ELEMENTOS Y ESTRUCTURA SOBRE LA ORGANIZACIÓN POLÍTICO-MILITAR (O.P.M.)
[Continuación]
PARTE II
Situación actual y algunos elementos de nuestra estrategia de poder.
Como lo hemos visto en la primera parte de este documento (Carta Nº 2) los criterios, las concepciones y la estructura de una Organización Político Militar, pueden resumirse como una Organización que desarrolla una actividad con la óptica del trabajo integral a todos los niveles (operativo, formación de cuadros, trabajos de masas) y para lo cual debe contarse con una estructura interna, vertical, cerrada, disciplinada, jerarquizada. Esta estructura tiene sentido en cuanto es un instrumento al servicio y en función del movimiento de masas, en función de la organización de las masas, en función del combate de las masas, en función del Poder de las masas. Nos organizamos, nos disciplinamos, nos jerarquizamos, entonces, no para creer que nosotros solos vamos a hacer la revolución sino para darle perspectiva y solidez a un proceso político que incluye el camino de la movilización, organización y actividad político-militar de las masas.
Entonces, a los más estrictos conceptos ideológicos internos, debe corresponder a una mayor amplitud política en el seno de las masas. A una mayor y profunda visión estratégica, debe corresponder una mayor flexibilidad táctica. Y a la máxima centralización interna, debe corresponder una mayor discusión y participación en el seno de las masas.
En definitiva, se trata de que esta organización político-militar y sus oficiales se conviertan en dirigentes y organizadores de una estrategia de poder para el conjunto de los trabajadores.
La Organización, cuenta con una estrategia de Poder que se resume en la definición de quienes son nuestros enemigos, nuestros amigos, cuáles son nuestros objetivos, las vías e instrumentos necesarios para su realización y las e tapas del proceso. No es suficiente tener claramente definida la estrategia si a cada momento, si a cada paso no vamos logrando pequeños y certeros triunfos que sólo pueden darse teniendo en cuenta esos objetivos estratégicos, que son el hilo conductor, pero que tienen irse adaptando y respondiendo a múltiples necesidades, a cada situación concreta por la que se atraviesa teniendo en cuenta a las masas y al enemigo. Por eso, nuestra estrategia de poder se irá materializando en la medida en que sepamos manejar las situaciones concretas, las coyunturas específicas y hagamos de ese momento situaciones políticas que nos permitan ampliar nuestro radio de acción, nuestro radio de influencia o lo que más exactamente podemos llamar: la ampliación del ESPACIO POLÍTICO.
ESPACIO POLÍTICO.
Tiene que ver fundamentalmente con el movimiento de masas, con el pueblo. Allí radica el objeto fundamental de nuestra lucha; allí radica el objeto fundamental del enfrentamiento con el enemigo. En fin de cuentas, quién logro dominar el Espacio Político (clases, sectores y fuerzas sociales) limitará al contrario y la reducirá. a un simple aparato sin ninguna influencia, sin ninguna perspectiva, empujándolo así a su liquidación total.
En nuestras condiciones, la organización, gracias a que hemos venido aclarando críticamente nuestro accionar, ha ido elaborando los primeros elementos de una estrategia de poder que nos permite tener muy en cuenta la necesidad de ampliar, profundizar y consolidar nuestro espacio político. Y ampliar este espacio significa dar al pueblo, a sus organizaciones y a sus actividades, una perspectiva concreta de acumulación de poder.
La tendencia en América Latina, como ya lo habíamos visto, es el auto cerco político que se expresa en la carencia de una estrategia de poder, clara y comprensible para las masas populares. Y que se materializa en la tendencia a actuar solo en función de los cuadros; es decir, no hay una política para las masas, sino una política para los cuadros: el vanguardismo.
En Colombia, el espacio político se la disputamos al enemigo en condiciones positivas y negativas que es necesario esbozar. Las primeras tienen que ver con la situación política, ideológica, económica y militar por la que atraviesa el enemigo y con el despertar cada vez más profundo de nuestro pueblo.
