El actual presidente colombiano va cumplir su primer año de mandato el próximo 7 de agosto, es un gobierno problematizado y cuestionado no sólo por sus aliados, sino también por el pueblo en general que le demanda cambios estructurales y que soñó un futuro distinto al que venían implementando a sangre y fuego la rancia parapolítica colombiana.
Todos los reclamos y demandas de los levantamientos e insurrecciones populares que tuvieron su punto más alto el 28 de abril quedaron en veremos. Fueron estas luchas que catapultaron a Petro como presidente, por su discurso incluyente, participativo, popular, divergente, que pregonaba cambios y transformaciones al modelo. Pero la cura resulto peor que la enfermedad.
Hoy en día la problemática colombiana profundiza su crisis, después de las elecciones presidenciales, lo real de este gobierno es que ha frenado la movilización y exigencia de las mayorías, a costa de promesas y cambios que empiezan a desdibujarse.
Las propuestas de Petro en su discurso de posesión, prometían acabar el ESMAD, acabar el paramilitarismo y el narcotráfico, en darle protagonismo a los movimientos sociales en la construcción de política pública, en transformar la doctrina de las fuerzas militares, pasar del modelo minero-energético capitalista depredador del medio ambiente hacia un modelo de producción de energías alternativas ecológicas y bajo la promesa de proteger el amazonas, el cual terminó entregándole su custodia a los gringos.
En los discursos de Petro ante la ONU se marcó una línea anti yanqui y ecologista, sus primeros 100 días de gobierno se anunciaba como la cura para muchos males históricos que padece el pueblo colombiano, se estaba a la expectativa, pero con el paso de los días, su equipo de gobierno, o la coalición del pacto histórico fue mostrando su verdadera cara, un negocio entre oligarquías, que a la fecha no da resultados favorables a pesar de sus cambios de gabinete, medidas paliativas y claramente insuficientes.
La corrupción y la burocracia perduran, el modelo de salud y educación se reforma, pero su estructura sigue dependiendo de los intereses económicos, la cura se fue tornando en la continuidad de la guerra, donde el paramilitarismo asoma sus tentáculos en nuevos territorios, la continuidad del exterminio de los líderes sociales, las fuerzas militares siguen relacionadas y vinculadas al narcoparamilitarismo y con los falsos positivos a lo largo y ancho del país; la paz total embolatada por que persiste la misma fórmula de silenciar los fusiles, dejando de lado las verdaderas transformaciones que nos pueden llevar a una verdadera paz con justicia social. Finalmente se crean cortinas de humo para capotear la crisis culpando la insurgencia de los males de la sociedad colombiana, cuando Petro sabe que quienes originaron la violencia en Colombia, son los mismos que están a su lado gobernando, y que hoy se van desmarcando del gobierno del cambio.
Según la Agencia Nacional de Minería promovida por el actual gobierno informa que: “Colombia es el sexto exportador de carbón térmico y el tercero de Coque en el mundo con una participación total de entre 70 y 80 millones de toneladas por año. El Cerrejón en la Guajira es la mina de carbón a cielo abierto más grande de Latinoamérica. La producción de carbón colombiano representa el 89.9% de la producción Latinoamérica”. Tienen la estrategia comercial de hacer ruedas de negocios de carácter internacional (ya van tres), donde el carbón colombiano es apetecido porque tiene buena calidad para generar energías térmicas que les urge obtener a países de Europa y Asia.
Pero lo que no informa el gobierno y sus agencias es el daño irreparable a las cuencas hídricas de las zonas de explotación, donde el agua potable se viene secando dejándole a las comunidades graves problemas ambientales y de sobrevivencia. ¿Dónde queda el discurso de Petro, de dar el paso al ambientalismo? Lo que se pensaba como cura es la continuidad de la política tradicional en Colombia, pero disfrazada de nuevos conceptos que confunden y engañan.
Las líneas rojas de Petro que no están dispuestas a negociar con el pueblo ni mucho menos con el ELN, es el modelo político, económico y doctrina militar, que depende de las orientaciones de los gringos. Al principio de su gobierno Petro, hacia críticas fuertes al país de norte, por sus injerencias en otros países, por la fracasada guerras contra las drogas, etc. pero pasados los días y tras las reuniones con Biden y miembros del a CIA acordaron medidas de guerra y continuidad de la vieja política de sometimiento.
Las fuerzas militares siguen haciendo logística para los jefes paramilitares, como en el caso de Tibú Norte de Santander, siguen con su doctrina de la Escuela de las Américas donde el pueblo es el enemigo a derrotar, los presos de la Primera Línea siguen secuestrados en las mazmorras del Estado, en cárceles y centros de tortura. Seguimos intervenidos, seguimos en guerra, seguimos en miseria, seguimos en el modelo capitalista y depredador de la madre tierra.
La cura no es Petro, la cura de todos nuestros males es la movilización y la organización de toda la población, son las luchas las que nos unen y nos hacen fuertes, ya vemos cuando una sociedad cansada de promesas sin cumplir, en un día pone en jaque a un gobierno. La verdadera paz la construimos en los territorios junto con las comunidades, en la barriada, que son el corazón y motor del pueblo, son quienes saben de las problemáticas y las soluciones, somos nosotros mismos la cura de nuestros males.