Informe y propuesta a los militantes

INFORME Y PROPUESTA A LOS MILITANTES

Compañeros:

A medida que llevamos a la práctica la fusión con FAL, ella se vino revelando como obstáculo para nuestro trabajo revolucionario, en lugar de facilitarlo.

Para constituir una única organización con los compañeros de FAL, rento a los cuales estamos en minoría, nos vemos obligados a renunciar a posiciones políticas que son las nuestras, pero que esos compañeros no comparten.

A la vez, nos tenemos que hacer cargo de problemas y dificultades que son propios del desarrollo ideológico de FAL y no del nuestro, y que entonces nos obligan a empeñarnos en una lucha ideológica interna para tratar de superarlos.

Eso es lo negativo. Lo positivo es un crecimiento numérico, resultado de la suma de las fuerzas que hasta ahora reunía FAL a las propias nuestras. Pero de este crecimiento ya hay que restar a los compañeros –nuestros-que empiezan a alejarse ante las primeras evidencias de que la unificación nos está sectarizando.

El que escribe impulsó la unificación desde la dirección de nuestra vieja organización. Ahora, entiendo que es necesario reconsiderar autocríticamente este proceso, reconocer que esta unidad no tiene bases firmes y reconstituir nuestra organización independientemente de FAL.

Esta conclusión se basa en un conocimiento que creo bastante profundo de los compañeros de la dirección de FAL, que me ha permitido tener un aprecio por su voluntad revolucionaria, que es muy sincera e indeclinable. También me ha permitido conocer a fondo su pensamiento, trayectoria y formación ideológica, lo suficiente para fundamentar esta proposición en los términos que siguen.

Nuestra organización se formó sobre la base de las necesidades surgidas directamente de la experiencia vivida por nuestro pueblo, sin ninguna atadura a esquemas ideológicos. Partimos de la necesidad de la acción armada como medio de desarrollar las luchas obreras y populares en una dirección revolucionaria, sabiendo que es esta práctica la que crea las condiciones apropiadas para la definición ideológica del movimiento revolucionario, y no al revés.

Las definiciones políticas que adoptamos fueron las que se desprendieron de la realidad concreta del país: así reconocimos el papel histórico del peronismo y también la necesidad de su superación, así como la naturaleza de las corrientes nacionalistas y el carácter que debe asumir nuestra revolución.

Mucho nos falta elaborar en el plano teórico, pero nuestra dinámica tuvo siempre la virtud de que las pocas definiciones políticas que se adoptaban eran bien firmes, porque partían de una relación directa y desprejuiciada con la realidad nacional, desechando en cambio el análisis y discusión de aspectos puramente ideológicos que no se presentaran como temas a resolver en esta etapa de la revolución argentina.

En resumen, el método que nos guió fue el de poner énfasis en la práctica revolucionaria, y condicionar las definiciones ideológicas al desarrollo de esa práctica, que es así la encargada de hacernos ver cuales son los problemas teóricos que es necesario resolver. Esto evita las discusiones bizantinas y las divisiones que se originan en discrepancias ideológicas ajenas al quehacer revolucionario.

Este método nos permitió integrar en nuestras filas a compañeros provenientes tanto de la izquierda como del peronismo, cristianismo o nacionalismo. Unidos por los principios fundamentales y la práctica común, esos compañeros aportaron sus diferentes experiencias y se adecuaron sin dificultades a un proceso de homogeneización gradual y de elaboración colectiva de nuestras posiciones políticas.

No descubrimos nosotros esta forma de relacionar la teoría con la práctica. Es precisamente así como, desde la revolución cubana en adelante, se construyen en América Latina los movimientos revolucionarios que se inspiran en el castrismo. Es así como en la guerrilla boliviana el “Che” prohibió terminantemente ciertas discusiones ideológicas, como lo dice en su diario de campaña. Y es así como se construyó la organización de los Tupamaros, que son para nosotros el ejemplo de guerrilla urbana más avanzado y más cercano.

Los compañeros del FAL aplican otro método, porque parten de distintas fuentes para llegar al mismo fin, que es la revolución. Si hicieron siempre tanto hincapié en la enunciación del marxismo-leninismo (que nosotros no negamos, pero que nos limitamos a aplicarlo como método, sin tomarlo como objeto de reivindicación), es porque ellos no parten de la experiencia nacional, para redescubrir en ella la teoría revolucionaria propia de la argentina, sino que parten de los principios universales del marxismo-leninismo, creados y establecidos por el movimiento comunista internacional, para, a partir de esa concepción ideológica ya estructurada, aplicarla a nuestra realidad y adecuarla gradualmente a las particularidades nacionales. Por eso el FAL tiene una posición ya definida sobre todos los aspectos de la realidad nacional e internacional, incluyendo la toma de posición frente a cada una de las variantes que dividen al campo socialista y al movimiento comunista internacional.

Esta detallada definición ideológica , por no ser el producto de una práctica revolucionaria concreta, sino anterior a ella, es necesariamente esquemática y desacertada. El esfuerzo que se dedica a la elaboración ideológica, cuando no está fundamentado en una práctica concreta que corresponda a ese nivel de elaboración, no solamente distrae la atención y las fuerzas de la actividad práctica, sino que también genera una teoría incorrecta.

Así se explica que la enorme actividad teórica desplegada por los compañeros no los haya permitido interpretar fielmente la realidad nacional, sino que los alejó de esa realidad hasta impedirles reconocerla.

Un fenómeno tan trascendental y significativo como el del peronismo, en torno al cual gira toda la historia argentina en los últimos veinticinco años, era interpretado hasta hace unos meses por el FAL en términos totalmente negativos, que le desconocían todo significado histórico progresista y hasta negaban la existencia de una corriente revolucionaria surgida de su seno, mucho después de haber comenzado a operar las FAP y a varios años de transcurrida la experiencia heroica de la “Resistencia”, que dejó un saldo de militantes peronistas muertos y encarcelados en gran cantidad por su sacrificada lucha contra el régimen.

Entonces, para que sirvieron las definiciones ideológicas?

Para distorsionar la imagen que los compañeros se formaron de la más evidente de nuestras realidades.

Naturalmente, como los compañeros del FAL son honestos revolucionarios que se esfuerzan permanentemente por corregir sus posiciones para adaptarlas a la realidad, modificaron sus puntos de vista acerca del peronismo y otros temas. Actualmente están mucho más cerca de lo que nosotros siempre pensamos sobre el movimiento peronista, aunque subsisten diferencias importantes. Su autocrítica es lo que nos llevó a pensar que ahora teníamos las suficientes bases de acuerdo para fusionarnos en una sola organización. Suponíamos que las discrepancias que nos quedaran podrían superarse por medio de las discusiones internas.

Sin embargo las discusiones entre nuestros compañeros de los documentos políticos provoca un rechazo total. Una columna íntegra se niega directamente a aceptar la discusión de los temas que ahí se desarrollan, anunciando que se retira de la organización unificada. Esto debe hacernos reconsiderar la situación.

Una reconsideración franca y autocrítica nos lleva a afirmar que nos equivocamos gravemente al creer que nuestro acuerdo con el FAL era el suficiente para sellar la unidad. No se cambia tan rápidamente toda una concepción, como nosotros pudimos creer.

El hecho es que, aunque el FAL modificó su posición frente al peronismo, no modificó el IDEOLOGISMO que lo llevó a aceptar esa posición, ni puede modificarlo sustancialmente en poco tiempo. Su concepción de la ideología, que lo lleva a empezar por la reivindicación del marxismo-leninismo en su formulación universal, para a partir de ahí interesarse por la realidad nacional, sigue siendo completamente ajena a nuestro proceso de desarrollo teórico. Entonces, los compañeros que se niegan a polemizar sobre los documentos del FAL no están haciendo más que ratificar nuestro anterior criterio, de no discutir ni intentar definir más que los temas que surjan de nuestra realidad y de nuestra práctica.