Las negativas se relacionan con la conformación de una vanguardia, la creación de un amplio movimiento de masas y las dificultades para lograr la unidad revolucionaria; en esto último influye la lucha que en el seno del movimiento revolucionario libran la Unión Soviética y la República Popular China, además de las concepciones y prácticas vanguardistas y foquistas.
AI nivel nacional las diferentes corrientes de la izquierda se expresan en las diferentes propuestas para la toma del poder, sobre el papel de la clase obrera y de los movimientos populares, sobre la lucha por el Socialismo, sobre las formas de lucha y sobre los instrumentos organizativos necesarios. De allí que nosotros planteemos que el problema no radica en enfrascarnos en una discusión estéril con las “vanguardia revolucionarias”.
Lo importante, en fin de cuestas, es lograr conformar, estabilizar y atender los elementos de una propuesta de poder claramente comprensible y asimilable por el pueblo, en la cual debemos involucrar a las organizaciones realmente interesadas. En caso contrario, continuar solos con nuestro accionar político-militar; debemos abandonar cierta dosis de subestimación que padecemos para lanzarnos a cumplir a cabalidad con uno de nuestros objetivos: lograr la hegemonía de una línea de guerra combinada, de guerra del pueblo.
Los avances que hemos obtenido en la ampliación de nuestro espacio político han sido logrados en la medida en que rompemos con el aparatismo y nos enraizamos en las masas.
ESPACIO DE APARATO.
Cuando estamos planteando la definición del espacio político, estamos de una vez diferenciando esa influencia y esa fuerza en el seno de las masas, de nuestra propia infraestructura (apartamentos, casas, funcionarios, finanzas, propaganda, etc) o sea, lo que llamamos el ESPACIO DE APARATO.
Para nosotros una cosa es ampliar nuestro espacio de aparato y otra es negar la necesidad del espacio político, su ampliación, su profundización, dedicándonos exclusivamente al aparato, que es lo que hemos llamado el vicio del APARITISMO.
La ampliación de nuestro espacio político trae como consecuencia y exigencia la ampliación y especialización del espacio de aparato. Lo que nunca podemos afirmar es que nuestro espacio de aparato es nuestra fuerza determinante. Nuestra fortaleza real, nuestra perspectiva, está en la ampliación del movimiento de masas, de su participación y combate. Pero lo que tampoco nunca podemos negar es la importancia y la exigencia de mantener todas nuestras fuerzas técnicas, todas nuestras posiciones de aparato.
En la medida en que la lucha se haga más popular, en que la guerra sea realmente guerra del pueblo, ese espacio de aparato será mucho más rico, mucho más amplio, no por las condiciones de aporte internista, sino por el aporte y conciencia que va adquiriendo el pueblo sobre la necesidad del aparato.
Sin el desarrollo y consolidación del espacio de aparato, es imposible el desarrollo y consolidación del espacio político ya que el espacio de aparato, entendido como todo lo que de humano o técnico conforma la estructura de la organización, permite que una política o una propuesta pueda asentarse sobre algo material, facilitando así la inserción en el seno de las masas.
Entendida la combinación dialéctica de los anteriores elementos, evitaremos caer en desviaciones tales como el “aparatismo", (darle todo el peso al aparato), o el "reformismo" (dársela al movimiento de masas).
Ilustremos con ejemplos:
Frente a la política financiera –y dadas las condiciones políticas actuales- deberíamos estar impulsando con un setenta por ciento aproximadamente el movimiento de masas y con un treinta por ciento el aparato. Estamos haciendo todo lo contrario. Frente al accionar militar, debemos dirigir el 80% aproximadamente hacia operativos que nos liguen con el movimiento de masas y un 20% para fortalecer el espacio de aparato.
En cuanto al mantenimiento y desarrollo del aparato, tiene que ver con las medidas de seguridad que tenemos que implementar y perfeccionar, con el mejoramiento de las condiciones de compartimentación y con una drástica corrección de todos los errores (liberalismo, sobrestimación, amiguismo, rutina) que se han presentado -y en muchos de los cuales se ha reincidido- en todos los niveles de la organización y en las distintas regionales.
ESPACIO GEOGRÁFICO.
