País
Guerra a muerte al latifundio
Proyecto de Ley de Reforma Agraria del MIR
Biblioteca
Fondos bibliográficos
Autor
Malpica, Carlos
ISBN
--
Localizador
Bib-01/3
Núm. Páginas
227 pp.
Datos de Edición
Lima: Ediciones Voz Rebelde, 1964.
Contenido
El 12 de Octubre de 1959 aparece en la vida política nacional un Comité Aprista de Defensa de los Principios Doctrinarios y la Democracia Interna, el mismo que en Mayo de 1960 pasó a constituir el Apra Rebelde para tomar el nombre de Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en Junio de 1962.
La lucha heroica de la Comunidad indígena de Chepén y de los obreros de la Hacienda Casagrande en el Departamento de La Libertad, son los antecedentes agraristas más preciados del nuevo movimiento político que surgía.
Cumpliendo el mandato histórico de "la sangre derramada por los sicarios del “ochenio” y de la "convivencia", la Asamblea Nacional del APRA Rebelde encargó a una Comisión para que elaborara un planteamiento integral del problema agrario peruano que sirviera de bandera para conducir las luchas campesinas en el país.
Durante los años 1960 y 1961 distintas Comisiones fueron aportando su esfuerzo para culminar con el proyecto de Ley de Reforma Agraria que presentara en el Parlamento el Diputado Nacional Ing. Carlos Malpica Silva Santisteban, el 6 de Noviembre de 1961.
Integraron las distintas Comisiones, los c.c. Ing. Carlos Malpica, Doctor Luis de la Puente, Doctor Gonzalo Fernández Gasco, Ing. Máximo Velezmoro, Doctor Luis Ibérico, Doctor Luis Pérez Malpica, y otros muchos cc. campesinos, obreros, estudiantes que en mayor o menor grado contribuyeron en la elaboración y perfeccionamiento de este instrumento de lucha del pueblo peruano.
Es digno recordar que uno de los mártires de la Revolución Colombiana y Latinoamericana: Antonio Larrota, dirigente fundador del Movimiento Obrero Estudiantil Campesino (MOEC) de Colombia, colaboró en las discusiones del anteproyecto, lo mismo que los cc. Doctor Juan Gualberto Caballero e Ing. Fernando Aguiar del Movimiento “26 de Julio" de Cuba, y los cc. argentinos Jorge Hammar y Olga Martín.
El proyecto de Ley que historiamos no contiene un planteamiento socialista del problema agrario peruano. Se trata de un instrumento de lucha en condiciones determinadas dirigido fundamentalmente a la iniciación del proceso de transformación en el campo.
Darle la forma de proyecto de Ley a este estudio, y presentarlo al Parlamento, tenía por objeto demostrar que nuestro Movimiento, pese a contar en aquel entonces apenas con 2 años de vida, estaba en condiciones de aportar soluciones valedoras y planteamientos serios, superando la manida tendencia de estancarse en los postulados generales y gaseosos.
Sabíamos perfectamente que un proyecto de Ley como el nuestro, pese a estar adaptado conscientemente a las condiciones políticas, económicas y sociales del momento que vivía el país, estaba condenado al encarpetarniento y al silencio, porque contenía planteamientos precisos y contundentes contra el régimen latifundiario que, junto con el dominio imperialista norteamericano, son las causas fundamentales de la miseria y el atraso de nuestra patria.
Se trataba de un reto a la oligarquía y a la burguesía nacional, representados por el Pradismo, el Odriísmo, el APRA, Acción Popular y la Democracia Cristiana. Era la prueba que el pueblo necesitaba para comprender a cabalidad que aquellos sectores, cualquiera que sea el antifaz demagógico con que se presenten, están por naturaleza incapacitados para conducir la transformación del país. Lo que estamos viendo durante este régimen con la farsa de la "reforma agraria" es la prueba fehaciente de aquella incapacidad, que va hasta el extremo de ni siquiera poder iniciar el proceso.
Un gran sentido realista había presidido el trabajo de elaboración. Comprendíamos perfectamente que las radicalizaciones extemporáneas son inconducentes. Estábamos convencidos de que la lucha contra el imperialismo y el feudalismo exige la unidad entre los sectores explotados o preteridos del campo y de la ciudad. Era indispensable el gran frente único de comuneros, pongos, colonos, aparceros, yanaconas, arrendatarios, braceros agrícolas, pequeños propietarios y medianos propietarios, para, con la colaboración de obreros, artesanos, estudiantes, profesionales y técnicos progresistas, destruir al enemigo común: el latifundio.
La Comunidad Indígena es la piedra angular del proyecto de ley que comentamos. Partimos de la Comunidad y pretendemos llegar a la Comunidad modernizada y socialista. Incorporamos la minga y el ayne, la rama, la nupcia, la millcapa y el pararayco, como elementos vivientes del colectivismo agrario, para cimentar la organización campesina del futuro.
