Libertad a los presos políticos de ayer y hoy

LIBERTAD A LOS PRESOS POLÍTICOS DE AYER Y HOY 
 
Hace 30 años, la esperanza cierta de la guerra popular hacía vislumbrar que una nueva República Popular del Perú acabaría con los grandes males que arrastraba nuestra sociedad desde hacía siglos. Los cientos de comités populares nacidos al amparo del Ejército Guerrillero Popular, que actuaban sobre centenares de miles de masas populares principalmente campesinas, eran el brote del nuevo poder popular que avanzaba del campo a la ciudad ganando mentes y corazones del pueblo peruano. 
 
Una nueva economía, una nueva política, una nueva cultura se estaban abriendo paso con el desarrollo de la revolución de nueva democracia que dirigía el Partido Comunista del Perú bajo la justa y correcta jefatura del Presidente Gonzalo. El avance fulgurante de la guerra popular, enfrentando errores, excesos y limitaciones, abatió la feudalidad existente, socavó profundamente al capitalismo burocrático y golpeó contundentemente al imperialismo, configurándose un equilibrio estratégico que aterrorizó a la gran burguesía y al imperialismo, pues preveían la pérdida de su poder económico y político construido exprimiendo la sangre y la carne del pueblo trabajador. 
 
La dictadura abierta del gobierno genocida vendepatria de Fujimori, sujeta al imperialismo norteamericano, desató una ofensiva contrarrevolucionaria en todos los planos y en el fatídico 1992 logró descabezar la revolución con la captura del Presidente Gonzalo y la Dirección Central del PCP. La revolución peruana entró en largo repliegue, la guerra terminó y el capitalismo neoliberal se implantó en medio de una situación internacional de ofensiva general del imperialismo y dominio de Estados Unidos como superpotencia hegemónica única. Y aunque la guerra popular fracasó temporalmente en su objetivo de construir una sociedad socialista, sirvió a acabar con la vieja sociedad semifeudal, semicolonial y de capitalismo burocrático y el Perú avanzó como pueblo, como nación y como sociedad. 
 
De ahí a hoy son 30 años de capitalismo neoliberal en el Perú desenvuelto por todos los gobiernos de esta época ¿Y qué han dejado estos 30 años al pueblo peruano? Una redoblada explotación y opresión capitalista concretada en tres perversas cargas sobre los hombros de nuestro pueblo. 
 
La primera de esas cargas es una crisis general de la sociedad peruana. En lo económico se ha entregado nuestros recursos naturales a la voracidad del capital extranjero, destruido la industria nacional, generado una informalidad del 80 %, impuesto una desnutrición a la mitad de la niñez peruana, agravado la desigualdad como nunca y ahondado el abandono de la salud y educación del pueblo. En lo político, el Estado se ha reaccionarizado cada vez más abandonando su falsa democracia, aplicando una persecución política a todo cuestionamiento al neoliberalismo, implantando en los hechos un derecho penal del enemigo que ha ido barriendo el derecho penal garantista hasta llegar a la aberración de perseguir “legalmente” muertos y destruir, quemar y desaparecer cadáveres, con un poder ejecutivo, legislativo y judicial en pugna por mayores prebendas y en colusión para oprimir al pueblo. En lo ideológico, se ha promovido una cultura antinacional y proimperialista, impuesto un frenético individualismo, difundido una meritocracia burguesa antipueblo, controlado casi absolutamente unos medios de comunicación serviles de la extrema derecha así como perseguido con el llamado terruqueo la libertad de pensamiento y las expresiones de solidaridad con los revolucionarios y luchadores sociales. 
 
La segunda pesada carga es la infame y descomunal corrupción en la que están hundidos miles de funcionarios públicos incluidos seis expresidentes, ministros, gobernadores regionales, parlamentarios vendidos y jueces venales; saqueo que cuesta al país, según la contraloría, varias decenas de miles de millones de dólares en los 30 últimos años. Corrupción inherente al sistema capitalista que se potenció con el neoliberalismo bajo el control de la extrema derecha. 
 
La tercera agobiante carga es la atroz pandemia que ha costado la vida de más de 200 mil hijos del pueblo peruano, asesinados por un sistema capitalista que nos quitó el oxígeno, las mascarillas, el trabajo, los alimentos, las medicinas, las camas de salud, los centros hospitalarios y hasta los restos mortales de nuestros seres queridos, llevándonos a conseguir el triste récord mundial de fallecidos por millón debido al coronavirus. 
 
Los cientos de miles de muertos por estas perversas cargas son crímenes de lesa humanidad de los que responden la gran burguesía peruana y sus representantes políticos. Estas tres décadas de oprobio están grabadas en la memoria popular y están siendo desenmascaradas, combatidas, desechadas por la resistencia y combate del pueblo que defiende y amplía sus derechos, brega por participar en el poder para defender esos derechos y lucha por transformar revolucionariamente la sociedad. 
 
La gran desconfianza y el profundo rechazo popular fue mostrándose en eventos, luchas y grandes movilizaciones que empezaron a demandar una nueva constitución que acabe con el neoliberalismo y defienda, reconquiste y amplíe derechos que sirvan al desarrollo del camino del pueblo. A eso sirvió la incansable brega del Presidente Gonzalo que en las más duras condiciones de carcelería siguió dando rumbo correcto demostrando su condición de comunista hasta el fin, motivo por el cual la extrema derecha tramó su vil asesinato y desaparición de sus restos, con la complicidad infame del actual ejecutivo, perverso crimen que la revolución peruana y mundial vengarán. 
 