De todas maneras, es conveniente aclarar que nuestro espacio político no exclusivamente el espacio de nuestra organización. Se trata también del espacio donde las políticas de la organización toman forma y se materializan de una u otra manera. De allí que en la ampliación de dicho espacio juega un papel fundamental el ESPACIO GEOGRÁFICO, más que todo en nuestro país donde se conjugan las luchas de la ciudad y del campo.
Y su papel es tan importante, que en la medida en que avance o retroceda nuestro espacio político, avanzara o retrocederá nuestro espacio geográfico, entendido éste como las zonas o territorios bajo nuestra influencia. Sin importar que dicha influencia sea limitada o que en tales zonas no esté "mandando la organización".
El aprovechamiento del espacio geográfico se dará, en la medida en que nuestra propuesta política cubra más regiones del país teniendo en cuenta sus condiciones específicas, ya sean rurales o urbanas. Y la ampliación del espacio geográfico hará que el enemigo se vea más dificultado para aislarnos, puesto que en diversas zonas encontrar el mismo planteo, el mismo combate, la misma respuesta, la misma disposición a la lucha.
Las categorías de TIEMPO ESTRATÉGICO, TIEMPO TÁCTICO, ARMAS ORGANIZATIVAS y ARMAS MILITARES son categorías propias de la lucha político-militar que debemos aprender a utilizar y que en posteriores análisis serán instrumentados.
LA AMPLIACIÓN DE NUESTRO ESPACIO POLÍTICO Y NUESTRAS PROPUESTAS.
Nuestro espacio político en las condiciones concretas, en la presente relación de fuerzas, en el actual periodo en que vivimos, pensamos que debe ampliarse y solidificarse sobre cuatro propuestas:
1. Ampliación y consolidación de nuestra organización;
2. Superación de las limitaciones y potencialidades de la ANAPO y el Debate Electoral;
3. Conformación de un Frente de unidad Guerrillera; y
4. Fortalecimiento de las Organizaciones gremiales.
l. La consolidación y ampliación de nuestra organización es una tarea permanente y un pilar básico de toda nuestra actividad.
Por más que nuestra estrategia sea correcta, por más que nuestras propuestas políticas sean apropiadas para el momento, si no tenemos una fuerza propia que la respalde, si no poseemos los cuadros que la lleven a las masas y si no impulsamos acciones político-militares que apoyen e impulsen la lucha, esa estrategia y esas propuestas no son más que cháchara o buenos deseos. Ningún proyecto político es realizable sin una fuerza propia que la impulse, la apoye y la consolide. La profundización de la concepción y la estructura de la OPM recién asumida, tiene como objetivo, hacer de la organización un cuerpo sólido firmemente anclado en el seno del pueblo: con oficiales capaces y con permanente presencia político-militar y reivindicativa; sólo así, las propuestas que le hagamos a las masas y a los grupos de izquierda, pueden tener la fuerza suficiente para hacerla realidad.
2. La ANAPO muestra una situación de fraccionamiento en varios sectores:
Uno, aliado con la estrategia del MOIR; otro, con el proyecto político del PCC; un tercero que se mantiene con María Eugenia y un cuarto sector, el de la Anapo Socialista que mantiene una posición de independencia y de unidad. De lo que fue ANAPO en 1970, expresión de rechazo al régimen oligárquico y bipartidista y como identidad política de las masas, no queda sino la desorientación y desorganización, producto de una dirección incapaz de asumir las tareas exigidas y de sus limitaciones en su concepción política.
Ante el vació de dirección y la ausencia de una identidad política de las masas, la izquierda ha pretendido llenar este vacío utilizando candidatos anapistas para darle formas de expresión a una búsqueda de representación de masas. Esta situación de fraccionamiento nos coloca en una compleja perspectiva porque afecta parte del espacio político que influenciamos, perdiéndose además la posibilidad de conformar conjuntamente con la Anapo y los grupos de izquierda un poderoso movimiento de masas, que -aunque no es definitivo- impulsaría y daría nuevas perspectivas al proceso, por lo menos a nivel amplio.
