La imposición del régimen económico neoliberal en nuestro país, como en otros países del mundo, es consecuencia lógica del inicio planetario de una nueva fase de desarrollo histórico social: la globalización de la economía y de la dictadura del capital financiero.
Esta nueva fase puso al descubierto la ruptura histórica del estado de derecho, al arrancar el manto de legalidad que permitió a la elite gobernante disimular, durante décadas, el ejercicio arbitrario del poder. El estado formal ha cobrado así su verdadera dimensión - su dimensión real - para constituirse de manera abierta en el órgano policiaco militar que garantiza la reproducción de la injusticia y la estancia de un reducido número de oligarcas en el poder.
A ello responde el esquema global de contrainsurgencia, puesto en marcha desde los centros de poder mundial, que se expresa en la acelerada modernización y crecimiento de las fuerzas armadas en todo el mundo así como en la extinción de mandos civiles y la militarización creciente de todas las esferas de la actividad social.
La existencia de estallidos sociales y la emergencia de nuevos procesos revolucionarios en América latina son una prueba de la capacidad de respuesta popular a la injusticia económica, social y política extrema que ha traído consigo la dictadura del gran capital. Al mismo tiempo, la reflexión teórica, la elaboración de nuevos análisis y la formulación de conclusiones cualitativamente distintas a las que sustentaron, no hace mucho, la práctica revolucionaria, tienen por objeto orientar hoy estos nuevos procesos en un intento por explicar y asimilar el fracaso de algunos países socialistas y la salida negociada de diversos procesos revolucionarios con sus respectivas oligarquías y gobiernos.
Colombia, Venezuela, Perú o Ecuador reencuentran en la lucha por el establecimiento de un nuevo pacto social y una nueva Constitución Política, una línea de transformación revolucionaria apegada a la peculiaridad de los procesos latinoamericanos.
En México es a todas luces evidente la falta de disposición gubernamental para dar solución a los problemas económicos políticos y sociales que agobian al pueblo mexicano y que originaron el resurgimiento del conflicto armado interno. Prueba fehaciente de ello es la respuesta que dio en enero pasado el gobierno federal al EZLN y la represión recrudecida últimamente contra luchadores sociales en los estados de Guerrero y Oaxaca, so pretexto gubernamental de combatir al EPR.
Sin embargo, es evidente también la falta de capacidad de algunos sectores para entender y asumir como falsa la visión que desde el poder descalifica el recurso de las armas siempre que son empuñadas para la defensa popular. Esta situación es fácilmente comprensible si entendemos que la reproducción de las estructuras de injusticia no solo es la renovación necesaria de instituciones autoritarias; es además acumulación de fuerzas subjetivas que le permitan reproducir ideas, conceptos, actitudes, y sentimientos propios de la ideología dominante incluso al interior de los procesos de liberación.
Como PDPR y EPR quisiéramos evitar una salida cruenta al actual conflicto armado interno y la tragedia de una guerra civil en todo el país, pese al empecinamiento gubernamental de imponer una salida militar a un conflicto que tiene como origen el autoritarismo y la desigualdad extrema. Sin embargo, ante la violencia estatal contrainsurgente no podemos renunciar a la autodefensa armada y a la propaganda revolucionaria ni perder la movilidad y la iniciativa político-militar. Desde nuestro punto de vista, la búsqueda de soluciones reales a la problemática nacional requiere de la participación de todo el pueblo y el pronunciamiento y movilización de todas las fuerzas progresistas, democráticas y revolucionarias contra la deshumanización del conflicto armado, la criminalización de la protesta social y el tratamiento de guerra dado por el gobierno a los movimientos populares.
Al mismo tiempo intentamos abrir espacios a la denuncia y a la propaganda política, al intercambio de puntos de vista y a la reflexión teórica y reducir por otra parte el estado de división en que nos encontramos los agrupamientos y organizaciones democráticas y revolucionarias, proponiendo un programa y una táctica que nos permita responder como una sola fuerza a las necesidades político-sociales de etapa y coyuntura y, particularmente, a la represión de que es objeto el movimiento popular.
Las recientes declaraciones oficiales que intentan descalificar al EPR no tienen otro fundamento más que la defensa a ultranza de la posición e intereses de la oligarquía gobernante. Mentira que no ataquemos al ejército federal y a los cuerpos policiacos por la eficacia del estado policiaco-militar; mentira que nuestro combatiente Rafael no se encuentre desaparecido y en alguna cárcel clandestina del gobierno; mentira que al gobierno no le preocupe el apoyo y simpatía popular generado por nuestras tácticas de autodefensa armada y de propaganda revolucionaria. Nos interesa difundir nuestra propuesta política y seguiremos insistiendo.
Saber qué intereses existen detrás del hambre, la miseria, el fraude electoral y el autoritarismo; saber quien ordena el secuestro, la tortura, el encarcelamiento y la desaparición forzada contra el pueblo y explicar el colosal sistema de intereses que impide en México restituir la legalidad y transitar a la democracia permitirá restablecer para todos la verdad histórica y dar paso a la transformación social profunda.
De otra manera el pueblo no será libre y soberano. No será libre mientras impere la mentira neoliberal que mantiene cautiva a la verdad. Hace falta todavía que arranquemos la mordaza y la cadena de mentiras y temores que nos atan.
A 80 años de la promulgación de nuestra Constitución Política se encuentra en el centro de nuestro pensamiento y acción revolucionaria el inalienable derecho de modificar la actual forma de gobierno. Por ello, rescatar a la verdad bajo cualquier riesgo, recuperarla y fortalecerla como vía para la liberación nacional es tarea a la cual estamos convocados todos los mexicanos. Sólo así la verdad será futuro y garantía para arribar a una sociedad humanizada.
¡POR LA VIA DEMOCRATICA REVOLUCIONARIA,
TODO EL PUEBLO AL PODER!
¡POR LA REPUBLICA DEMOCRATICA POPULAR,
EL PUEBLO UNIDO TRIUNFARA!
Partido Democrático Popular Revolucionario
PDPR
Comandancia General del Ejército Popular Revolucionario
CG-EPR