LLAMADO A LOS INTELECTUALES Y ACADÉMICOS DEL MUNDO POR LA PAZ EN COLOMBIA
Desde las FARC-EP estamos convencidos, desde hace más de seis décadas, que la solución al conflicto social y armado de nuestro país se debe desarrollar por medio del diálogo con amplios sectores sociales.
Pese a las esperanzas que se generaron con el proceso de paz adelantado por el anterior secretariado, nosotros decidimos desmarcarnos de éste, debido a problemas de fondo con la manera en que se procedió y con la ausencia de debates sobre las causas estructurales del conflicto. Es por ello que insistentemente le hemos pedido al presidente Gustavo Petro garantías para llevar a cabo acercamientos que permitan establecer criterios claros y pertinentes que generen las condiciones necesarias para sentarnos a dialogar sobre las cuestiones cruciales que han alimentado décadas de conflicto armado. Este es el sentido que vemos nosotros en su llamado a la paz total. Este no puede ser un diálogo de tú a tú entre el gobierno y la insurgencia heredera de Marulanda, sino que debe ser un diálogo amplio, que convoque a los más diversos sectores del país, incluidas las mayorías desde siempre excluidas, y por supuesto, que convoque a los intelectuales, académicos y profesionales comprometidos con la creación de un país más justo, más equitativo, más democrático y, por consiguiente, en paz.
Creemos, primero que todo, que hay dos grandes niveles en los cuales ustedes, como académicos, pueden ayudar a que este escenario se materialice. Primeramente, necesitamos discutir elementos metodológicos para que un diálogo así de ambicioso sea fructífero y se desarrolle de manera eficaz e inclusiva. En un segundo nivel, están los temas claves que están en la raíz del conflicto armado, es decir, las causas estructurales en las que tantas investigaciones y documentos académicos han insistido e identificado. El llamado es a dejar de interpretar la realidad y comenzar a transformarla.
ELEMENTOS METODOLÓGICOS
Es necesario resaltar que las FARC-EP no nos entendemos como un movimiento al margen, en paralelo, o por encima del pueblo colombiano. Nosotros somos pueblo en armas y en esa condición, cualquier solución política pasa, necesariamente, por atender los reclamos más sentidos de los nadie, como los ha llamado la vicepresidenta Francia Márquez. Las FARC-EP no podemos suplantar a las organizaciones populares en este diálogo, sino que, mediante la resistencia armada, hemos buscado abrir espacios para la participación política de las organizaciones populares tradicionalmente excluidas por sucesivos gobiernos anti-populares.
Es por ello que este diálogo político debe ser ante todo un diálogo con las organizaciones populares, de base, que existen en esos territorios en que nuestra organización político-militar ha tenido presencia, incidencia y control. Los diálogos regionales vinculantes adelantados por el gobierno nacional sientan un valioso precedente, pero creemos importante ir más allá. Aunque nuestra organización cuenta con experiencia de diálogos participativos a nivel local, creemos que académicos con experiencia en metodologías participativas nos pueden ayudar a construir mecanismos de participación popular que sea robustos, inclusivos, representativos, pero que también sean eficientes y que conduzcan al desarrollo de propuestas viables pero transformadoras.
Un aspecto metodológico igualmente importante es garantizar que la participación se de en un marco que garantice la integridad física y moral de los y las participantes. Por ejemplo, para iniciar diálogos es clave declarar un cese bilateral al fuego, así como el desmonte del Paramilitarismo. No habrá un diálogo significativo en medio de bombardeos, hostilidades, y con el paramilitarismo respirando en la nuca de los y las lideresas sociales. De igual manera no puede haber una implementación exitosa con la amenaza del copamiento paramilitar. Es bien sabido por la comunidad nacional e internacional que una vez que el anterior secretariado las FARC-EP decidió desmovilizarse, entregarse y salir de los territorios, el paramilitarismo comenzó a coparlos, generando todo un proceso de rearme, persecución, intimidación a lideres sociales y excombatientes, así como desplazamiento forzado con el apoyo de importantes miembros del ejército en diferentes zonas del país. Esta fue una de las razones por las cuales en muchos de estos territorios el campesinado reclamó nuestra presencia como organización político-militar para proteger las comunidades y el medio ambiente. Necesitaremos, en la fase de implementación, de mecanismos novedosos y creativos para que estas comunidades no se vean abandonadas nuevamente a su suerte. Ahí requeriremos también de vuestro concurso.