En la Quinta Conferencia tomamos la decisión de ampliar nuestro compromiso acogiendo no sólo a los anapistas sino a todos los explotados del país. Esta decisión no nos alejaba de nuestro compromiso con las masas anapistas, sino que -por el contrario-nos comprometía a un nivel mucho más profundo con las luchas populares y nos mantenía, por razones de nacimiento, de desarrollo y de simpatía, ligados a la suerte de la Anapo.
Entonces, aunque la Anapo no es nuestro espacio político fundamental, sí llena una gran parte de este, porque es de allí donde nacimos, es de allí donde hemos recibido muy buenas muestras de apoyo y solidaridad y es allí donde mantenemos nuestra más firme retaguardia.
Nuestra propuesta a los anapistas está contenida en varios documentos públicos y la resumimos en la idea de que la Anapo mantiene fuerzas potenciales de innegable importancia y de que por sus condiciones es la única organización que podrá unir a la oposición, o mejor, ser el polo de convergencia de los inconformes de este país. Esta propuesta se concreta entonces en la necesidad de buscar la reunificación de la Anapo, para lo cual debemos mantener los contactos y conversaciones con cada uno de los sectores en que se encuentra dividida, para, que, después de las elecciones, podamos reunificar al Partido.
La unidad de la Anapo, pasado el debate electoral, va más allá de la coyuntura y está íntimamente ligada a nuestro proyecto amplio de masas. Si logramos reunificar a los diversos sectores hoy dispersos, en torno a una anapo capaz de recuperar parte de su pasado, amplios sectores anapistas encontrarán el vehículo para su inconformidad, para su oposición a los partidos tradicionales y el instrumento de masas que impulse, profundice y organice las luchas sociales, frente a todos los problemas que agobian al pueblo colombiano.
Nuestra otra propuesta, que tiene que ver fundamentalmente con la coyuntura electoral, está basada en la necesidad de un candidato único de la oposición y la conformación de un programa amplio que sirva como aglutinante de sectores del pueblo que no creen en los candidatos de la oligarquía y que mirarían con simpatía que surgiese una fuerza que se opusiera a los que desde siempre han manipulado y engañado con falsas promesas a las clases explotadas.
La importancia del candidato único está expresada igualmente en varios de nuestros documentos. Frente a la situación que vive el país frente a la militarización acelerada, frente a los intentos terroristas a través de la constituyente y frente al ascenso de las masas de atraer diversos bloques no le da al espacio político de la revolución ninguna perspectiva real sino que por el contrario lo que crea es confusión, terrorismo y divisionismos innecesarios en el campo popular. Entonces, es la mejor época para que la izquierda y la oposición en general, frente a una coyuntura concreta, cierre filas frente al enemigo y recoja toda la agitación popular para de esta forma y frente a nuevas y más eficaces formas de lucha, podamos vislumbrar la perspectiva del Poder.
Obviamente, las posibilidades de un candidato único, tropieza con dificultades casi que imposibles de superar. Fundamentalmente por las profundas divergencias que acompañan los bloques PCC-MOIR. En este sentido las elecciones parlamentarias van a servir de “primarias” donde se van a medir fuerzas y, según los resultados, cada bloque definirá la posterior campaña que tendrá cuatro meses de duración. Lo más seguro es que el PCC no se rinda ante las pretensiones del MOIR y que el M0IR, por su parte e igualmente, este dispuesto a darle una lección al PCC.
Por esto nuestra posición- fundamentalmente por nuestra debilidad-, es la de no rendirnos ante las circunstancias y ante el relativo poderío que muestran los dos grupos, De allí que nuestros proyectos políticos no se pueden reducir al estrecho marco de la izquierda. Lo importante es que las masas vean y se les aclare quienes son los que realmente están por un sólido frente, y quienes les siguen jalando a sus (...).
3. La Unidad Guerrillera.
Desde su nacimiento, la organización ha planteado la urgencia de lograr un frente común de los distintos movimientos guerrilleros, como parte del proceso unificador de todas las fuerzas políticas y Militares interesadas en la revolución. En nuestros materiales internos y públicos hemos hecho llamamientos concretos sobre este tema. Aunque las otras organizaciones siempre se han planteado la necesidad de un frente único guerrillero, sus dificultades políticas han obstaculizado cualquier tipo de acuerdo y aún más, algunas de ellas se han visto enfrentadas a crisis de mucha gravedad.
