Ediciones Vanguardia Revolucionaria (1966) Reedición digital a cargo del Centro de Documentación de los Movimientos Armados (CeDeMA)
Febrero de 2009 ───────────────────
Algunos Antecedentes
El signo del Fidelismo preside los últimos siete años de experiencia revolucionaria peruana. Difícilmente podría haber sido de otra manera. La endeblez teórica y organizativa de las agrupaciones de izquierda, combinadas con la vehemencia y las ansias de hacer justicia han hecho su experiencia. La herencia del Fidelismo mal entendido es el foquismo guerrillero y los ejemplos clásicos peruanos son también parte del bagaje revolucionario latinoamericano.
Antes de caer en el riesgo de no ser bien interpretados, expliquemos en dos palabras con qué concepto de foquismo vamos a trabajar esta elaboración teórica. La idea principal es tomada equívocamente del libro de Ché Guevara: La guerra de guerrillas, en tanto de allí se entiende que no es necesario que estén dadas todas las condiciones que se requieren para emprender la lucha, ya que el foco guerrillero las puede ir creando. ¿Exactamente de qué condiciones se trata, y de qué manera se realiza la proyección y adaptación correcta de este enunciado a cada [63] libre situación concreta? es el aspecto antojadizo y de las interpretaciones. Naturalmente hay algunos elementos adicionales, también importantes para redondear la noción. Entre éstos por ejemplo: la necesidad de creer en la omnipotencia del foco, que, claro está, como en la Revolución Cubana, tiene que tener como final lógico la huída del enemigo y el triunfo en medio del alborozo generalizado; la necesidad de que el proceso se dé en ausencia de un movimiento de masas, porque éste –una de las condiciones necesarias– no existe al partir y se tiene la esperanza de crearlo sobre la marcha. Es decir, todo lo cual debe explicarse al nivel de una interpretación incompleta y defectuosa del proceso revolucionario cubano. A muchos camaradas cubanos les cabe culpa en tanto ellos informalmente, inconscientemente y por falta de una comprensión cabal, difundían consignas equívocas como aquellas de los doce hombres de la sierra, las condiciones de superhombre de Fidel y el paralelismo entre la Sierra Maestra y la Cordillera de los Andes. Esto a innumerables revolucionarios peruanos, ganados por el tonismo del momento y faltos de capacidad de análisis y formación teórica, les hacía pensar que bastaba reunirse doce y que más quizás sobraran, que era suficiente sentirse predestinado y con condiciones superhumanas o por último simplemente instalarse en cualquier contrafuerte andino, para repetir la hazaña del pueblo de Cuba que derrocó a Batista y en una sola operación ininterrumpida produjo el parto socialista en la Isla Gloriosa.
Claramente se puede ver entonces cómo se complementan y se entrelazan los diferentes elementos para dar los fundamentos teóricos del concepto de foquismo guerrillero. A todo ello debe agregársele una noción que también ha sido difundida por un sector de opinión cubano: la de la «no excepcionalidad de la coyuntura cubana». Así pues los revolucionarios peruanos que llevaron a cabo los procesos insurreccionales que examinaremos a continuación, se sentían situados dentro de condiciones como las cubanas del 58 y ellos miembros de un movimiento como el 26 de Julio y su ubicación como la de un paraje de la Sierra Maestra en la provincia de Oriente, y sus propias capacidades como las de Fidel, el Ché, Camilo y Raúl y más no, porque más no era sino el calibre, la cantidad y tipo de las armas y algunos aspectos logísticos, a veces ni esto mismo.
Los procesos que vamos a examinar a continuación, a manera de antecedente, son los siguientes: 1) Jauja, en Mayo de 1962; 2) Convención y Lares, entre 1962 y 1963; 3) Huacrachuco, a principios de 1963 y 4) Puerto Maldonado, en mayo de 1963. Examinaremos brevemente tres de ellos y dejaremos sin tocar el de Huacrachuco, del cual se sabe bien poco, y sólo indicaremos que, a nuestro entender, el grupo de aproximadamente una docena de universitarios que realizó la acción, fue debelado en el curso de unas horas y sin pérdida de vidas por ninguno de los dos bandos. De los cuatro fue indiscutiblemente el de menor importancia y proyecciones, a la vez que también el más elemental y foquista.