Entrevista a Antonio Hernández, representante del FMLN-FDR en México

EL FMLN PROPONE DIÁLOGO, NO NEGOCIACIÓN, DICE ANTONIO HERNÁNDEZ

Por Anne Marie Mergier

Toma de poblaciones, recuperación de centenares de fusiles y granadas, vehículos militares, morteros, proyectiles de varios calibres, más de mil muertos de las Fuerzas Armadas; control de una franja de 3,000 km cuadrados. La ofensiva iniciada por el FMLN el 10 de Octubre pasado es, sin duda, la de mayor envergadura llevada a cabo por los rebeldes salvadoreños en los dos últimos años.

Para Antonio Hernández, responsable de la representación del FMLN-FDR en México, “la campaña de octubre” agudiza “las profundas contradicciones internas del ejército salvadoreño y su debilitamiento moral”. Su éxito evidencia que para resolver la crítica situación del país, “el gobierno salvadoreño y la administración. Reagan sólo tienen una opción: diálogo o intervención”.

—Esa ofensiva, explica Hernández, se inscribe en un plan global de guerra elaborado por la comandancia del FMLN Revela la incapacidad del ejército salvadoreño para consolidar su poder militar y dirigir la guerra. Provocó, además, una crisis profunda en la cúpula del alto mando y en ciertos sectores de mandos medios de las Fuerzas Armadas.

—Algunos observadores consideran que la campaña de octubre estaba determinada por la propuesta de diálogo que el FMLN-FDR hizo en los primeros días del mes pasado.

—No lo vemos así. Nuestra ofensiva no ha sido planeada para fortalecer una propuesta. Es el resultado del desarrollo de la guerra que se da en el país.

—Todo parece indicar que hubo en esta última ofensiva una coordinación mayor entre las cinco organizaciones político-militares del FMLN ¿Significa eso que se ha logrado superar los problemas de unidad que surgieron en el seno del FMLN?

—Después de la ofensiva general de enero de 1981 hemos pasado por distintos momentos en nuestro proceso de unidad. Hoy, definitivamente, estamos en una etapa de mayor desarrollo y de mayor profundidad de ese proceso. Esta campaña es, precisamente, el resultado del grado de unidad que hemos alcanzado. Quizás por primera vez en estos años de guerra hemos logrado una participación tan coordinada entre las diferentes fuerzas del Frente, así como una participación tan importante de las distintas posiciones militares que existen en el país. Todos nuestros frentes de guerra actuaron de manera coordinada.

—¿Nunca se había logrado eso antes?

—Es la primera vez que participa prácticamente toda la fuerza del FMLN en una campaña militar, pero no es la primera vez que emprenderemos acciones coordinadas. Durante las elecciones de marzo pasado, por ejemplo, la toma de la ciudad de Usulután se dio con la participación de las cinco organizaciones. Yo diría que es la primera vez que lanzamos una acción unitaria a tal escala y los resultados son más que elocuentes: alrededor de mil soldados muertos, recuperación de una cantidad enorme de armamento, centenares de presos.

“Para nosotros esos resultados tienen una significación especial: ponen en relieve la desmoralización del ejército, las dificultades que tienen los mandos para imponer una disciplina de combate a la tropa. Y esa desmoralización no se puede remediar con asesores norteamericanos Tendrán que buscar otras soluciones”.

—¿Un llamado a fuerzas militares de otros países?

—Es posible, efectivamente, que intervengan abiertamente tropas extranjeras en nuestro país. Tropas hondureñas, o eventualmente otras fuerzas latinoamericanas. Es lo que intenta implementar la administración Reagan a través del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). Tampoco descartamos la eventualidad de una intervención directa norteamericana.

—¿Ven ese peligro como inminente?

—El último no. La administración Reagan tendría que vencer muchos obstáculos para meter tropas en El Salvador. Pero sí es bastante probable que se intente utilizar fuerzas de otros países dispuestos a seguir la política norteamericana en la región, y a entrar no solamente en El Salvador, sino en Centroamérica.

—¿No piensa que después de la Guerra de las Malvinas le puede quedar un tanto difícil a los Estados Unidos invocar al TIAR?

—La verdad es que la administración Reagan está tratando de reactivar el TIAR. Por lo menos está tratando de convencer a Guatemala y Honduras, que formaron parte del Condeca y también son miembros del TIAR, de que se involucren en la guerra que se libra en nuestro país. La participación de tropas de esos dos países es más factible que la de tropas argentinas y chilenas, como se temía antes de la guerra de la Malvinas. Nos parece posible una reactivación parcial del TIAR

—¿Global, no?

—Todo depende del grado de subordinación de los gobiernos del Cono Sur a la política norteamericana.

—Volviendo al tema de las divisiones internas del ejército: hace tres semanas un grupo de oficiales de mando medio de las Fuerzas Armadas salvadoreñas hizo pública su discrepancia con las más altas autoridades militares del país y se mostró interesado en la propuesta de diálogo del FMLN, ¿cómo analiza esa actitud? ¿El FMLN ha logrado tener contacto con esos oficiales?

—El FMLN siempre ha tenido como una preocupación fundamental el trabajo político al interior de las Fuerzas Armadas. No es algo novedoso. Desde 1975 hemos dado a entender a esos sectores militares que no somos enemigos de las Fuerzas Armadas en general, sino de los altos mandos fascistas que están comprometidos con la represión.