De todos modos, en los últimos tiempos ha habido un cambio de situación que es necesario analizar. Estos cambios tienen que ver:
a. la crisis interna que vive el EPL., que por innumerables errores se han visto obligados a replantearse sus anteriores concepciones;
b. el continuo fortalecimiento de las FARC;
c. el debilitamiento continuo del EPL que se ha fraccionado en múltiples grupos;
d. la aparición y desarrollo de nuestra organización.
El ELN mantuvo hasta hace poco la posición de que la unidad de las organizaciones armadas se basa sobre la base de que la organización más fuerte imponga y jalonee la unidad haciéndola alrededor de ella.
Aunque el ELN realizó algunos contactos con el EPL (especialmente) y con las FARC, nunca pudo concretarse nada por las diferentes concepciones. Igualmente, el ELN planteaba, como un obstáculo fundamental para las conversaciones, especialmente con las FARC, la existencia y dirección del Partido Comunista. El EPL, que también hace llamados a la unidad, sólo aceptaba a las FARC si rompían con la dirección del PCC.
Y las FARC, por su lado, han exigido como una respuesta a las pretensiones de los otros grupos, el reconocimiento del Partido Comunista como la vanguardia de la revolución; además de los ataques que el PCC hace a las organizaciones armadas como pequeñas burguesías, militaristas, terroristas, cuando no agentes de la policía, Toda crítica que se hace al PCC es respondida como una actitud anticomunista.
Decíamos, que de todos modos en los últimos tiempos se habían producido cambios radicales. Estos cambios están contenidos en los últimos comunicados de las FARC y del ELN, y obviamente en los nuestros. Por un lado, el ELN replantea toda su línea y pone como uno de los puntos centrales de la discusión que adelantan, la unidad del movimiento guerrillero.
De allí que nuestras relaciones con el ELN sean de un alto grado de comprensión y estemos dispuestos a echar para adelante. Igualmente las FARC plantean en gran cantidad de documentos la necesidad de la unidad y aún más, en cuanto a las relaciones internacionales, plantean el apoyo a todo el sistema socialista mundial.
Aunque no lo consideramos un cambio de línea, pensamos que es una buena y saludable actitud para la unidad. Por su lado, el EPL prácticamente ha dejado de pronunciarse y no se conocen mayores detalles de su posición.
Entonces, la unidad pasa por los acuerdos concretos, el respeto a los planteamientos y práctica da las diversas organizaciones en base a los mínimos principios revolucionaros y de que en fin, la unidad no se a dar alrededor de ninguna de las organizaciones existentes. No se trata de compartir todos los planteamientos de las diversas organizaciones. Por eso se llama unidad y no identidad o fusión.
Nuestra propuesta se concreta a que la unidad del movimiento guerrillero es una de las etapas para lograr la conformación de un Frente de liberación nacional. Por las características, por las fuerzas que integra y por las perspectivas que abre no puede ser una unidad de momento, coyuntural, sino la unidad que de todas maneras apunta mucho más allá de la táctica y tiende más a logros de orden estratégico.
Entonces, la unidad tiene que hacerse sobre algunas bases de principios entre los cuales obligatoriamente tienen que estar:
- la lucha contra el imperialismo norteamericano y la oligarquía colombiana;
- la solidaridad con todas las fuerzas que luchan contra estos enemigos a escala mundial;
- el apoyo a la lucha de masas;
- el respeto a la identidad y al proyecto político de cada organización.
Sobre estas bases nosotros planteamos la concreción de un plan mínimo operativo, apoyo infraestructural e intercambio de experiencias.
Lo que queda claro de este proceso, es que mientras se producen los procesos necesarios para la unidad, no podemos mantenernos expectantes, sino que por el contrario debemos entender que ella -la unidad- sólo se dará si se cumplen las anteriores condiciones, más nuestro desarrollo y consolidación, nuestro enraizamiento en las masas y nuestras acciones político-militares.
