VIVA EL PRIMERO DE MAYO
ABAJO LA REFORMA TRIBUTARIA Y EL URIBISMO FASCISTA
En estos tiempos de pandemia sanitaria y social producida por la profunda crisis económica que en Colombia impone el neoliberalismo, el primero de mayo o Día Internacional del Trabajador y la Trabajadora se conmemora en la constancia de la protesta social y en la sobrevivencia que el pueblo llano hace respecto a los desafueros del gobierno del Ñeñe Duque.
Especialmente las centrales obreras y el movimiento social convocaron protestas masivas para el jueves 29 de abril en contra del desgobierno del uribismo mafioso y criminal y de la Reforma Tributaria, con un respaldo determinante del Comité del Paro Nacional que ha recogido consensos de inconformidad ciudadana ahora contra el proyecto fiscal. Los reclamos cada día son más contundentes rechazando la soberbia e indolencia gubernamental, la criminalidad y asesinatos que atentan contra los líderes y lideresas sociales, el incumplimiento en la implementación del traicionado Acuerdo de Paz, y exigiendo el mejoramiento de las precarias condiciones del sistema de salud que ha mostrado su despelote en el desastroso manejo del COVID-19, cuya fanfarria en los eventos de vacunación es más grande que los mediocres resultados.
Hay tanto por reclamar que cualquier reclamo parece incompleto en las jornadas de protesta y dignidad, pero un punto que no se puede pasar por alto es la reclamación cada vez más creciente de la renta básica de un salario mínimo, o puntos como el de la matrícula cero, el apoyo para las pequeñas empresas y el respeto de las garantías democráticas. Estas son las exigencias mínimas del Comité del Paro Nacional.
Todo ello se produce en medio del aumento de la violencia política y del terrorismo de Estado, combinados con una debacle económica que vuelve a recaer sobre los sectores más empobrecidos, a quienes se les impone el peso de la crisis incrementándoles las jornadas laborales remuneradas como no remuneradas; y esto en el menos malo de los casos, es decir, cuando se tiene empleo, porque lo generalizado también es la pandemia del desempleo, cuya realidad está siempre por encima de los dos dígitos.
Las causas de las crecientes protestas masivas están claras y muchas veces el desmadre de las mismas es la consecuencia de la indolencia institucional. Millones de las personas que han salido a protestar están cansadas ya de tanto abuso, y por ello no había que esperar el primero de mayo para echar a andar la indignidad nacional que seguramente para esta fecha histórica del proletariado se multiplicará en plantones, cacerolazos y protestas de todo tipo sin dar lugar a que el gobierno del Ñeñe Duque pueda valerse de la excusa del aislamiento social y los confinamientos obligados para acallar las voces de la inconformidad popular.
Nadie debe quedarse en silencio. Así sea desde las líneas virtuales en cada rincón del país el pueblo deberá hacer sentir la voz de los ofendidos con un “¡basta ya!” al Ñeñe Duque y su desgobierno criminal, exigiendo justicia por nuestros heridos, muertos y libertad para los detenidos en las protestas del 28 y el 29 que han sido el preludio de una nueva era antineoliberal y antiuribista para Colombia, porque mientras haya voluntad de lucha, habrá esperanza de vencer.