Porque tenemos fe en el pueblo y en la revolución, porque nos alienta una ideología perfectamente definida, porque sabemos que el camino se hace andando, no nos detenemos en elucubraciones maximalistas, pretendemos iniciar el proceso, nos preparamos para iniciar la gran marcha.
La lucha heroica de la Comunidad indígena de Chepén y de los obreros de la Hacienda Casagrande en el Departamento de La Libertad, son los antecedentes agraristas más preciados del nuevo movimiento político que surgía.
Cumpliendo el mandato histórico de "la sangre derramada por los sicarios del “ochenio” y de la "convivencia", la Asamblea Nacional del APRA Rebelde encargó a una Comisión para que elaborara un planteamiento integral del problema agrario peruano que sirviera de bandera para conducir las luchas campesinas en el país.
Durante los años 1960 y 1961 distintas Comisiones fueron aportando su esfuerzo para culminar con el proyecto de Ley de Reforma Agraria que presentara en el Parlamento el Diputado Nacional Ing. Carlos Malpica Silva Santisteban, el 6 de Noviembre de 1961.
Integraron las distintas Comisiones, los c.c. Ing. Carlos Malpica, Doctor Luis de la Puente, Doctor Gonzalo Fernández Gasco, Ing. Máximo Velezmoro, Doctor Luis Ibérico, Doctor Luis Pérez Malpica, y otros muchos cc. campesinos, obreros, estudiantes que en mayor o menor grado contribuyeron en la elaboración y perfeccionamiento de este instrumento de lucha del pueblo peruano.
Es digno recordar que uno de los mártires de la Revolución Colombiana y Latinoamericana: Antonio Larrota, dirigente fundador del Movimiento Obrero Estudiantil Campesino (MOEC) de Colombia, colaboró en las discusiones del anteproyecto, lo mismo que los cc. Doctor Juan Gualberto Caballero e Ing. Fernando Aguiar del Movimiento “26 de Julio" de Cuba, y los cc. argentinos Jorge Hammar y Olga Martín.
El proyecto de Ley que historiamos no contiene un planteamiento socialista del problema agrario peruano. Se trata de un instrumento de lucha en condiciones determinadas dirigido fundamentalmente a la iniciación del proceso de transformación en el campo.
Darle la forma de proyecto de Ley a este estudio, y presentarlo al Parlamento, tenía por objeto demostrar que nuestro Movimiento, pese a contar en aquel entonces apenas con 2 años de vida, estaba en condiciones de aportar soluciones valedoras y planteamientos serios, superando la manida tendencia de estancarse en los postulados generales y gaseosos.
Sabíamos perfectamente que un proyecto de Ley como el nuestro, pese a estar adaptado conscientemente a las condiciones políticas, económicas y sociales del momento que vivía el país, estaba condenado al encarpetarniento y al silencio, porque contenía planteamientos precisos y contundentes contra el régimen latifundiario que, junto con el dominio imperialista norteamericano, son las causas fundamentales de la miseria y el atraso de nuestra patria.
Se trataba de un reto a la oligarquía y a la burguesía nacional, representados por el Pradismo, el Odriísmo, el APRA, Acción Popular y la Democracia Cristiana. Era la prueba que el pueblo necesitaba para comprender a cabalidad que aquellos sectores, cualquiera que sea el antifaz demagógico con que se presenten, están por naturaleza incapacitados para conducir la transformación del país. Lo que estamos viendo durante este régimen con la farsa de la "reforma agraria" es la prueba fehaciente de aquella incapacidad, que va hasta el extremo de ni siquiera poder iniciar el proceso.
Un gran sentido realista había presidido el trabajo de elaboración. Comprendíamos perfectamente que las radicalizaciones extemporáneas son inconducentes. Estábamos convencidos de que la lucha contra el imperialismo y el feudalismo exige la unidad entre los sectores explotados o preteridos del campo y de la ciudad. Era indispensable el gran frente único de comuneros, pongos, colonos, aparceros, yanaconas, arrendatarios, braceros agrícolas, pequeños propietarios y medianos propietarios, para, con la colaboración de obreros, artesanos, estudiantes, profesionales y técnicos progresistas, destruir al enemigo común: el latifundio.
La Comunidad Indígena es la piedra angular del proyecto de ley que comentamos. Partimos de la Comunidad y pretendemos llegar a la Comunidad modernizada y socialista. Incorporamos la minga y el ayne, la rama, la nupcia, la millcapa y el pararayco, como elementos vivientes del colectivismo agrario, para cimentar la organización campesina del futuro.
Porque tenemos fe en el pueblo y en la revolución, porque nos alienta una ideología perfectamente definida, porque sabemos que el camino se hace andando, no nos detenemos en elucubraciones maximalistas, pretendemos iniciar el proceso, nos preparamos para iniciar la gran marcha.