Colectivo de Prisioneros Políticos Rafael Lombana Cabrera (7-1-2023)

SEMILLAS DE SIMACOTA  7 DE ENERO 2023.
 
PEDRO GORDILLO: CAPITÁN PARMENIO SU SANGRE DERRAMADA JAMAS SE SECARÁ FLORECERÁ LOS CAMPOS Y CIUDADES.
 
7 DE ENERO 1965 -7 DE ENERO 2023 
 
Los prisioneros políticos del Colectivo Rafael Lombana Cabrera del Ejército de Liberación Nacional ELN  desde la cárcel de Palogordo Girón Santander saludamos a toda  la base social y a todo@ los que conformamos este ejército del pueblo también hacemos extensivo nuestros saludo a las demás fuerzas hermanas y a los compañeros sociales y luchadores de conciencia que comparten con nosotros día a día esta trinchera de lucha, hacemos aún más extensivo nuestro saludo al COMANDATE NICOLAS RODRIGUES BAUTISTA como hombre forjador de esta historia que quedó plasmada aquel 7 de enero de 1965  
 
Hoy 7 de enero de 2023 conmemoramos el aniversario 58 de la primera acción militar que el ELN realizó para anunciar a los colombianos y al mundo sus análisis sobre la realidad nacional, su conformación, sus objetivos, las causas que nos llevaron a optar por la vía armada como método de lucha. La toma de Simacota, aquel pequeño pueblo enclavado en las montañas del Departamento de Santander del Sur, al nororiente del país, fue un paso decisivo en la larga historia de luchas del pueblo colombiano.
 
La violencia de la oligarquía para ejercer su dominación había llegado a un punto extremo con del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, y el brutal enfrentamiento posterior entre liberales y conservadores que para fines mezquinos desataron por más de una década sobre el pueblo, mientras los jefes de estos dos partidos compartían amigablemente en la capital.
 
Durante esta terrible etapa de nuestra historia el pueblo fue comprendiendo la inutilidad de este enfrentamiento y también pudo ubicar con más realismo quiénes eran los enemigos. Se demostró también que era posible desarrollar una lucha de pequeños grupos armados contra el ejército y la policía, dadas las condiciones topográficas y sociales.
 
Ante la barbarie, el miedo se había perdido. 
 
La mayoría de los colombianos conocieron la guerra bien de cerca, de hecho los habían obligado a optar por defenderse o morir. Este reto unido a la lucha cotidiana contra la miseria había preparado las condiciones para dar un salto en la historia de Colombia.
 
La revolución cubana fue como el agua que cayó sobre semillas que ya estaban sembradas.
Con la toma de Simacota por el Ejército de Liberación Nacional, el 7 de enero de 1965, quedó marcada la decisión de un grupo de colombianos de modificar la realidad impuesta, de construir un nuevo país, sin exclusiones.
 
Esa decisión de nuestra organización se mantiene hasta la fecha. Los 58 años transcurridos han ratificado que ni el diagnóstico sobre el carácter del Estado oligárquico, ni los objetivos planteados, ni el método de lucha estaban equivocados.
 
Solo hay que echar una mirada sobre la realidad actual de Colombia.
 
La intolerancia se ha extendido hasta el punto que hoy en día cualquier dirigente popular es considerado un enemigo del Estado y puede ser asesinado, desaparecido o encarcelado con total impunidad, acusado de terrorista. Todo colombiano pobre es una amenaza potencial, es decir que el Estado tiene más de 30 millones de enemigos.
 
Con el llamado estatuto antiterrorista, aprobado al finalizar el 2003, el ejército tiene licencia para actuar sobre esos enemigos y su eficiencia se medirá por la cantidad de muertos y presos.
 
Todas las leyes presentadas al Congreso van contra los intereses populares, en cualquier campo y, por supuesto, a favor de los intereses de la oligarquía y de los Estados Unidos. Hoy asistimos al remate de nuestros recursos naturales, de nuestras empresas, de nuestros campos. Nos quieren condenar a ser propiedad de quien haga la mejor oferta.
 