Una consecuencia de la guerra popular fue la existencia de miles de prisioneros políticos y de guerra que, transformando las prisiones en luminosas trincheras de combate, mantuvieron en alto las banderas de la revolución llegando a entregar sus preciosas vidas en los genocidios de El Frontón, Lurigancho, Callao y Canto Grande, dignos ejemplos de valor y heroicidad. Así también surgió la siniestra cárcel militar de la Base Naval del Callao, centro de tortura física y sicológica y de aislamiento absoluto que hasta hoy ilegalmente se mantiene, siendo nuestro amado y respetado Presidente Gonzalo la más alta expresión de prisionero político y de guerra, comunista marxista-leninista-maoísta inclaudicable y combatiente hasta el final. 
De esa hoguera roja quedan aún imbatibles la camarada Míriam y otros dirigentes así como decenas de prisioneros que sin arrepentirse jamás siguen sirviendo al pueblo de todo corazón. Luego de decenas de años presos y de sobrevivir a genocidios, tortura, aislamiento absoluto, su libertad es un derecho ganado. Esos son los prisioneros políticos de ayer, hijos de la guerra popular, incorruptibles, generosos, justos, solidarios, inquebrantables en su lucha por la emancipación de la humanidad. 
 
Culminada la guerra popular, la lucha política del pueblo se expresó defendiendo sus derechos fundamentales y demandando una solución política y no militar a los problemas derivados de la guerra. Esa lucha se desenvolvió y desarrolló combatiendo el capitalismo neoliberal y reclamando una nueva constitución a través de una asamblea constituyente con el pueblo y para el pueblo. La respuesta del Estado peruano fue la persecución política y represión que criminalizó la libertad de pensamiento y de expresión con la ley de apología, prohibió los libros del Dr. Guzmán y el periódico Amnistía, persiguió actividades artísticas de pintura, escultura, teatro, música, cine, impidió la inscripción legal del Movadef y del Fudepp, barrió el derecho al trabajo y la libertad de organización de los exprisioneros políticos, criminalizó la lucha del magisterio organizado en las bases del Sutep así como la lucha del campesinado contra la gran minería, persigiuió y apresó a dirigentes políticos y luchadores sociales opuestos al capitalismo neoliberal hasta llegar a la gran redada de la operación Olimpo contra cerca de 100 personas acusadas de terrorismo sin haber cometido ni planificado la más mínima acción violenta. 
 
De esas luchas quedan decenas de prisioneros y se persiste en perseguir a personas y organizaciones que cuestionan el orden capitalista y luchan por una nueva constitución o demandan un nuevo orden socialista. Esos son los presos políticos de hoy que, siguiendo el ejemplo de los que les antecedieron en el Perú y el mundo, se mantienen firmes sin hincar las rodillas en el camino del pueblo hacia el socialismo. 
 
Ayer en lucha militar, hoy en lucha política, los prisioneros políticos del Perú prosiguen resistiendo y combatiendo por los derechos del pueblo sin ningún beneficio personal. En ellos no se encontrará el dinero sucio de la corrupción, sí el sudor y la sangre vertida a favor del pueblo; nunca habrá el rastrero egoísmo de los arribistas y ganapanes, sí la solidaridad plena con los que sufren hambre y opresión; no se hallará ociosidad ni ganancias malhabidas, sí trabajo digno y honrado; no habrá vida disoluta ni perversiones, sí disciplina consciente y vida sencilla; jamás defenderán la injusticia y la opresión contra los trabajadores, siempre estarán del lado de las masas populares. Ellos son parte de los mejores hijos del pueblo que lo entregan todo a cambio de nada personal sino en beneficio de las grandes mayorías. 
 
Mas también como siempre, en guerra o en paz, las clases dominantes nunca dejarán sus cuchillos de carnicero para degollar a la clase obrera y el pueblo que se atreve a reclamar derechos, beneficios y libertades. Solo la lucha organizada del pueblo obtendrá conquistas, pues nada cae del cielo. 
 
Son 40 años de imposición de un derecho penal del enemigo que ha ido arrasando el derecho penal garantista, 30 años de aplicación de neoliberalismo que ha hundido al país en una crisis general sin precedentes. La gran movilización popular desde fines del 2020 está mostrando, en medio de flujos y reflujos, el avance del camino del pueblo. 
 
El vil asesinato del Presidente Gonzalo pone más a la orden del día la libertad de los presos políticos de ayer y hoy, actual bandera del pueblo que debemos elevar en todo la alto. Seguiremos denunciando ese crimen del Estado peruano y asumiendo el ejemplo de nuestro Presidente de combatir hasta el fin por la libertad de los prisioneros políticos. 
 
Exigimos la clausura de la cárcel de tortura de la Base Naval del Callao, el fin de la cadena perpetua que es rediviva pena de muerte, libertad a los prisioneros vulnerables: ancianos, enfermos, discapacitados, con larga carcelería, derecho a beneficios penitenciarios, respeto a la presunción de inocencia, fin del derecho penal del enemigo. 
 
Saludamos la lucha por la libertad de los presos políticos en todas partes del mundo, nuestra lucha es internacionalista porque allí donde hay opresión capitalista hay resistencia popular. La unidad en la lucha por los presos políticos es parte del frente único mundial de lucha contra el imperialismo. Junto al proletariado y los pueblos del mundo, arranquemos de prisión a los indoblegables prisioneros políticos con la fuerza del pueblo organizado. 
 
¡CON EL EJEMPLO INMORTAL DEL PRESIDENTE GONZALO, LUCHAR POR LA VIDA Y LIBERTAD DE LOS PRESOS POLÍTICOS! 
¡BICENTENARIO Y ASAMBLEA CONSTITUYENTE SIN PRESOS POLÍTICOS! 
¡LIBERTAD A LOS PRESOS POLÍTICOS DEL PERÚ DE AYER Y HOY! 
 
Comité Central 
Partido Comunista del Perú
 
Noviembre de 2021