“La declaración que esos oficiales acaban de hacer es, en cierta medida, el resultado de ese trabajo político. Pero también su inconformidad se explica por una realidad concreta: la de la guerra. Esos mandos medios son los que combaten. Son ellos los que sufren todos los golpes en los combates: bajas, heridos, hambre, angustia. Y ahora ya se cansaron. Por eso plantean la necesidad de un diálogo con nosotros.

“Su planteamiento es un elemento importante que observamos con mucha atención. Podría implicar una modificación de la correlación de fuerzas entre las distintas tendencias que existen en el seno del ejército”.

—¿El FMLN ha tenido contacto con esos oficiales desde su llamamiento?

—Hasta ahora no tenemos informe sobre eso. De todos modos entenderá que es una situación que se manejará con suma discreción hasta el momento que se considere oportuno llevarla a la luz pública.

—¿Podría definirse esos mandos medios como “majanistas”? ¿Cree que tienen algún contacto, alguna relación con el coronel Majano?

—Creemos que Majano sigue teniendo prestigio en ciertos sectores del ejército, pero no sé si se podría llamar “majanistas” a los autores de es declaración. No hay que olvidar que Majano está fuera del país desde hace algún tiempo y que su movimiento fue prácticamente desarticulado con su salida del gobierno. Algunos elementos majanistas fueron asesinados, otros fueron enviados como agregados militares a varios países, otros fueron colocados en puestos administrativos del ejército, lejos de la tropa.

—¿El coronel Majano ya no representa fuerza alguna en la situación salvadoreña?

—Yo no diría eso. Si Majano se decidiera a participar más abiertamente en la situación salvadoreña, tendría espacio no solamente en el seno de las fuerzas democráticas y revolucionarias que luchan para poner fin a la guerra, sino que incluso tendría cabida en esas fuerzas militares que están igualmente interesadas en buscar otra salida a la crisis del país que la de la guerra.

—En varias oportunidades el FMLN-FDR ha reiterado sus deseos de dialogar con el gobierno salvadoreño. No deja de plantear algunas interrogantes ese diálogo: ¿qué se puede negociar con el mayor D’Aubuisson, por ejemplo? ¿Qué pasaría con las armas? ¿Las entregaría el FMLN? ¿Cómo garantizar la disolución de los grupos paramilitares?

—Hace ya bastante tiempo que hemos propuesto un diálogo. Lo hicimos en la Asamblea de la Naciones Unidas. Allí la comandancia del FMLN dio a conocer una lista de cinco puntos que condicionaban ese diálogo. Hoy ya no planteamos condición alguna para sentarnos a la mesa. Anteriormente habíamos dirigido esa propuesta a organismos internacionales; actualmente nos dirigimos directamente al gobierno de El Salvador, a todos los órganos del poder: el ejecutivo, el ejército y la Asamblea Constituye. Además, hacemos un esfuerzo para involucrar a todas las fuerzas salvadoreñas que tienen que participar necesariamente en ese diálogo, en caso de que se diera.

“Ahora, para contestar más directamente a su pregunta, tengo que aclarar que lo que planteamos actualmente no son negociaciones, sino diálogo. Son cosas muy distintas. No hemos elaborado todavía la lista de los problemas concretos que habrá que resolver. Eso se daría en una fase posterior, en caso de que ese diálogo comenzara a desarrollarse.

“Claro, a cuestión de la desaparición de ORDEN, de los escuadrones de la muerte, el problema del ejército, etcétera, son aspectos que se tocarán concretamente en su momento”.

—Recientemente la prensa mexicana publicó una declaración un tanto desconcertante firmada por integrantes de una de las cinco organizaciones del FMLN: en ella se afirmaba que el diálogo era una traición al pueblo ¿Qué significa eso?

—La propuesta de diálogo fue afirmada por la Comandancia del FMLN en pleno y por el Comité Ejecutivo del FDR. En este sentido, cualquier opinión distinta de la que contiene el texto de la propuesta sería una declaración no oficial. Tal vez se trata de compañeros que no comprenden debidamente la importancia del diálogo en la búsqueda de una solución para la crisis salvadoreña. De todos modos, la posición oficial del FMLN está totalmente expresada en el texto de la propuesta.

—En los últimos días la administración Reagan ha asegurado a los familiares de diplomáticos norteamericanos en misión en El Salvador que podrían regresar a vivir en la capital salvadoreña sin correr peligro alguno ¿Cómo analiza el FMLN esa nueva decisión del gobierno norteamericano?

—No tenemos, por el momento, mayor información al respecto, pero hay dos maneras de enfocar esa decisión. Por un lado, con esa garantía dada a los familiares de diplomáticos, Reagan busca convencer al Senado y al Congreso norteamericano de la situación de los derechos humanos ha mejorado en el Salvador. Por otro lado, esa medida nos recuerda lo que pasó en la República Dominicana: bajo pretexto de una supuesta amenaza a la integridad física de ciudadanos norteamericanos en ese país, la administración estadounidense ordenó la invasión del territorio nacional dominicano. Ese regreso de las familias de diplomáticos a San Salvador, si se da, podría ser parte del plan intervencionista de los EU en nuestro país.
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Fuente: PROCESO, 27 de noviembre de 1982.