Los compañeros de FAL seguirán indudablemente adaptando sus tesis generales a la realidad nacional, y a medida que progrese su elaboración teórica y su actividad política, esas tesis se volverán cada vez más concretas y más exactas. Pero esto es su proceso. Nosotros no tenemos porqué introducirnos en un proceso polémico que nos obliga a discutir sobre la posición china, la posición soviética y la posición cubana en el movimiento comunista internacional, cuando desde el punto de vista de nuestro desarrollo teórico y práctico esos temas sólo se presentan como motivo de divisionismo.

Siempre será valioso para nuestra clarificación que investiguemos y estudiemos esas cuestiones, como todo lo que forma parte de la realidad mundial. Pero cuando se presentan como temas para una definición orgánica, operan como factores de sectarización. Está a la vista la división que ha provocado entre los grupos de izquierda la tendencia a definirse ideológicamente y polemizar sobre puntos programáticos que no pueden ser en esta etapa objetivos para la acción. Y nosotros no debemos ser un grupo de izquierda más.

Estos son los problemas y dificultades que nos ocasiona la fusión con FAL. Superarlos dentro del FAL nos obligaría a sumergirnos en una espantosa lucha ideológica interna que no ayudaría ni a los compañeros del FAL ni a nosotros, sino que sólo serviría para enfrentarnos y obstaculizar la acción contra el enemigo, que debe ser nuestro objetivo central.

En estas ocasiones, la fusión con el FAL, al mismo tiempo que nos obliga a hacernos cargo de definiciones que no nos conciernen, nos obliga también a renunciar a definiciones que si nos conciernen. Esto se refiere concretamente a nuestra actitud ante el movimiento peronista, porque la autocrítica del FAL en este punto no es lo suficientemente profunda como para coincidir plenamente con nuestra posición de siempre.

La renuncia a nuestras definiciones no significa que nuestros compañeros dejen de pensar lo que piensan, pero sí que no podrán sostenerlo públicamente como organización, ya que al estar nosotros en minoría en la dirección nacional, sólo se aprobarán las posiciones que cuenten con el acuerdo de representantes del viejo FAL.

Nuestra posición frente al peronismo es un punto vital, porque tiene que ver directamente con la posición que adoptamos frente a nuestro pueblo. Estamos de acuerdo con no identificarnos como peronistas, pero en la Argentina, ante la clase obrera argentina, eso puede hacerse solamente a condición de reconocer todo lo que el peronismo significó y aún significa para la experiencia del pueblo. Esto implica aceptarlo como antecedente inmediato en el desarrollo de la conciencia nacional y revolucionaria de la clase obrera, que históricamente es nuestra clase, y que s marcha hacia la Revolución supera y también conserva todo lo que el peronismo representó para ella.

Ubicarse mal ante el peronismo es, por tal razón, mucho más grave que desconocer el marxismo-leninismo o el internacionalismo proletario, que no dejan de ser fórmulas ciertas, pero abstractas y, en sí mismas, vacías mientras no se determinen sus contenidos en el marco de la realidad nacional de esta etapa, y en relación a lo que nosotros efectivamente hacemos.

El comunicado emitido por las FAR con motivo de la operación de Garín, que contó con la entusiasta aprobación de la generalidad de nuestros compañeros, sirve como ejemplo de la relación que hay que establecer entre nuestra lucha y la experiencia de nuestra clase obrera. Ahí se reconoce que estamos recorriendo un camino iniciado por el pueblo el 17 de octubre de 1945, y esto no significa luchar por la restauración del régimen peronista, sino luchar por un objetivo superior y más acorde con esta etapa histórica; el que señala el ejemplo del “Che” Guevara, y es cierto que nuestra lucha no empieza ahora, porque el pueblo argentino está peleando mucho antes, y su lucha pasa por el 17 de Octubre y por la Resistencia contra la dictadura de Aramburu-Rojas y su continuador Frondizi, y que ésa es nuestra lucha.

El FAL no emitirá un comunicado como el de Garín, porque todavía tendrá que cambiar bastante para llegar a compartir esa línea. Y el próximo 17 de Octubre no habrá acuerdo con el FAL para realizar ninguna operación político-militar que interprete los sentimientos de nuestra clase obrera en la recordación de esa fecha que le es tan querida.

