleados y bombardeados por la Marina de Guerra del Perú; luego de culminada la resistencia son fusilados, volados con granadas, enterrados vivos, incendiados más de 80 compañeros; varios sobrevivientes fueron atrozmente torturados y desaparecidos en la base naval de San Lorenzo. Esa preciosa cuota estampó en la historia el 19 de junio como Día de la Heroicidad.
Y si cientos abonaron con sus vidas la causa revolucionaria, miles de fuerzas nuevas se incorporaron al Partido y al Ejército Guerrillero Popular como hermosa ofrenda a su heroico ejemplo. El Partido creció alcanzando su más alta influencia, la guerra popular se potenció hasta llegar al equilibrio estratégico, el nuevo poder obrero-campesino se desarrolló hasta conformar cientos de comités populares abiertos vislumbrándose la perspectiva real y concreta de conquistar el poder en todo el país.
Aunque en el mundo se desenvolvía la ofensiva contrarrevolucionaria que condujo a la caída de la URSS y el muro de Berlín, más de cien mil acciones guerrilleras en doce años de guerra popular remecían la sociedad peruana y hacían temblar de pánico al imperialismo, el revisionismo y la reacción. Con la justa y correcta dirección del Presidente Gonzalo, el marxismo-leninismo-maoísmo avanzaba en ser reconocido como la nueva, tercera y superior etapa del marxismo, la guerra popular del Perú era calificada como antorcha de la revolución mundial y el Partido era considerado como vanguardia de choque de la revolución mundial.
Mas la detención de nuestra jefatura y la Dirección Central el año 92 descabezó el Partido y la revolución peruana en medio de una compleja y adversa situación internacional. Una vez más la emancipación definitiva de nuestro pueblo se alejaba, la guerra popular entró en dificultades y riesgo de derrota por falta de dirección proletaria. En esas duras condiciones, en una situación inédita jamás presentada a revolución alguna, el Presidente Gonzalo en defensa de la vida del Partido y la invencibilidad de la guerra popular planteó pasar a una nueva etapa de lucha política terminando la lucha militar. Ya llegaría en el futuro el tiempo en que la revolución remontaría cumbres más altas y culminaría la obra grandiosa de la guerra popular.
Y el tiempo pasó. La línea oportunista de derecha que levantó sus tres traposas banderas negras, “el movimiento fantástico de la cabeza, el fusil manda al partido y poder personal”, fue derrotada totalmente por la línea roja proletaria dirigida por el Presidente Gonzalo. El Partido renació cual ave fénix en los turbulentos tiempos de la segunda gran ola de la revolución proletaria mundial para seguir cumpliendo su papel de eje de la revolución peruana y gozne de la revolución mundial.
Los demoledores golpes de la guerra popular al viejo Estado terrateniente-burocrático y el propio desarrollo del camino capitalista en el Perú llevaron, una vez finalizada la guerra, a la actual conformación de una sociedad capitalista, dependiente del imperialismo y con rezagos semifeudales. Corresponde, por tanto, desenvolver la lucha popular dentro de la revolución socialista con el proletariado como clase dirigente y fuerza principal, asumiendo que sin una revolución comunista nada tendrá el pueblo.
El año 2016, a los 30 años del genocidio en los penales, el PCP, el proletariado y los pueblos del Perú y el mundo rindieron sentido homenaje a los héroes del pueblo. Mas el humilde sepulcro que los familiares construyeron, los pocos restos recuperados y enterrados dignamente, la ceremonia de masas honrando su memoria, fue más que suficiente para que el odio y la venganza de las clases opresoras se expresara con una grita furibunda clamando por demoler las tumbas y desaparecer su recuerdo. El 2018 consiguieron ilegalmente destruir los nichos, pero su ejemplo ¡jamás! Los héroes del pueblo son inmortales, siguen viviendo y combatiendo en las nuevas generaciones.
Ahora en el 2020, en medio de la pandemia que ataca principalmente a las masas trabajadoras, un nuevo genocidio contra los presos políticos y prisioneros de guerra está en marcha con el abandono de la atención sanitaria y la desprotección que ha generado miles de contagios. Cuando se han dado los reclamos en Canto Grande por el derecho a la salud, la respuesta ha sido el impune asesinato a balazos de nueve internos y decenas de heridos. A mediados de junio ya van más de 220 presos muertos. En el penal de mujeres de Chorrillos las pruebas médicas han detectado que el 70 % de la población penal está infectada. El anuncio de indultos y liberaciones excluye expresamente a los presos políticos mientras que las corruptas señoras Fujimori y Villarán fueron liberadas rápidamente “para que no se contagien”. Este nuevo genocidio contra parte de los mejores hijos del pueblo, lo desenmascaramos y enfrentamos resueltamente.
Como dijimos en nuestro anterior pronunciamiento: “Sigamos dando batalla, que nadie quede sin saber la entraña opresora y explotadora de este sistema capitalista que se vale de sus poderes legislativo, ejecutivo, judicial, de sus medios de comunicación para elevar sus ganancias sin límites en medio de esta pandemia. Para muestra un botón: dueña de los medios de producción de oxígeno, ha manipulado para subir su precio a un nivel criminal, asfixiando a los pobres, destruyéndoles sus pulmones, matando a los viejos porque necesita fuerzas de trabajo frescas y ¡todo amparado en la Constitución neoliberal!”.
Así como nuestros héroes del 86 arrancaron lauros a la muerte, así como nuestro bravo pueblo derrochó heroísmo masivo en la guerra popular, hoy los prisioneros de guerra, siguiendo ese ejemplo grandioso, seguimos combatiendo y resistiendo sin miedo a la muerte en defensa de la revolución peruana y mundial. Ellos viven y combaten en nosotros exigiendo respeto a los derechos de los prisioneros políticos y de guerra, defensa de su salud y vida, indultos y libertades para los presos vulnerables sin discriminación alguna, atención alimentaria y sanitaria para nuestro pueblo. Ellos viven y combaten en el pueblo en su marcha inexorable al socialismo y el comunismo.
¡ABAJO LA EXPLOTACIÓN Y OPRESIÓN CAPITALISTA!
¡NI HAMBRE, NI REPRESIÓN NI PANDEMIAS IMPEDIRÁN LA MARCHA DEL PUEBLO HACIA EL SOCIALISMO!
¡GLORIA A LOS HÉROES CAÍDOS, VIVA LA REVOLUCIÓN!
Comité Nacional de Prisioneros Políticos y de Guerra del Perú