La democracia que hace años era ya un remedo hoy no es ni sombra de aquel. La “seguridad democrática” ha sepultado los derechos humanos y los civiles. La represión indiscriminada se legaliza. La voluntad popular es borrada con amenazas y sobornos.
 
El quehacer estatal tiene como meta imponer una paz a la manera que históricamente lo ha hecho: matando y aterrorizando, amparado hoy por la campaña mundial del gran depredador de nuestros días, el gran capital.
 
La justicia ha muerto en Colombia. Todas las instituciones estatales están corrompidas y al servicio de los intereses oligárquicos.
 
Para actualizar el Manifiesto de Simacota, donde se lee que la violencia reaccionaria desatada por lo gobiernos oligarcas ha sido el arma de dominación, lo único que habría que agregar es la inmensa lista de muertos, desaparecidos, torturados, amenazados y desempleados.
 
No se equivocaron nuestros fundadores, conocían bien al selecto grupo de familias que ha detentado el poder y lo defiende a sangre, fuego y motosierra.
 
Tampoco se equivocaron al tomar las armas. Las razones están escritas en la historia de este país, en la costumbre oligárquica, de ayer y de hoy, de eliminar al opositor.
 
Tanto en los países latinoamericanos vecinos, como en las ciudades y departamentos colombianos donde hubo cambio de gobierno está por verse lo que va a pasar. La experiencia peruana y boliviana es una dura lección que hay leer obligatoriamente.
 
La prepotencia del imperio no va a respetar la voluntad de los pueblos y los enemigos dela paz como el centro democrático y sus generales tampoco van a ser espectadores de posibles cambios a favor de las mayorías. Es un reto muy grande que no están dispuestos a perder.
 
Durante estos 58 años hemos madurado las ideas, los propósitos, los métodos. Ha sido un recorrido largo, arduo, difícil, con aciertos y errores, defendiendo siempre los valores profundamente humanistas que nos legaron aquellos que dispararon sus armas por una patria digna aquel 7 de enero.
 
El empeño de lograr un nuevo país con todos los colombianos honrados sigue en pie y lo hemos renovado en cada una de nuestras acciones, no solamente militares, también con las políticas. No estamos dispuestos a perder el reto pues, como hemos dicho muchas veces, esto significaría aceptar un futuro de esclavitud, colonialismo y muerte.
 
El cambio histórico que se marcó en Simacota fue decisivo.
 
Si en 1965 teníamos menos fuerza y nos atrevimos llevados por la profunda convicción de que era posible el triunfo de nuestros ideales, confiados en la decisión de nuestro pueblo, hoy, cuando la alternativa está tan clara no vamos a vacilar. No podemos negar que hoy por hoy estamos frente a un gobierno progresista y de cambió pero aún se mantiene a sus alrededores una maquinaria enraizada por décadas la que no será fácil derrumbar, esperamos que en este ciclo de conversaciones podamos llegar a la Colombia que soñamos todos, con igualdad y equidad para esta sociedad.
 
Recordemos las palabras del Comandante Camilo Torres cuando afirmó, hablando de la posibilidad de que la oligarquía al verse amenazada acudiera a llamar a los marines norteamericanos: “Sin embargo, yo creo que ante un espíritu decidido y ante un pueblo resuelto a triunfar, no hay ninguna fuerza física que sea capaz de oponerse a esa fuerza de decisión moral y de mística por la liberación del país”.
 
¡VIVA LA UNIDAD DE LOS CAMPESINOS, LOS OBREROS, LOS ESTUDIANTES, LOS PROFESIONALES Y LAS GENTES HONRADAS QUE DESEAN HACER DE COLOMBIA UNA PATRIA DIGNA PARA LOS COLOMBIANOS HONESTOS!
 
Esta consigna, la del Manifiesto de Simacota, está más vigente hoy que en cualquier otro momento. 
 
COLECTIVO DE PRISIONEROS POLÍTICOS RAFAEL LOMBANA CABRERA DEL EJÉRCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL.
 
NI UN PASO ATRÁS LIBERACIÓN O MUERTE.