A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN NACIONALES E INTERNACIONALES
A LOS ORGANISMOS NO GUBERNAMENTALES DEFENSORES DE LOS DERECHOS HUMANOS
A LAS ORGANIZACIONES POPULARES Y REVOLUCIONARIAS
¡HERMANAS, HERMANOS, CAMARADAS!
La frase "es tiempo de las mujeres" que se esgrime desde la oficialidad burguesa denota dolo y rechazo al papel de la mujer en la historia de nuestro país, en particular en su participación en las diferentes etapas de lucha que ha librado el pueblo mexicano por romper las cadenas de la explotación y opresión.
En esencia es la declaración de la posición que ocupa hoy la mujer burguesa, incorporada a la arena política como mecanismo de mediatización ante la falta de legitimidad y la degradación que atraviesa la democracia burguesa.
Se presenta como eslogan publicitario para ganar simpatías, no representa la condición de opresión que vive la mujer trabajadora; la mujer campesina, indígena, obrera, colona, profesionista, científica, ama de casa están sujetas a las relaciones opresivas que emanan del régimen capitalista, violencia que afecta tanto a mujeres como a hombres por pertenecer a una clase social.
La declaración que decreta, en palabras de Claudia Sheinbaum, el fin del machismo, es similar a la declaración del fin del neoliberalismo esgrimida a inicios de sexenio por el jefe del Ejecutivo federal, palabrería huera en un contexto electoral, un artilugio discursivo para ganar el voto femenino.
El machismo no puede eliminarse por decreto, es una declaración demagógica porque éste surge de las relaciones patriarcales que genera el capitalismo, en la medida que éste perviva las relaciones entre los individuos continuarán siendo de opresión.
Reducir la lucha política a una lucha entre sexos es diluir las contradicciones de clase y los mecanismos de opresión política que se fortalecen en la presente coyuntura electoral; el hecho de que llegue una mujer al poder presidencial no significa que se eliminen las condiciones de explotación y opresión capitalistas. Ninguna de las candidatas en su planteamiento contempla la modificación de estas relaciones oprobiosas.
La política desde el púlpito burgués se reduce a frases vacías y genéricas que están fuera de la realidad, para nada contemplan los verdaderos intereses de las mujeres trabajadoras, su gran solución es dar continuidad a la política contrainsurgente por medio de los programas asistencialistas.
La defensa de la mujer y la proyección que se hace de ella en los discursos electorales es la visión desde la perspectiva burguesa o pequeñoburguesa acomodada, que se traduce a que mientras unas se "liberan" económicamente y participan en la política burguesa, otras mantienen su condición de esclavas modernas. Sobre la realización de unas se finca la desgracia y degradación de otras que realizan lo que las primeras rechazan, reniegan y detestan: el trabajo físico.
Desde la democracia burguesa, las mujeres que participan en ella derrochan banalidad, al igual que sus pares masculinos, la frivolidad es el pan de cada día, aspiran a ser el día de mañana grandes empresarias. Destilan hipocresía, porque en diferentes momentos han declarado su preocupación por la mujer, pero su objetivo se reduce a mantenerse en las estructuras del Estado para llevar una vida parasitaria.
La violencia contra las mujeres es una expresión de la violencia contra la clase trabajadora, ésta vive en sometida a la violencia cotidiana que emana del Estado mexicano y de las instituciones que sostienen al capitalismo.
Sostener que la violencia se manifiesta exclusivamente en el ámbito familiar, es reduccionista y falaz, ya que ésta emana de las relaciones de producción capitalistas que dominan la sociedad, la violencia intrafamiliar es expresión de la violencia burguesa que mantiene a los oprimidos en la pauperización, reducidos a bestias de trabajo y parlantes.
No se puede reducir el día internacional de la mujer a actos de catarsis colectiva, de radicalismo pequeñoburgués que no abona a la lucha por la liberación de la mujer explotada y oprimida. En México, en estas expresiones, no se contemplan las demandas de las mujeres obreras, campesinas e indígenas, sino que se reducen a una manifestación contestataria y emotiva.
La liberación de la mujer pasa por la emancipación de todos los explotados y oprimidos en la sociedad capitalista, lo cual no significa dejar de luchar por las demandas inmediatas, libertades políticas y derechos humanos tanto de las mujeres como de los hombres, del ser genérico.
El 8 de marzo es un día de carácter anticapitalista, donde debe de brillar la combatividad como en cualquier otro día de lucha de clases. La liberación de la mujer no se mendiga ni se sustenta en las concesiones de las instituciones para salir a protestar, toda protesta tutelada fortalece a quien detenta el poder.
La mujer conquista su libertad en la medida que comprende su condición de clase y se transforma en función de la transformación radical de la sociedad; la expresión concreta de la liberación de la mujer es cuando ésta se asume como sujeto revolucionario y desarrolla formas superiores de lucha contra el capital y su dominio.
¡POR LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA!
¡VENCER O MORIR!
¡POR NUESTROS CAMARADAS PROLETARIOS!
¡RESUELTOS A VENCER!
¡CON LA GUERRA POPULAR!
¡EL EPR TRIUNFARÁ!
COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO DEMOCRÁTICO POPULAR REVOLUCIONARIO
PDPR
COMANDANCIA GENERAL DEL EJÉRCITO POPULAR REVOLUCIONARIO