4. Fortalecimiento de las organizaciones gremiales e influencia de la organización.
La Quinta Conferencia mostró que la línea o la dirección fundamental de nuestro trabajo de ahora en adelante está dirigida a servir a las masas, estar con las masas, a través de:
1. agitación política, propaganda armada, organización de masas partiendo de los intereses de ellas;
2. acción político-militar partiendo de lo pequeño a lo grande en vías a vincular cada vez más al pueblo, a la lucha armada;
3. construcción y consolidación de los organismos políticos-militares. Formación especializada e integral de los cuadros obreros, campesinos, intelectuales, etc.
Esta concepción pasa fundamentalmente por el camino de las masas y para llegar a ellas debemos partir de sus intereses, de sus reivindicaciones y de sus propios organismos, los cuales debemos ampliar y fortalecer o crearlos cuando no existan.
Esta concepción debemos materializarla sobre los siguientes criterios:
1. Son organismos de masas, donde caben todos los interesados en lucha reivindicativa y por lo tanto están todos los atrasados, izquierdistas, liberales, godos, etc. No se trata de hacer un organismo sólo con los más esclarecidos, sólo con los ganados ideológicamente. Cada oficial de la organización debe frente a estos sectores actuar, fundamentalmente con un criterio amplio, de interpretar al conjunto y de dirigir antes que imponer o sectorizar el planteamiento;
2. Es allí donde nuestras propuestas políticas se expresan o se materializan en planteamientos y combates concretos, no en discusiones abstractas o aéreas. Partir de las necesidades concretas, dar respuestas a esas necesidades, organizarse y pelear por esas necesidades.
3. En la lucha concreta, en el combate, no es el "todo o nada”. Ni mucho menos para derrocar al Estado. Son instrumentos de mejoras parciales, organismos de pequeñas victorias para, en base a esa lucha, ir ampliando y consolidando nuestro espacio político. O sea, no es la lucha reivindicativa por la lucha reivindicativa. Es la lucha reivindicativa para ponerla al servicio de las masas, y allí en sus luchas es donde va surgiendo el combate político-militar.
Las masas llegan a la política, a la ideología, principalmente a través del combate, a través de las luchas concretas. Y allí debe estar la organización político-militar, preparando, capacitando a los mejores. Para que seamos allí de carne y hueso y no que nos siga mirando como unos elementos raros, extrañísimos, superespeciales.
4. Si nuestras acciones político-militares no van generando organización gremial, mucho menos podemos pensar en desarrollar organismos políticos-militares. Eso sería actuar con el anterior criterio de la existencia de grupitos políticos-militares sin ninguna influencia de masas. Nuestros comandos se organizan y tienen en su seno a oficiales, exactamente para que sean los dirigentes de las acciones de las masas.
Por eso, frente a las propuestas que no salen de la organización, pero que son justas para el movimiento de masas y en concreto para el movimiento obrero, como es el caso del Consejo Nacional Sindical, nuestra posición es de apoyo y respaldo a las movilizaciones unitarias de los obreros, al combate común contra los capitalistas sin esperar pasivamente que sólo del Consejo Nacional salgan las iniciativas o que de allí salga el Estado Mayor de la Revolución. Se trata de meterse, antes que estar en actitud de zancadillas desde afuera. Es mejor estar adentro para impulsar, corregir y ampliar esas políticas unitarias.
Lo mismo sucede con las centrales obreras en particular. Y es vieja nuestra posición en el sentido de estar allí donde las masas participen, desarrollando procesos de lucha, unidad y combate y esclareciendo los objetivos y principios de la clase obrera, evitando en lo posible caer en la trampa de izquierdizarnos artificialmente olvidando que se trata de movilizar la mayor parte del movimiento de masas hacia la unidad a fondo, hacia la organización de la inmensa mayoría de los obreros.
Igual posición mantenemos frente a la organización y movilización de los campesinos. Impulsar las organizaciones de los campesinos a todos los niveles: usuarios, cooperativas, juntas de acción comunal, tiendas comunales, etc., para donde, igual que el movimiento obrero, si no está presente la organización político-militar, se hará casi que imposible su organización y consolidación.
Finalmente, queremos recordarles a los compañeros oficiales en general que esta CARTA está al servicio del colectivo y desde aquí se pueden expresar las opiniones que se tengan acerca de este material sobre la OPM.