También en este punto, como en el anterior, la solución que se nos ofrece dentro del FAL pasa por librar una lucha ideológica interna tendiente a lograr que los compañeros del FAL acepten nuestras posiciones. Lucha desgastante, que enfrenta dos concepciones que reconocen dos bases diferentes de sustentación y que tienden a confluir en un mismo camino, pero a lo largo de un desarrollo en el cual cada uno sigue un movimiento autónomo que tiene su dinámica particular y sus leyes propias.

Nadie puede negar que los compañeros del FAL, en la medida en que persisten en su infatigable búsqueda de las formas nacionales que habrá de asumir la ideología que portan, habrá de llegar a una concepción certera de la revolución argentina, de sus formas particulares y de sus métodos propios. Y a la misma concepción deberemos llegar nosotros en la medida en que superemos nuestras insuficiencias teóricas, de las cuales somos concientes. Pero son dos procesos distintos, cuyo punto de unión está aún lejano.

Ni es nuestra tarea fundamental la de esclarecer al FAL, ni tenemos muchas posibilidades de lograrlo, que son los mismos compañeros del FAL, en la permanente confrontación de sus teorías con la realidad, quienes encontrarán la vía para la superación de cada uno de sus puntos de vistas limitados o erróneos. Ya la experiencia demostró que no fue nuestra crítica la que hizo cambiar la opinión al FAL, porque cuando debatimos nuestras discrepancias, tras largas discusiones, los compañeros del FAL se mantuvieron firmemente en sus trece. Cuando cambiaron de posición, fue porque la realidad misma se enfrentó con demasiada dureza con sus preconceptos, y resolvieron modificar su línea precisamente en un período en el que habían perdido, circunstancialmente, todo contacto con nuestra organización. Cambiaron aquella vez movidos por su propia capacidad autocrítica y no por haber enfrentado sus teorías con nuestras teorías, sino porque confrontaron sus teorías con la realidad. La pretensión de radicalizar al FAL es tan paternalista como la pretensión de radicalizar al peronismo revolucionario, manifestada en algunos documentos del FAL. Dediquémonos más bien a radicalizarnos a nosotros mismos, que bastante lo necesitamos, y eso lo logramos levantando nuestras propias posiciones, no es una lucha ideológica interna contra las posiciones de los compañeros del FAL sino en la lucha práctica contra el enemigo.

La lucha contra el régimen es siempre nuestro objetivo central, y a lo largo de esa práctica político-militar sabremos desarrollar nuestra concepción, confirmarla y corregirla. La influencia que produce ejercer y recibir sobre FAL, FAP y cualquier organización que circule por otros canales ideológicos es un aspecto secundario que no debe decidir nuestra ubicación en una organización.

Cuando con nuestra vieja dirección resolvimos inconsultamente la unificación con el FAL, apreciamos equivocadamente las posiciones del FAL, y además subestimamos a nuestros propios compañeros al desconocer la participación que les correspondía en la determinación tomada. Toda la responsabilidad es nuestra, y es peor empecinarse en el error que corregirlo a tiempo.

Ahora que un grupo importante de militantes, habiendo comprobado el error y con la experiencia de que su opinión fue desoída, decide independizarse, es mejor que no volvamos a equivocarnos con la idea quimérica de que nosotros somos los llamados a transformar el FAL, y también es mejor que no volvamos a subestimar a nuestros compañeros aceptando una ruptura entre nosotros para continuar la unidad con FAL, esta extraña unidad que crea rupturas. No sumo entonces a los militantes que decidieron reconstituir nuestra organización independientemente del FAL, y propongo a los demás compañeros unirnos nuevamente en esta tarea.

Saludos en la Revolución de

Pablo

13 de agosto de 1970
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Fuente: CAMPOS, Esteban: ROT, Gabriel. La Guerrilla del Ejército Libertador. Vicisitudes políticas de una guerrilla urbana. Buenos Aires, El Topo Blindado, 2010.