CAUSAS ESTRUCTURALES
La voluntad de paz de las FARC-EP no está en discusión. La consigna de la paz con justicia social está inscrita en el ADN de nuestra organización. Pero la paz no se construye solamente con voluntad, sino con hechos concretos que le den sustento. Es por ello, que creemos que la paz debe construirse en base a transformaciones profundas en las estructuras políticas, sociales y económicas, que eliminen las causas estructurales del conflicto social y armado. Entre ellas, encontramos un modelo de acumulación basado en el despojo, la negación sistemática (en la práctica) de los derechos de las grandes mayorías, y una respuesta tradicionalmente violenta a la protesta social. Encontrar la solución a estos problemas es sentar las bases para una paz, esta vez sí, estable y duradera. Una paz con justicia social.
En la negociación con el anterior secretariado, el gobierno del ex presidente Juan Manuel Santos trazó una serie de líneas rojas que impidieron abordar de manera franca y honesta estos puntos. Al negarse a discutir el modelo económico y de estado, se dejaron por fuera de la negociación temas claves para la construcción de una paz transformadora y sostenible. Afortunadamente, en el actual escenario, el gobierno de Petro-Márquez ha levantado esas líneas rojas y se ha embarcado en una vía de reformas que generan la posibilidad de superar estas causas estructurales. Desde nuestra organización revolucionaria queremos y debemos contribuir a esta ola de transformaciones en beneficio del conjunto del país. Nuestra contribución pasa por tres puntos clave.
En primer término, la reforma agraria sigue siendo una necesidad de primer orden para la superación del conflicto social y armado. La reforma agraria, necesariamente, debe ir más allá de la restitución y la formalización, y debe abordar medidas de carácter redistributivo. No habrá democracia plena en un país con los niveles alarmantes de concentración de la propiedad como los que actualmente existen. Aparte de la redistribución de tierras, necesitamos proyectos productivos, acceso a créditos, reconocimiento constitucional del campesinado, y el desarrollo de infraestructura vial y de telecomunicaciones que permitan el desarrollo del campo. La discusión sobre los cultivos de uso ilícito en este país no puede darse divorciada de estas transformaciones. Tenemos una gran deuda con millones de pequeños campesinos y campesinas, que, pese a alimentar a este país, han sufrido de una exclusión secular que debe acabar.
Un segundo aspecto, es una reforma profunda a la fuerza pública para que cumpla con su rol de proteger la soberanía nacional y la defensa de sus ciudadanos sin distinción de raza, género o clase. La actual doctrina militar de seguridad nacional basada en el mal llamado enemigo interno se ha convertido en una doctrina para criminalizar, bombardear y asesinar a campesinos y pobres. Como resultado, el desplazamiento forzado, las desapariciones, y las violaciones sistemáticas y generalizadas a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario. Nuestras instituciones no pueden seguir presas de las lógicas impuestas por potencias extranjeras en la época de la Guerra Fría. Esto ha llevado a que, como denunciara en 1928 el caudillo del pueblo, Jorge Eliecer Gaitán, nuestro ejército se arrodille a los imperialistas mientras masacra a su propio pueblo.
Un tercer aspecto clave, es la participación política del pueblo, la que va más allá de curules y circunscripciones especiales. Esto, para abordar uno de los problemas estructurales del conflicto: la exclusión secular de los nadie, de la política. Es crucial que la democracia participativa, que hoy existe en el papel, se convierta en mecanismos claros, transparentes, de participación eficaz y determinante. Esto requiere reconocer al pueblo organizado como un interlocutor legítimo y soberano. Esto requiere que la democracia se construya desde los territorios y trascienda hacia los mecanismos máximos de toma de decisiones a nivel nacional. Esto requiere que la inclusión no se vea solamente como la cooptación de unos cuantos dirigentes, sino como un mecanismo transformador para las mayorías.
En todos y cada uno de estos puntos, esperamos contar con sus aportes y experiencias para conjuntamente, mediante el diálogo y un intercambio respetuoso, poder contribuir a la construcción de una sociedad justa y en paz. Paz integral significa reivindicar los derechos de las comunidades urbanas y campesinas. Esto es un proceso de largo aliento cuyo ritmo no puede estar condicionado por los ciclos de política presidencial: este diálogo es con el estado en su conjunto y no con gobiernos de turno. Estos cambios deben trascender a este gobierno y nunca más debe llegar un gobierno a sabotear el sueño de paz de los y las colombianas. Esto significa poner todos los recursos necesarios y toda la capacidad institucional al servicio de estas grandes metas. Cuenten con las FARC-EP para contribuir humildemente en esta gran tarea humanista.
¡Un abrazo fraterno para todas y todos!
Estado Mayor Central
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo