Hace 13 años fueron asesinados el comandante Raúl Reyes y 16 combatientes de las FARC-EP en territorio ecuatoriano, región de Sucumbíos. El presidente de entonces, Álvaro Uribe Vélez dio la orden a la Fuerza Aérea de bombardear el campamento del jefe guerrillero como si Ecuador fuera Colombia. Este irrespeto de Uribe a la soberanía ecuatoriana y su transgresión a la ley internacional, generó una gran tensión en toda la región.
Los militares colombianos desembarcaron tropas en las coordenadas del ataque y fueron rematando -en lugar de auxiliar- uno a uno a los guerrilleros que habían quedado heridos tras el bombardeo. Se trató de un crimen de guerra contra unos combatientes heridos y en total estado de indefensión.
La responsabilidad por estos crímenes perseguirán por siempre la conciencia de Uribe y la de su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos. Estos dos criminales de guerra quedaron acostumbrados a matar ciudadanos inocentes y rebeldes en estado de indefensión. Uribe es acusado hoy como el determinador de los falsos positivos (Genocidio de Estado) cuyo expediente registra 6.420 casos de civiles asesinados por el ejército, que eran presentados ante la prensa como guerrilleros muertos en combate, solo para mostrar con litros de sangre inocente el éxito de su brutal política de Seguridad Democrática. Y más tarde, siendo presidente Juan Manuel Santos, este ordenó asesinar a Alfonso Cano que había sido capturado herido, luego de un bombardeo de la Fuerza Aérea acaecido en el Departamento del Cauca, sin importarle que Alfonso en el momento era su interlocutor de paz.
Al rememorar hoy esta fecha luctuosa de la muerte de Raúl reyes y de 16 guerrilleros de su cuerpo de seguridad en Ecuador, queremos resaltar su integridad revolucionaria y su espíritu internacionalista. Ellos viven en nuestro recuerdo.